1

10.5K 1.2K 585
                                    


"Cuando deseas algo, todo el universo conspira en ayudarte a alcanzarlo." – Paulo Coelho




JungKook tenía quince, cuando sus padres lo llevaron a la fiesta de estreno de casa del pastor.

Miró la puerta principal, duro roble, con una capa de barniz aun evidente y fresco sobre la madera, un delgado crucifijo colgado justo encima de la entrada, sombrío metal hecho a mano que brillaba levemente en la luz del porche.

El pastor tenía una cálida sonrisa y manos que se sentían familiares en las de JungKook. Se sentía como un hogar, su mano apretándose con la de este honrado hombre de Dios, la promesa del paraíso, brillante y cosquilleante bajo su lengua, mezclándose con su tímido "hola".

"Muchas gracias por acompañarnos esta noche," dijo el Pastor Kim, y JungKook inclinó su cabeza como un segundo saludo, dando pasos hacia al lado y esperando estar fuera del ojo de sus padres para cumplir la responsabilidad de socializar.

Cuando miró alrededor del lugar, reconoció a varios miembros de la iglesia a la que había estado yendo desde que tenía cinco, y sintió una inexplicable urgencia de bajar su cabeza, prevenir que cualquiera lo reconociera.

El recuerdo más lejano de JungKook era el Pastor Kim uniéndolo en la superficie de una pequeña piscina. Lo recuerda; es una depresión en el suelo, inteligentemente oculta detrás de tablas de madera que sirven como pasarela en medio del jardín de juegos para los niños en la iglesia. Una maldad disfrazada.

Todos alrededor suyo estaban sonriendo, y JungKook sentía frío, el calor solo se encontraba bajo su piel cuando el Pastor Kim murmuró una plegaria con grave voz. Se había sentido confundido, sus labios abriéndose para poder formar solo burbujas cuando el hombre en quien le enseñaron a confiar intentó ahogarlo. Pulmones quemando, ojos rojos y ardiendo con calientes lágrimas cuando finalmente dejó de toser.

Bautizo, lo llamaron. Ahora estás ligado a Dios, JungKook. Ahora estás salvado.

(JungKook ha estado intentando definir el significado de salvación desde ese momento.)



Se sirvió a si mismo un vaso de jugo de naranja, apoyándose contra la pared, lejos del suave murmullo de las charlas de los adultos.

"Luces como si hubiese cometido un gran pecado."

JungKook se sobresaltó, el vaso medio vacío de jugo de naranja deslizándose por sus dedos y siendo detenido solo cuando se calmó lo suficiente para agarrar el casi-desastre del borde.

El chico tenía una extraña sonrisa, de forma rectangular, y lo hubiese puesto nervioso de no ser por las suaves arrugas formándose alrededor de sus ojos, lo cual hizo que los nervios de JungKook volvieran a calmarse. Inofensivo, el aura del chico emanaba eso.

"Bueno," JungKook contestó finalmente, su voz rasposa y ronca por no haberla usado en toda la noche. "No he hecho nada como eso."

"¿Entonces no tienes ninguna razón para esconderte junto a la cocina?" Él tenía una grave, suave voz, con un tono lo suficientemente cantado como para ser tomado por bromista, pero era amistoso, y JungKook sintió la calidez naturalmente.

"No adoro mucho las multitudes."

"Ah."

Se quedaron de esa forma, el chico apoyándose en la pared opuesta a la de JungKook, mientras JungKook tomaba lentos sorbos de su jugo de naranja, sin apuro, el suave murmullo de las conversaciones zumbando en la sala de estar junto a ellos.

"¿Quieres escaparte?"

JungKook levantó su mirada por eso, un brillo de curiosidad y alivio reflejado en su propia sonrisa, y el chico le hizo una seña con tres curvaturas consecutivas de su dedo índice, volteando para darle la espalda a JungKook sin decir nada. JungKook lo siguió.

Hay un patio, cuando salieron por la puerta trasera, un decente tramo de pasto recién cortado, y JungKook miró al otro chico mientras este se lanzaba justo en medio, sobre su espalda, despatarrado, indicándole a JungKook que hiciera lo mismo.

"Mira," los ojos del chico estaban acristalados, como si repentinamente se encontraran lejanos, y la mirada de JungKook siguió al lugar donde su dedo apuntaba, dirigiéndose a la expansión de estrellas que se derramaban en la tinta de la noche. "¿No es eso hermoso?"

"Impresionante," murmuró JungKook de acuerdo, su brazo subiendo inconscientemente para trazar las lineas entre los espacios de cada estrella titilante.

Puede haber pasado una hora, tal vez más, pero solo se sintió como un minuto.

La puerta trasera fue abierta y el Pastor Kim se encontraba de pie en la entrada, su silueta bloqueando la suave luz anaranjada que llenaba la cocina detrás suyo, y JungKook levantó su cabeza desde su lugar acostado en el pasto, sus mejillas tintándose de un tono rosa por la vergüenza.

"Oh, JungKook," dijo el Pastor Kim como si se encontrara sorprendido por verlo ahí. "¿Qué están haciendo ustedes dos aquí?"

El chico se sentó, con una mano pasando por su cabello, quitando las hojas, y una pequeña parte de JungKook desearía que ellas se quedaran en ese lugar, porque lo hacían ver bien (etéreo, de otro mundo), pero obviamente no lo dijo. "Le estaba mostrando las estrellas."

El Pastor Kim solo suspiró y le dijo a ambos chicos que volvieran adentro, porque es una noche oscura, y no le haría bien a ninguno de lo dos enfermarse.

JungKook dejó que el chico utilizara sus dedos como una especie de rastrillo sobre su cabello, quedándose quieto bajo el leve roce de dedos sobre su cuero cabelludo mientras TaeHyung intentaba quitar cada hoja.

"Está bien, entremos." Hubo una pequeña sonrisa otra vez, y JungKook siguió esa peculiar mueca hasta volver con la multitud.

Mientras iba pasando la noche, JungKook aprendió que el nombre del chico es TaeHyung. Kim TaeHyung, tiene diecisiete ("Llámame TaeHyung."), y es el hijo del Pastor. El Pastor Kim no se quedó por mucho tiempo, así que JungKook sugirió por si mismo jugar el juego de las veinte preguntas con TaeHyung, ambos escondidos en un rincón de la casa, las piernas cruzadas, uno enfrente del otro.

"Libro favorito," los ojos de JungKook estaban buscando, divertido mientras miraba al chico mayor balbuceando su respuesta.

"No puedo contestar eso."

"¿No lees?"

"No," TaeHyung lució absolutamente atónito de que JungKook haya si quiera dicho eso. "Por supuesto que leo. Solo no puedo elegir un favorito, hay demasiados libros buenos."

Un silencio, y JungKook asintió. "Convincente." Luego, "¿no vives en buenos términos con tu padre?"

El arrepentimiento lo atravesó en el momento exacto en que las palabras salieron de sus labios, y la risa de TaeHyung se comenzaba a marchitar levemente, bajando su mirada con una débil sonrisa. "¿No te lo dijeron?"

"¿Decirme qué?" JungKook se sentó aun más cerca de él ahora, oyendo el secreto incluso antes de que fuera dicho.

"Nací enfermo" la voz de TaeHyung fue suave, incluso triste, y JungKook lo comparó con el forzar dos piezas de rompe cabezas que no calzaban. "Escuché a mi padre decirle eso a mi madre una vez."



Más tarde, cuando JungKook se levantó sobre sus sneackers y se volteaba para seguir a sus padres hasta su auto, se acercó y tomó la mano de TaeHyung, apretándola tranquilizadoramente, mirando como los ojos del mayor se abrían levemente en sorpresa.

"Creo que tu te ves sin problemas, para mi," dijo JungKook, y TaeHyung dejó salir una suave sonrisa.

"Gracias," TaeHyung dejó caer sus manos, separándolas del agarre, y dándole a JungKook una suave sonrisa (JungKook sintió repentinamente las ganas de quedarse por un poco más de tiempo), "eso es lo que yo pienso, también."

mi iglesia no ofrece ningún perdón ↝ taekookDonde viven las historias. Descúbrelo ahora