Capítulo 5

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-Cuando llegamos ya estabas dormida, llegaste temprano cielo- mamá me miraba extrañada, como si en mucho tiempo no me hubiera visto con una amplia sonrisa en el rostro- ¿te divertiste anoche?

-Sí, bueno eso creo. ¿Dónde está papá? ¿No va a desayunar con nosotras?

-Salió temprano a caminar por la playa, recuerda que el doctor le recomendó hacer algo de ejercicio así que creo que es un buen ligar para hacerlo.

-Me alegro que se preocupe por su salud, pero oye que deliciosos hot cakes- no había probado unos así desde que era niña-.

Termine de desayunar y estudie un rato mientras papá llegaba, no me podía concentrar en las antologías, las teorías psicológicas en ese momento eran iguales, pero yo era diferente pues tan solo con recordar la noche anterior... me salía una sonrisa del rostro.

-Luna, cariño, hay que alcanzar a tu padre en la playa, hoy recuerda que pasaremos el día entero ahí.

-Sí, claro solo me cambio y nos vamos.-Papá no acostumbraba a dejarnos llegar solas a algún lugar, a menos que se le haya gustado algo y se haya entretenido con eso.

Me puse una falda y una blusa y abajo llevaba un short y una camiseta de tirantes para nadar, ese no era mi estilo pero mi felicidad era mayor y nada absolutamente nada me importaba.

Al llegar a la playa había mucha gente, hacía un buen clima para broncearse y estar en el mar, pero lo que más estaba acostumbrado a hacer era quedarme sentada en la arena, y si acaso solo metía un poco los pies en el agua; al parecer no es que papá hubiera encontrado algo bueno o que le hubiera gustado si no que se había cansado y se quedó sentado en la arena para esperarnos y no caminar doble vez.

-Hija, te ves muy bien, deberías vestir más... femenina- ¿yo, una chica que ama el rock vestir como una bella flor de campo?

-Sí, talvez algún día.- Mi tono fue molesto.

-Bueno, mejor vamos a divertirnos.

Mamá y papá se divertían adentrándose en la playa, mi padre es buen nadador así que no creo que corra peligro, mi mamá solo se para y se deja llevar por las olas y a veces abraza a mi papá y el nada para que los dos avancen.

En cambio yo me quede en la arena, sentada y leyendo "El club de los corazones solitarios", me lo recomendó Sofí, una gran amiga igual que Alex y yo estudiaba en el mismo salón y es brillante. Me separe un rato del libro, mi madre me obligo a llevar la cámara así que, como no tenía nada mejor que hacer, pensé en que era un buen momento para tomar algunas fotos. Si algo me gustaba era fotografiar los increíbles momentos de mi familia aunque yo no saliera en ninguno de ellos, al sacar la cámara salió la nota que Julio me había dejado en el ramo de rosas, la volví a leer una y otra vez y la verdad no era suficiente.

No podía evitar sonreír al recordar el accidente por el cual nos conocimos, y cuando, no sé porque, hui de él, ya quería que anocheciera, ya quería que fuera la noche del martes para poder verlo otra vez, pero era la tarde del lunes y faltaban muchas horas para que esa cena llegara. Me quite la falda y la blusa y me acerque un poco más al agua y la toque con mis pies, no se dé donde llegaron esas ganas pero me pare y me metí hasta que sentía el agua en las rodillas. Desde ahí salude a mis padres que estaban más a fondo, hasta que se acercaron y llegaron hasta mí.

-Mi amor, que bueno que te metiste un poco, el agua esta deliciosa.- Y así era, cálida y cristalina.

-Hija, espera ahí con tu madre voy por tu cámara para tomarles una foto.- No, todo menos eso.

Mi padre tomo la foto y luego le pidió a un chico que pasaba por ahí que nos tomara una a los tres, fue una buena foto así que la pondría en un marco en mi habitación o en la pared cuando regresáramos a casa. La tarde y la noche pasaron, las horas me comían al día siguiente pues ya era martes y por fin vería a la persona que me hacía sentir un tsunami cuando lo veía.

¿Cómo estar a tu lado?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora