Capítulo 11

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Mis piernas comenzaron a temblar y recé para que estas no me fallasen y cayese de bruces al suelo. Mis labios se entreabrieron, intentando articular palabra alguna. Sin embargo, su repentina visita provocó que mi mente colapsara, dejándola en blanco.

Lo vivido anteriormente en la casa de Agatha pasó a ser un segundo plano. Sabiendo que en menos de un minuto estaba a su lado, me parecía que había pasado días desde que la vi por última vez. Porque ahora solo estábamos él y yo. Ni siquiera sentía que mis pies tocaban suelo y que el mundo seguía circulando como debía, pero el mío no. La atmósfera a mi alrededor había cambiado y en lo único que podía centrarme era en sus grisáceos ojos mirándome sin querer respuesta. En eso, y en el ruido de fondo que provocaban las todavía existentes gotas de lluvia chocar contra los cristales de las ventanas de mi casa.

El latir de mi corazón iba tan lento, que pensé que de un momento a otro se le olvidaría cómo seguir.

-Hola, padre.-susurré al fin.

-Ha pasado un tiempo.

-Sí...-sus encuentros siempre los encontraba incómodos y surrealistas, puesto que eran contadas las veces que mi padre hacía acto de presencia y, como siempre, sin previo aviso.

-Estás más alta.

-Sí...-repetí. ¿Qué se suponía que debía de responder? A fin de cuentas, él era un total desconocido para mí. Se formo un extraño silencio, en el que decidí actuar si no quería que se me cansasen las piernas.-¡Oh! S-siéntate, ahora te traigo algo de beber.

Él se limitó a asentir y se posicionó en el sillón único color gris mientras que yo me dirigí hacia la cocina y saqué un vaso junto a la única botella de alcohol que habitaba en la casa, ya que solo se servía cuando venía mi padre y la única persona que bebía de ella era él. Lo vertí y seguidamente volví al salón donde me esperaba. Me senté en el sofá de al lado-este más grande-y crucé mis piernas, colocando en vaso de cristal encima de la mesita. Mi padre cogió el vidrio, posicionó sus labios en el borde y levantó levemente la barbilla, pudiendo ver como el líquido recorría su garganta. Jamás había probado ese licor, pero tampoco sentía curiosidad por hacerlo.

-¿Cómo van los estudios?

-Bien...

-¿Y tienes novio?

-¿A qué ha venido, padre?-no podía soportar más la situación. No era real, era más que obvio que lo que me estaba preguntando no le importaba lo más mínimo. Solo quería venir, hacer un papel que ni él se lo creía e irse de nuevo.

-He venido a verte.-habló después de un breve silencio.-Dentro de poco es tu cumpleaños.

Lo sabía.

Sabía que esto tenía segundas intenciones.

Mi padre jamás me visitaría y perdería su preciado tiempo.

Cogí aire, sin saber muy bien como reaccionar. Sin saber qué elegir, reír o llorar.

-Sí...ya sé acerca.-hice que no entendía el por qué de su comentario.

-Espero que te estés preparando, empezando por ir empaquetando muebles.

-Sí, padre.

Después de aquello se formó otro silencio. Un silencio que poco a poco iba aumentando el espacio entre nosotros.

Me fijé en su rostro. Por lo menos hacía tres meses que no le veía. Ahora, su corta melena oscura, la tenía recogida en una pequeña coleta, dejando que varios mechones de su flequillo cayesen por su frente. Vestía una camisa blanca con los primeros botones abiertos y unos pantalones negros lisos. Cuando sostenía el vaso, podía ver en sus gruesas y fuertes manos dos anillos envueltos en sus dedos. Uno en el anular y el otro en el índice. Ahora que lo pensaba, jamás le había visto sin ellos ni tampoco sabía el por qué se los ponía. Aunque nunca le pregunté.

Daba una imagen informal, lejos del traje que siempre estaba acostumbrado a vestir y yo ver. Aún así, sus ropas no me tranquilizaban en absoluto.

Dirigió su vista hacia su muñeca, mirando el reloj que había en esta. Con un leve carraspeo, dejó el vaso medio vacío encima de la mesa y se levantó del sillón. Le imité y ambos fuimos hacia la puerta.

-Este sábado no hagas planes, por la noche tenemos una cena.-me dijo, estando fuera ya de mi casa. Me sorprendí y, curiosa, quise preguntar.

-¿Una cena?

-El dueño de una de las empresas con las que comercializamos tiene un hijo de tu misma edad, a tu tía le pareció bien que intentases relacionarte con él.-me explicó.

Quise decir que no, que prefería quedarme en mi casa y no hacer nada antes de asistir a un encuentro con él y gente desconocida que probablemente me someterían a un interrogatorio en el que debería de contestar correctamente y con una sonrisa forzada. Y lo odiaba.

Pero no podía hacer nada para impedirlo. No era capaz de fallarle a mi padre a estas alturas y menos faltar al respeto a las personas que se habían tomado la molestia en acordar y asistir a la cena.

-Te enviaré la hora en la que te recogeré por mensaje más tarde.

Asentí. ¿Qué conseguía rebelándome contra mi padre? Nada. Absolutamente nada. No valía la pena intentarlo. No me iba a escuchar. No iba a tener mi opinión en cuenta. Y tampoco no quería que se decepcionase.

-Adiós.

-Adiós...

Anduvo por el pequeño camino de baldosas, se adentró en el asiento trasero de un coche negro del que recién me enteraba que estaba ahí aparcado, me miró por última vez a través de la ventanilla y se fue.

Cerré la puerta, sintiéndome agotada. Sino fuese porque el suelo no era acolchado, me hubiese tirado a él, durmiéndome al instante. No obstante, subí las escaleras y, sin ducharme ni cambiarme, me lancé a mi cama-con colchón-y con las prendas de Agatha aún en mí, aliviando el vacío y el mal sabor de boca que siempre me dejaban las visitas de mi padre. Era extraño como su aroma conseguía que me tranquilizase.

Decidí que, por el momento, no le devolvería la ropa a Agatha.


n/a: ¡Siento por lo corto que es! Pero si seguía se iba a hacer muy largo y no tenía nada que ver con el tema.

¿Qué pensáis del padre? ¿Merece una taza por ser el mejor padre del mundo?

¡Espero que os haya gustado el capítulo y nos leemos en el siguiente! xx

P.D: He decidido que no habrá día de actualización, ya que siempre digo que voy a hacerlo x día y siempre me paso. Aunque subiré uno cada semana-o dos, según me de-.

Phoenix.|Tercer Libro.[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora