-¿Qué hay?Su voz me zarandeó como una ráfaga de brisa fresca, trayendo consigo un ligero olor a melocotón y a cigarrillos baratos. Mi garganta se secó, demandando la escasez de agua. Por unos segundos, no corrió ni la más mínima percepción de aire, capturando la escena como si de una fotografía tratase.
Agatha no se quejó. No me dijo si iba a pasar. Tampoco abrió la boca para nada más. Simplemente se quedó esperando en la puerta, escaneándome con sus orbes verdes y sus manos metidas en los bolsillos de su vaquero.
Ella no era Elliot. Ella no iba a soltar un comentario gracioso para despejar la tensión. Ella no iba a hacer nada hasta que diese yo el siguiente movimiento. Ella no iba a darme un empujón para ayudarme a arrancar. Porque ella era Agatha, alguien que nunca daría un paso demás por nadie.
Y suena extraño que lo diga yo, persona que le ha visto a Agatha contadas veces, que ha compartido escasas palabras y no ha podido mantener una conversación sin tartamudear. Pero tampoco había que ser un amigo cercano a ella para conocer esa faceta suya.
Abrí la boca, cansada del silencio que nos envolvía y de las dudas que recorrían mi mente. Un jadeo se escapó de mi garganta, provocando un leve sonrojo en mis mejillas.
-A-agatha...-como una estúpida susurré, aún creyéndome que la persona que estaba ante mí era no más que un mero producto de un plácido sueño.
Cambió su posición, pasando el peso de su cuerpo a su otra pierna, y chasqueó la lengua. Su mueca no era molesta, pero sabía que se estaba cansando de esperar en la entrada. Aún así, no me aparté. Me negaba a que esta invadiese mi casa sin ninguna explicación antes.
-Elliot ya se fue.
-Me lo he imaginado.
Esperé que me contase algo, que me dijese las razones por las que estaba en la puerta de mi residencia a altas horas de la noche. Sin embargo, el silencio reinó en todo momento. La situación me exasperaba.
Un soplo de aire rozó mis extremidades desnudas y, ante el contacto, mi piel se erizó causándome un escalofrío. Como acto involuntario, mis manos rodearon mis delgados brazos en busca de calor. Me encogí, dirigiendo mi vista un momento al suelo, para al instante devolver la mirada a Agatha.
-¿Quieres pasar?-me digné a preguntar, dejando un espacio. Ella directamente actuó, anduviendo hacia el interior de mi casa. Le seguí, cerrando la puerta tras de mí.-Te guardé la cena de esta noche, por si no has cenado todavía...-dejé caer. Agatha se giró, asintiendo con la cabeza. Pequeña y débil bajo su atenta mirada, me dirigí hacia la cocina donde le calenté la comida en el microondas.
Cuando volví con el plato y los cubiertos en las manos, ella decidió sentarse en la mesa con apenas cuatro sillas que poseía. Le coloqué los utensilios rápidamente y me quedé de pie, a su vera.
¿Me siento a su lado o será mejor enfrente?
No quería que se sintiese incómoda y realmente desconocía sus intenciones con todo esto. La situación me seguía pareciendo igual de subrrealista que antes como para que mi cerebro ejecutase respuestas sólidas.
-¿No te vas a sentar?
Sorprendida a la par que avergonzada, balbuceé un endeble sí y me senté a su lado, sin pararme a pensar cual sitio sería el correcto.
Le escuché masticar el pollo en silencio. Mi vista estaba en algún punto de la sala ya que no quería interrumpirle o causarle cualquier malestar con mis ojos observándole como comía. Mi espalda rígida. Ahora era yo la que no se sentía cómoda.
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Phoenix.|Tercer Libro.[PAUSADA]
Fiksi Remaja❝-Dime, Nix. ¿Hasta cuanto podrás soportar?❞ [No hace falta leer las dos anteriores historias para entender esta] [Tercer y último libro de la trilogía Ellas] [Superfrikichics portadas hechas por @FindingA_]