Cap.1

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El chico de cabellos rubios corría por los pasillos, al parecer, huyendo de alguien. Su respiración era acelerada y algunas gotas de sudor corrían por su rostro.
-¡Ven acá, tonto!- exclamó su perseguidor, furioso.
Las piernas del chico comenzaron a fallar repentinamente, se maldijo a si mismo al sentir el impacto contra el piso.
-¿Estas bien?
Al escuchar la voz no pudo evitar levantar la vista, vio una mano tendida ante él.
-¿Eh?- fue lo único que pudo salir de  su boca.
-Ya, levántate, estas llamando la atención.
Con la ayuda de la otra persona logró ponerse de pie, sacudió su cabeza para poner sus pensamientos en orden y dispuesto a darle las gracias lo miró a la cara por primer vez.
Era bastante alto y tenía el cabello negro, su expresión era sería y fría al mismo tiempo, algo que le parecía muy familiar.Un escalofrío recorrió todo su cuerpo.
-¡Bien,T, lo atrapaste!
El pequeño rubio no pudo evitar dar un respingo al escuchar aquella voz, a lo que el azabache comenzó a reír.
-Déjalo ya, hombre, es su primer día aquí.
-Calla, sólo porque te adelantaron un año no te creas el más maduro de todos.
-No me creo, lo soy.
-Como sea- replicó el otro y volvió su mirada al menor- yo sólo he venido por ti.  
Gracias a Dios la campana sonó y el bravucón corrió al instante ,por lo menos ya no tendría que lidiar con él por ahora, estaba dispuesto a agradecerle a aquel chico de gran estatura pero ya no estaba
ahí.
Suspiró y sacó el pequeño papelito que tenía escondido en el bolsillo "Piso 3, clase 7", sorprendentemente sólo eran dos salones más del que se encontraba.
Entró y buscó un lugar para sentarse, el único que estaba disponible estaba alado de la ventana, no era tan malo.
La clase comenzó, al ver que todos empezaban a presentarse decidió  recostarse en la paleta del asiento.
"Vaya día para empezar la preparatoria, Tweek" pensó y comenzó a mirar por la ventana, a decir verdad el colegio no era nada feo, estaba lleno de árboles y pasto.
No pudo evitar fijar su atención en un chico que se encontraba sentado en una pequeña banca. Era él, el chico que lo había ayudado, era obvio que se estaba saltando las clases.

El azabache miró al cielo, "¿Qué puedo hacer ahora?" Se preguntó así mismo, no estaba preparado para encontrarse con su amigo de la infancia en su preparatoria y menos hacer contacto en el primer día. Suspiró al sentir la presencia de alguien más.
-¿Estas bien, T?- se posicionó a su lado- tu no eres de saltarte las primeras horas de clase.
-Ya te lo he dicho millones de veces, si quieres llamarme por mi apellido hazlo, sólo no me digas por una sola letra.
-De acuerdo, Tucker, ¿puedes responder mi pregunta anterior?
-No lo estoy, mi familia se mudó a Denver para ayudarme a empezar de nuevo y de repente llega él para arruinarlo todo.
-¿Él?
-El chico que perseguías esta mañana.
El otro se quedó sin habla, se sentía en verdad apenado, no sabía que el chico de mayor estatura tuviera más amigos aparte de él.
-Entonces son conocidos.
-Digamos que si, sólo que ahora él parece no recordarme y por el momento quiero continuar así. Como si fuéramos totales extraños.
-Si esto te sirve, me haré cargo que nadie se meta con él. 
-Supongo que podría ser buena idea, gracias, Phillip.
Una sonrisa se formó en su cara al decir esto, si bien aún le tenía un pequeño rencor al menor no quería verlo sufrir de nuevo.
-¡Por Jesucristo! Craig Tucker me sonrió- puso las manos en su cara y se recostó en el piso- acabo de desmayarme.
-Eres un idiota, deja de exagerar y vayamos a clase.
-¡Si, señor!-se levantó y salió corriendo junto a su amigo.

El menor no pudo evitar soltar un suspiro ante tal situacuon, había llegado la hora del almuerzo y por supuesto todas las mesas estaban ocupadas. Optó la idea de ir a comer al baño pero a lo lejos pudo ver una mano sacudiendose de un lado a otro, miró a su alrededor para evitar una confusión pero en realidad lo estaban llamando a él.
Se acercó torpemente entre la multitud,  al llegar a la mesa dio un respingo al ver de quién se trataba. Su bravucón.
-¡Agh! No me hagas daño por favor- se encogió de hombros, cerró los ojos y extendió su bandeja de comida- si quieres puedo darte mi almuerzo.
-Ya,ya, él no quiere nada de eso; sólo siéntate.
El pequeño rubio no pudo evitar tensarse al escuchar esa voz, no había notado la presencia del mayor y se sentía algo confundido ¿cómo no lo había visto con tal altura?
Abrió sus ojos y efectivamente estaba ahí, la mirada del otro estaba fijada en él y eso le causo un escalofrío. Obedeció y se sentó, ninguno de los tres articuló ni una sola palabra por varios minutos. La temblorina del rubio se hacía más intensa cada vez, tanto que derramó un poco de jugo en su camisa blanca.
El azabache reaccionó inmediatamente, tomó su servilleta y ayudó al menor a limpiarse.
-Y listo- comentó el mayor al terminar.
-G-gracias, pero no era necesario que lo hicieras.
-No lo haría si tuvieras más cuidado, Tweek.
Él acompañante del azabache casi se atraganta ante la situación, su amigo lo había arruinado y estaba muy claro.
-¿Tweek? ¡Agh! ¿Y tu como sabes mi nombre?

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