Una de alma y otra de cuerpo

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Severus Snape besaba con ansia los besos de Lily que se sujetaba al cuello del hombre. La arinconó contra una de las columnas de la torre mientras la besaba desesperado. Su lengua rozó el cuello de la joven que suspiró de gusto, mientras él se deleitaba con su piel y ese olor a vainilla.

-M..me encantas, Sev.

Él sonrió con dulzura y dejó de besarla para mirarla a los ojos.

-Sabes que esto es complicado, pequeña.

-Sí, pero no es imposible.

Ella se abalanzó sobre los labios de Severus que la recibieron encantados y continuaron besándola durante horas y horas.
El alba les sorprendió sentados besándose frente a un sol que pugnaba por salir.

-Debor irme, preciosa-dijo él acariciandole la mejilla.

-Espero que esto no sea un sueño de una sola noche-respondió ella besándole de nuevo.

-No, mi niña.-besó su frente y sus labios y se marchó a sus aposentos.

Lily Luna se mordió inquieta los labios y dio un gritito de alegría. Había sido la mejor noche de su vida.

Severus por su parte llegó a la habitación donde Hermione aún estaba durmiendo y se sentó en la cama. Estaba muy confundido. Había pasado una noche magnífica junto con Lily, pero sabía que eso no era correcto. Suspiró y notó cómo su esposa se movía en la cama.

-¿Ya estás despierto? ¿Dormiste en el sofá?

-Sí-mintió él.-He estado pensando en lo que me dijiste de darnos un tiempo y...creo que tienes razón. Incluso podríamos divorciarnos.

Las palabras salieron atropelladas de la boca del pocionista. ¿De verdad era eso lo que quería?
Los ojos de Hermione se abrieron de par en par.

-¿Ya no quieres ser mi marido, Severus?

-Estoy confundido, Herms...No entiendo por qué necesitas tiempo. ¿Soy demasiado viejo o demasiado feo?

-No digas tonterías, por Merlín. Simplemente tengo otras cosas en la cabeza-se defendió ella.

-¿Más importantes que yo? Gracias, Hermione, ya me siento mucho mejor-dijo él.

Hermione suspiró viendo cómo su marido se levantaba de la cama. Las cosas no estaban bien entre ellos y él había hecho un veredicto justo. Sin embargo, no podía dejarle ir así...tenía que conseguir que él le diese algo más de tiempo para que ella aclarase sus dudas. Se acercó al final de la cama y tomó al hombre del brazo. Éste se volteó a enfrentar la mirada de su esposa. Hermione tiró del brazo de él hacia ella y le besó en los labios como hacía años que no lo hacía. Él estuvo a punto de tropezar por la sorpresa, pero se dejó llevar. Cayó sobre la cama y su mujer empezó a quitarle la ropa. No se decían nada e incluso intentaban no mirarse demasiado a los ojos. Ella se quitó su camisón quedando desnuda a ojos de su marido quien la puso encima de él. La necesitaba con hambre animal.
Él regodeó sus manos en los pechos y nalgas de la castaña, mientras ella besaba el pecho pálido del pocionista. Se dejaron llevar para terminar haciendo el amor de manera frenética hasta terminar extasiados.

Mientras tanto Sarah Snape salía del baño de prefectos cubriendo su cuerpo con una toalla. Le encantaba darse un baño de madrugada. Cuando fue a doblar la esquina no pudo evitar maldecir.

-Vaya...señorita Snape. Buenos días, ¿cómo está?-saludó Albus Severus

-Buenos días. Bien, gracias.

Ella no quiso añadir nada más y prefirió pasar de largo, pero tuvo la mala suerte de tropezar y antes de caer al suelo el profesor de DCAO ya la sostenía entre sus brazos. Sin embargo, parte de la toalla se había movido dejando a la vista gran parte de sus intimidades.

-Suélteme-gritó ella desprendiéndose del agarre y colocándose la toalla bien a toda prisa.

Albus Severus sonrió aunque algo cortado. Sus mejillas lucían de color rojo pronunciado.

-Mierda-dijo ella tapándose la cara por la vergüenza e intentando no ponerse a llorar.

Él se sintió mal y se acercó a ella con cuidado de no asustarla.

-Perdona, pequeña. Sólo ha sido un accidente, podría pasarle a cualquiera.

Ella fue reaccia a mirarle a los ojos, pero él puso sus dedos en la barbilla para que le mirase y añadió:

-Además eres preciosa y en todo caso el avergonzado debo ser yo por haber sometido a mis ojos ante tal maravilla.

Ella se ruborizó y dejó que los ojos verde esmeralda le absorbieran el pudor para dar paso a una sonrisa.

-Gra..gracias. Será mejor que vuelva a mi habitación-añadió ella algo hechizada por el contacto visual.

Él asintió con la cabeza y la vio marcharse. Tuvo que tocar el lado izquierdo de su pecho para comprobar que era cierta la velocidad a la que latía su corazón. Sus manos sudaban, tenía una sonrisa embobada y esos ojos negros le habían dejado ciego. ¿Qué le estaba pasando?

Sarah corrió hasta llegar a su cama. ¿Que había sido eso? Era la primera vez que un hombre que no fuera su padre la decía que era preciosa. ¿Era preciosa o Albus solo había intentado ser amable? Notó sus mejilla ardiendo y unas orbes esmeralda pululando por su cabeza. ¿Qué pasaba con ese hombre? ¿Por qué desde que había llegado no hacía otra cosa más que toparse con ella?

Severus Snape se duchaba en su habitación con aún más dudas de las que ya tenía. Hermione no quería dejarlo ir, pero tampoco admitía que le quería. Una buena ración de sexo no compensaba la falta de cariño.
Suspiró. Había tenido ambas cosas en un mismo día, pero de dos mujeres distintas. Hermione le había entregado su cuerpo y Lily Luna su alma...La balanza estaba desequilibrada en favor de la joven pelirroja.

¿Qué podía hacer?

Continuará...

Severus Snape conoce a Albus Severus Potter 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora