Aquel día era especial para mí, definitivamente ese día marcaría la diferencia del resto de mi vida. La razón era simple y clara: aquel día daría mi corazón a la chica correcta, a la única ladybug. Tanto tiempo había pasado desde que encontré las primeras pistas que me habían parecido una eternidad. Esa chica de coletas había causado más dolores de cabeza de los que se suponían que tenía que experimentar en mi corta vida. Sin embargo lo valía, por ella todo valía la pena.
Desde la misma sonrisa, mismos ojos azules. Tal vez su personalidad era diferente, pero ambas partes creaban un todo. Adorable, valiente, leal, bondadoso, único. Un todo que quería para mí. Antes de ella, antes de ser Chat Noir, mi vida era gris, triste, tan solitaria, una frágil esfera que se podía desmoronar en cualquier momento.
Sin embargo ella trajo un pequeño rayo de luz que pudo disipar la soledad que se había instaurado en mi vida desde hace tanto. Con ella, una gama de colores se desplegó ante mis ojos, se preocupó por mostrarme tantas cosas sin siquiera ser consciente de ello. Me enseñó que una sonrisa podía aliviar cualquier tensión. La comencé amar, a las dos, antes de entender que no eran dos amores, sino uno solo.
Y allí iba yo otra vez, a chocar "accidentalmente" contra ella. Solo para mirar su rubor y su falta de palabras concretas cuando se trataba de mí. Lo sabía porque la había observado interactuar con otros chicos. La diferencia se hizo clara, con ellos si tenía la confianza de hablar. Conmigo apenas si había palabras, cuando las había eran muy rápidas. Pero era algo que simplemente me parecía adorable.
Su cuerpo colisionó contra el mío. Suaves curvas que se amoldaron a mi pecho, su altura era la perfecta, porque requería de subir su mirada para encontrarse con mis ojos. Verde contra azul. Cielo contra tierra. Teníamos que ser la combinación perfecta.
-oh!! Lo siento tanto Marinette- dije sosteniendo su cuerpo por los hombros separándonos un poco, pero sin dejar mucho espacio, ansiaba tener su cuerpo lo más posible cerca del mío.
- no.... No te preocupes Adrien- dijo para dejar que sus mejillas se tiñeran de un rojo hermoso y cálido. Sin duda ese era su color. De eso estaba seguro. – Suele pasar- la última frase pareció decirla más para ella que para mí, pero pude escucharla de todos modos. Aquella tarde se veía hermosa. El verano parecía estar convirtiéndose en mi estación del año favorita.
Su cuerpo estaba dentro de un exquisito vestido de tonos pasteles, con un corte que acentuaba su pecho y cintura pero se aflojaba en las caderas hasta la rodilla, dando un vuelo suave y ligero. Su cabello normalmente amarrado hoy lo lucia suelto y adornado por una diadema a juego. Unas delicadas sandalias de tacón bajo con tirantes remataba en conjunto.
Parecía un ángel bajado directamente del cielo para aliviar mi mala suerte en la vida, y en verdad creo que lo era, mi ángel. Mi lady y princesa.
-Podría compensarte con algo...- comencé a decir, necesitando saber si mi plan podría ser alterado- ¿quizá un helado de chocolate y fresa?- sabía que ese era su sabor favorito, pero en este momento ese no era lo más importante.
-yo....- vi su duda, un destello en su mirada- me gustaría mucho... pero....yo.... no.,... no puedo hoy- me pregunte porque era el tartamudeo esta vez.
-oh- una falsa cara de desilusión fue pintada en mí. Sabia como actuar cuando me lo proponía- entonces, supongo que te veré luego- a regañadientes me aleje. Sin embargo no sería por mucho tiempo. Ya no dejaría que eso pasara en el futuro.
-tal vez podríamos... no sé.... Tomar ese helado otro día.- su voz fue apenas un hilo que atrape en el aire. Me encantaba su timidez y falta de experiencia en el amor.
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todos los gatos ronronean
FanfictionMarichat Una tarde lluviosa permitió que dos almas conectarán... Ahora las decisiones que tome cada uno puede llevarlos al vivieron felices para siempre o terminar con lazos rotos... recuerda algo, lo más peligroso en la vida es un corazón roto