Mis dos chicas preferidas

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   Con lo rápido que sucedió todo, me coloque lo primero que encontré, un overol de jeans, una camisa a rayas negra y blanco, mis vans que hacían juego y como accesorio extra mis lentes de montura grande, se me hacían muy hipster pero el caso era que los necesitaba ya que tenía problemas de la vista, los lentes de contactos era de gran ayuda, mas sin embargo no me apetecía llevarlos hoy, al igual que maquillaje. Tome una bolsa pequeña que hiciera juego, y con un movimiento sujete mi cabello en un chongo desordenado, tampoco me peinaría.

Baje con velocidad, Justin me esperaba sentado en el sofá, al verme sonrió abiertamente y abrió los bazos, este chico era adicto a abrazarme.

-Te ves tan linda- me dijo, otra vez mis mejillas enrojecieron.

-Si sigues alagándome mi ego estará por las nubes- le dije divertida, tratando de disimular mi cara.

-No puedo evitarlo- se encogió de hombres, como un niño pequeño y sujetando mi mano nos adentramos al elevador.

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-No es posible que haya olvidado que Lockie se llevo mi auto anoche.

Nos encontrábamos en el estacionamiento, Justin deslizaba sus dedos rápidamente sobre la pantalla del iphone, escribiéndole texto tras texto a Lockie ya que no atendía las llamadas.

-No hay ningún problema en que conduzcas mi auto- le dije, extendiendo las llaves, el las miro dudoso.

-¿No te incomoda?- me pregunto, negué.

-Para nada, son solo cosas materiales, no tiene gran importancia- musite, oprimiendo la alarma para que las puertas del auto se abrieran- a demás ya lo has conducido antes, y yo ya he conducido el tuyo- dije divertida, lanzándole las llaves, las atrapo en el aire con una sola mano.

-Tendré piedad con tu bebé- se burla, entrando al porsche.

-Más te vale- lo amenace juguetona, sentándome en el asiento del copiloto.

[...]

20 minutos después como lo había predicho Justin llegamos a la casa de sus padres, aparco en auto justo al frente y salimos de este, temerosa y nerviosa como la primera vez que visite ese lugar camine hasta la puerta, Justin sujeto mi mano cuando estuvimos frente a la puerta y agradecí tanto ese gesto que bese su mejilla. Toco el timbre, me explico que había olvidado las llaves en su casa, asentí entendido. No paso mucho tiempo antes de que abrieran, una señora de apariencia latina nos abrió, nos deslizamos dentro y esta cerró de nuevo.

-Que bueno verlo Joven Justin- le dijo la señora, con una dulce sonrisa. Justin se la devolvió.

-Lo mismo digo Señora Marta, tenía tiempo sin verla, ¿Cómo le fue en las vacaciones a México?- le pregunto, a la señora le brillaron los ojos a penas escucho el nombre de su país.

-Muy bien joven Justin, no sabe como extrañaba los tacos de mis hermanas, la Lupe los prepara tan deliciosos que si usted los prueba seguro le gustaran mucho, con eso de que le gusta la comida Mexicana- le dijo, Justin soltó una sonora carcajada, la miraba con cariño.

-Extraño las enchiladas que me preparaba, no las hacen igual en otra parte- le explico, la señora sonrió.

-Es que solo una mexicana sabe como hacerlas, los demás solo intentan- no pude evitar sonreír a lo que dijo, acto seguido, sus hermosos ojos marrones estaban puestos en mi, me sonreía abiertamente, me sentí un poco avergonzada.

la venganza es dulceDonde viven las historias. Descúbrelo ahora