Reencuentros

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-¿Cómo te fue querido?-preguntó Hermione a su marido que tenía la mirada perdida.

El aludido contestó con un escueto "Bien" que hizo entender a la castaña que era mejor dejarle tranquilo con sus pensamientos.
Severus Snape había quedado transtornado tras la conversación con su ahijado. Temía la proximidad de nuevas fuerzas oscuras, la reciente actitud de Albus Severus le cabreaba y no podía dejar de pensar en la joven Lily. Suspiró y se frotó el ceño fruncido.

-¿Qué le pasa al padre más lindo del planeta?-preguntó Sarah a su padre a la vez que lo abrazaba por la espalda.

-Me hago viejo, princesa-contestó Severus girándose hacia su hija besándola en la frente y devolviéndole el abrazo.

-No empieces, papá. Relájate.

Acto seguido Sarah se dirigió al despacho de Dumbledore para comentar un par de artículos que había leído en el periódico. Le encantaba repasar noticias destacadas con aquel hombre al que tenía por un abuelo.
Sin embargo, no encontró al director en su despacho así que resignada decidió dar un paseo por el castillo para ver si lo encontraba de casualidad. Cuando hubo recorrido gran parte, se detuvo en la enfermería. Tenía curiosidad por saber del ahijado de su padre.Ella tenía 7 años cuando lo había visto por última vez y sólo tenía alguna foto. Decidida entró en la enfermería y sus ojos se detuvieron en la única cama que estaba ocupada. Un hombre yacía sobre ella recostado en un almohadón y pasando las páginas de un libro.

-¿Puedo ayudarla en algo, señorita?-preguntó Albus Severus a la chica que acababa de aparecer en la enfermería.

Sarah se acercó con altivez aunque con inseguridad para contemplar mejor al hombre que la había preguntado. Tenía los ojos verde esmeralda, la piel pálida, mandíbula prominente y cuerpo musculado. Tragó saliva, obvió la pregunta que el la había formulado y añadió:

-Así que tú eres Albus Severus. He oído hablar mucho de ti.

-Bien, entonces estoy en desventaja. ¿Puedo saber quién eres?

-Sarah, Sarah Snape

Los ojos del joven Albus se abrieron de par en par. El paso del tiempo acababa de darle una bofetada. La hija de su padrino, a quien llevaba años sin ver, apenas había mantenido rasgo alguna de cuando era una niña para convertirse en la joven que estaba delante de él. Tenía los mismos ojos que Severus, un largo cabello azabache, labios gruesos y rojos y en cuanto a su constitución era bastante similar a su madre.

-Vaya...veo que has crecido bastante.

La ceja de Sarah se arqueó, imitando uno de los característicos gestos de su padre, ante laafirmación tan estúpida que el joven acababa de formular.

-Suele pasar cuando estás fuera una década ¿o esperabas encontrarme jugando con muñecas?

-Visto el carácter que tienes, creo que hubiese preferido esa segunda opción, sí.

Sarah apretó los puños y taladró con la mirada a Albus Severus. ¿Quién se creía que era?

-Mira, a mí no...

Sarah no pudo terminar la frase porque la puerta de la enfermería se abrió dando paso a Harry Potter junto con su esposa Ginny y James Sirius.

-Veo que no has cambiado. A mejor al menos no, creo incluso que estás más feo-dijo James Sirius a su hermano pequeño.

-¡James!-le regañó Ginny con una colleja.

Albus Severus no pudo evitar soltar una carcajada al comprobar que al menos en casa las cosas seguían como de costumbre.

-Tú no te rías mucho. Ganas no me faltan de darte una buena-dijo la señora Potter con los brazos cruzados.

Harry Potter sin embargo no decía nada. Sentía un enorme alivio al tener de regreso a su hijo y no pensaba reprocharle nada. Era un hombre y como tal tenía que analizar las consecuencias de sus actos y el por qué de ellos.

Albus Severus buscó con la mirada a Sarah, pero ésta con la llegada de la familia Potter se había escabullido.

Mientras tanto, Severus Snape estaba en Hogsmeade tomando un trago whisky de fuego para acallar todas las emociones y pensamientos que se le acumulaban en la mente y el pecho. Pensaba en Hermione y en cómo habían cambiado las cosas entre ellos. Había menos besos, quedaban pocas mariposas..."Severus, deja de ser paranoico, Hermione sigue queriéndote...¿no?"

-¿Está ocupada?

De repente todo hilo de pensamientos en el pocionista se cortó ante la aparición de aquella figura ante él, pidiéndole permiso para sentarse en su misma mesa. Él con la sorpresa de esa aparición azarosa asintió con suavidad sin dejar de mirar esos ojos que parecían dispararle. Ella por su parte tomó asiento y se quedó mirándole fijamente como si de ello pendiera su vida.

-Me alegra mucho verte-le dedicó el pocionista.

Ella sonrió en sus adentros, apretó los labios y le miró con una frialdad hiriente. Él no pasó desapercibida su expresión y con presura cogió la mano de la chica apretándosela con suavidad.

-Lily...

Continuará...

Severus Snape conoce a Albus Severus Potter 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora