Capítulo 6

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Al final habíamos parado en un establecimiento de comida  rápida de una cadena que ni siquiera me molesté en recordar. Nos  sentamos en una de las mesas pegadas a la ventana y Elliot se propuso  voluntario en ir a pedir. Sinceramente, no recuerdo haber comido en un  lugar como aquel por lo que le dije que pidiese lo que quisese para mí,  ya que desconocía si me iba a gustar o no cualquier hamburguesa.

Y eso nos al verdadero punto de la situación: Estoy sola con Agatha.

Bueno, técnicamente no porque hay varias personas sentadas en diferentes mesas y Elliot solo está a unos metros de distancia de nosotras para ordenar, pero la única persona que se encontraba a escasos metros de mí-si llegaba-era ella.

Sobre sus labios se encontraba un palillo-que no recordaba si ya lo llevaba ahí antes de entrar-y su vista estaba posada a la calle, mirando por el cristal. Sus hombros estaban decaídos y sus antebrazos apoyados en la mesa, haciendo que su cuerpo estuviese inclinado hacia delante. Con el trozo de madera en boca se hechó hacia atrás, escurriéndose por el mullido de los sillones.

Me removí en mi asiento, un poco incómoda por el silencio.

En ese momento la idea de pedirle disculpas se me vino a la mente, pues era un momento que a mi parecer era el adecuado. Me sonrojé, sin saber como comenzar. Abrí la boca, para cerrarla al instante.

¡Era mi oportunidad para mantener una conversación más o menos decente con ella! ¡No podía hecharme para atrás ahora!

Con más seguridad, inhalé apretando los puños a ambos lados de mis piernas. Alcé la barbilla y volví a abrir la boca, preparada para soltar unas palabras como disculpa. Sin embargo, el mismo proceso se repitió. Solo que esta vez fui pillada por Agatha con los labios entreabiertos y unas mejillas sonrojadas. Mantuvo su mirada sobre mí en cuanto vio mi expresión, incitándome a hablar.

No podía. Claro que no podía.

¿Por qué tenía que observar con tanta intensidad, como si con ello consiguiese leer todo lo que pensaba? Aunque, con lo obvia que estaba resultando siendo, no me extrañaría que cualquier persona descubriese lo nerviosa que me ponía la fémina.

-E-eh...yo...-conseguí balbucear. Sentí como mis orejas me ardían, avisándome que todo mi rostro había sido impregnado por el color rojo.

Vaya, parece que Agatha no me conocerá con mi tono de piel natural.

-B-bueno...-seguí sin decir una oración completa. Ella seguía ahí, sin intención de frenar mi vómito de palabras sin sentido. Cerré los ojos y me mantuve así por unos segundos, pretendiendo organizar el caos en mí sin importarme que Agatha estaba enfrente de mí. Los volví a abrir e intenté al menos sostenerle la mirada.-Siento el incidente de la fiesta, mi intención no era interrumpir lo que estabas haciendo y mucho menos el haber respondido a causa de la bebida. No logré ver nada de lo que hacíais, si eso te preocupa. También me tengo prometido no consumir más alcohol para que no pase de nuevo. Lo siento de nuevo.-conseguí decir de corrido. Descargué todo el aire acomulado, como si de un globo desinchándose tratase.

Ella se quedó en silencio unos segundos, con sus esmeraldas clavadas en mí. No se veía pensativa, ni sorprendida. Su rostro era inexpresivo, sin emoción alguna.

Como la envidaba.

-¿Qué incidente?

¿Qué?

¿Enserio me estaba preguntado eso? ¿No se acordaba de nada? ¿Me he estado preocupando por algo que estaba más que olvidado?

Cualquier persona podría haberlo dejado ahí, podría sencillamente hacer como si nada de aquello hubiese ocurrido pero, como no, tenía que darle vueltas a la cabeza a un tema que ni siquiera figuraba en mente de nadie. Menos en la mía.

Phoenix.|Tercer Libro.[PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora