Confesiones

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-¿Vas a quedarte callado o me vas a decir quién es Enya?

-No tengo por qué responderte, Severus.

-Hace unos días dijiste que era el mejor pocionista. No olvides que el veritaserum lo llevo encima y puedo usarlo a mi antojo.

Albus Severus suspiró. Sabía que tarde o temprano tendría que hablarle a Severus de todo cuánto le había ocurrido.

-Bien, tú ganas. Siéntate, es una larga historia.

Severus Snape se sentó frente al joven hombre dispuesto a escuchar.

-Hace diez años cuando me marché, tenía varias ideas en mente. Después de nuestro pequeño inconveniente para descubrir el fin de la poción matalobos, me propuse encontrar algún sustitutivo de la hierba de pomodoro. Estuve en distintos países, sin ningún resultado durante los primeros dos años. Poco después, tuve un encuentro con una joven muy guapa. Se llama Enya y procedía de una tribu maga del amazonas. Allí, con los suyos, aprendí diferentes propiedades de plantas que ni conocía y asociaciones que podrían funcionar con plantas del norte de Londres.
Estuve cinco años con esa tribu, tomé nota de todo cuánto aprendía y de los nuevos descubrimientos. Enya se convirtió enseguida en un gran apoyo y me ayudó en distintas expediciones que organicé por sus tierras. Sin embargo, pronto empezamos a tener problemas con una banda que se hacía llamar "Salamandra". No les di mayor importancia puesto que no eran más de 20. Me equivoqué...

Albus Severus tomó una pausa. Parecía torturarse por sus errores, pero prosiguió con su relato.

-Estaba concentrado en las investigaciones. Enya empezó a decirme que debía hacer otras cosas y...un día me besó. Yo me dejé llevar y pronto me vi envuelto entre sus sábanas. Ella me dijo una y otra vez lo mucho que me quería y...yo seguí concentrado en las pociones. No podía amarla, no movía nada más que cierta ternura en mi interior. Ella terminó dàndose cuenta y se volvió una muchacha muy infeliz. Tampoco le di importancia a aquello. Mi mente no podía hacer otra cosa que vivir por y para las pociones.
Hace un año, Enya...fu...fue asesinada por los Guerreros Salamandra. Su cuerpo fue desmembrado y sólo se distinguía su cara...-las lágrimas colapsaron la cara de Albus Severus. Tomo aire y prosiguió entre sollozos-Sin embargo, su fantasma rondaba por la selva. A oídos de la tribu llegó la noticia de que se encontraba ayudando a los Guerreros Salamandra para declarar una guerra a la comunidad mágica. En este último año, el fantasma de Enya empezó a conseguir miles de adeptos vivos y muertos. Hace un par de meses me capturaron y ella mandó que me mataran. Pude escapar por los pelos, pero sabiendo que el poder que estàn reuniendo es muy grande. Y sabiendo que todo esto...es por mi culpa.

Albus Severus empezó a llorar en silencio repitiéndose una y otra vez que era un "monstruo". Severus se acercó a él y le abrazó. Sentía el dolor el cada parte del joven Potter. Sabía lo que era sentirse así, demasiado bien.

-Escúchame, pequeño. Sé cómo te sientes. Yo pasé por algo parecido.

-¿Algo parecido?No lo creo-dijo Albus Severus como un cachorro abandonado y sin consuelo.

-Fue hace muchos años...No había nacido ni tu padre. Ya sabes que yo ...fui un mortífago.

-Oh, Severus, no empieces. Fuiste un héroe de guerra.

-Pero pagué un precio muy alto con nombre de mujer.

El joven del hombro de acero miró algo confuso y asombrado a su padrino. No sabía mucho del pasado de éste y nunca se había preguntado ciertas cosas.

-Se llamaba Lily Evans...aunque más tarde fue Lily Potter.

Albus Severus se quedó mirando perplejo al pocionista.

-¿Mi abuela? ¿Ella te quería?

Una sonrisa amarga apareció en el cetrino rostro de Snape.

-No. Era yo quien la amaba.

Los ojos esmeralda se abrieron de par en par. ¿Su padrino enamorado de su abuela? Eso sonaba bastante inverosímil.

-Todos hemos errado y todos hemos perdido una parte importante en nuestras vidas.

Ambos hombres se quedaron en silencio. Habían sido demasiadas revelaciones en pocas horas.
Albus Severus cogió la bolsa que tenía debajo de la cama y sacó un gran libro.

-Ten, Severus, echa un vistazo a todas las anotaciones. Ya me dirás. Ahora necesito descansar-declaró Albus Severus con el gesto sombrío.

El aludido asintió sin mediar palabra y salió de la enfermería con los recuerdos a flor de piel. Hacía tiempo que no pesaba dos veces seguidas en Lily Evans. Suspiró.
Se encontró con Hermione en el aula de pociones quien le saludó de manera escueta.
No podía seguir callado.

-Hermione...¿te ocurre algo conmigo?-preguntó el pocionista a su esposa.

-Nada, Severus, ¿por qué lo dices?

-No me sonríes, no me besas, no hacemos nada de nada...

Hermione se mosqueó ante aquel reproche.

-¿Soy una esclava para hacer lo que tú digas?-dijo ella con mal humor.

-No, eres mi mujer. Sólo...joder Hermione...te quiero.

-Ahora no intentes arreglarlo con palabras, Severus. Déjame en paz-la castañá no respondió al te quiero de su marido y éste volvió a sentir con más fuerza la opresión en el pecho.

Una lágrima se escapó de los ojos azabaches. Quería salir corriendo.

-¿Sev? ¿Estás bien?

Lily Luna miraba preocupada al profesor Snape que se sujetaba con fuerza el pecho.

-Ahora no, Lily...-dijo el hombre con la voz quebrada.

Ella se dio cuenta de lo que pasaba. Había visto a Hermione salir cabreada de allí. Parecía que era cierto que no les iban muy bien las cosas.

-Sev...lamento que estés así. Déjame que te ayude.-dijo la pelirroja con dulzura.

-No puedes hacer nada, pequeña.

-No te mereces esto, cuéntame qué ha pasado.

-Nada.

-Oh, vamos Sev, somos amigos ¿no?

El pocionista suspiró y se sentó con pesar en la silla que tenía próxima a él. Se sentí solo e indefenso.

-Hermione ha dejado de amarme.

La pelirroja miró a Severus incrédula. ¿Tan tan mal estaba la cosa?

-Pero Sev...¿estás seguro? Quizás solo...

-Quizás nada. Apenas hablamos ni hacemos planes juntos. No me besa, no me abraza ni me toca. Diría que incluso me huye.

Lily Luna se quedó callada ante esas palabras. Se acercó al hombre y se agachó para quedar más cerca. Puso su mano sobre la de él y la apretó con cariño.

-No lo entiendo, Sev. Eres maravilloso.

-No, no lo soy. Soy viejo, feo y difícil de querer.

Lily no pudo reprimir una lágrima. Odiaba verle así.

-¡No digas eso! Joder, Sev, eres perfecto. Si fuera tu mujer me pasaría las horas besándote hasta que mis labios se desgastasen-la chica suspiró-Y créeme, no es nada difícil quererte.

Severus Snape se quedó mirando los ojos de la chica hasta perderse en ellos. Notó como su pecho se aceleraba.
Ella notó como los ojos negros de él intentaban mirarle hasta el alma y sin pensárselo dos veces puso sus labios sobre los de él.

Continuará...

Severus Snape conoce a Albus Severus Potter 2Donde viven las historias. Descúbrelo ahora