Errores y soluciones

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-Princesa...- el susurró que se escurrió entre mis labios apenas si fue audible. El agarre en el ramo se fue debilitando poco a poco hasta que las flores quedaron olvidadas. Tomé el rostro de mi chica entre mis manos con suma delicadeza, tan frágil a pesar de tener una apariencia tan fuerte.

Ella posó sus manos sobre mis garras, sus lágrimas corriendo libremente por sus mejillas. Su rostro estaba rojizo y algo hinchado. Se me partía el alma al verla así, tan débil. Mi pobre y tontita Marinette.

-¿Qué sucede?- mire directamente a sus ojos, los cuales se veían más cristalinos debido al llanto.

Ella sólo movió la cabeza suavemente de forma negativa. Su boca formó una sonrisa, pero no le llegó a los ojos. Como siempre estaba guardando todo para ella, para no mortificar y evitar problemas en otras personas.

-no sucede nada, Chat- sus palabras me parecían algo forzadas- estoy bien, por favor, no me hagas mucho caso, solo estoy un poco...eh... sensible el día de hoy. Mejor dime ¿hoy fue un día llenó de actos heroicos?

La sensación de que algo andaba mal persistía, pero no podía obligarla a que me dijera la verdad, el problema era que Marinette no era el tipo de chica que con el tiempo decía las cosas. Mi niña era todo un caso.

Frote mis pulgares sobre el camino de su llanto, tratando de borrar con ello el sufrimiento, el dolor y la tristeza que estaba viendo en su mirada.

-Marinette...- estaba a punto de presionarla, pero ella se alejó de mi toque y se sentó en el lugar en donde la había encontrado. Palmeó el lugar vacío al lado suyo, así que resignado por no poder sacarle información alguna me senté a su lado y le platique de mi día. Claro que ella ya lo sabía, pero aun así, con todo y lo que fuera que le pasara, parecía encantada con mi relato.

Mientras hablábamos, ambos apoyamos las manos en el reducido espacio que había entre nosotros y note como nuestras manos estaban cerca de tocarse, los dedos a escasos centímetros de ser tocados, así que cuidadosamente deslice mi mano para atrapar la suya, poder entrelazar mis dedos y los suyos.

Pero en cuanto notó mi tacto, sentí como se tensaba, solo por unos segundos, pero los suficientes para que me diera cuenta de que era por mí. Nunca había reaccionado así a mi toque, pero ahora lo hacía. Pare de inmediato todo movimiento y me quede callado, mirándola fijamente.

El silencio incomodo hizo su acto de presencia, trate de capturar su mirada, pero ella desviaba el rostro, me evitaba. ¿Qué diablos?

Decidí que no podía dejar las cosas así, por lo que me acerque para darle un beso, pero ella se levantó inmediatamente y se alejó de mí. Me levante como rayo, trate de acortar la distancia entre nosotros, pero de inmediato ella se enfrentó a mí.

-Chat, si no te importa, hoy quiero estar sola- se abrazaba a si misma. Conocía esa manía suya, era una forma de poner distancia entre las personas y ella, para reconfortarse sola. Me molestó el hecho de que aunque estuviera junto a ella, no estaba dándole la seguridad y el consuelo que necesitaba.

-pero, princesa...- la plática que tenía pendiente, la confesión que oscilaba entre mis labios podía ser pospuesta.

-sólo vete- se volteó, dándome la espalda y señalando la ventana.

-¿es lo que quieres?- aunque me partía el corazón que me tratará de esa forma, me juré nunca negarle nada que ella me pidiera.

-por favor, sólo quiero estar sola

-esta bien- suspire resignado mientras andaba hacia la ventana del balcón. Brinque a la salida y hice un ademán de irme. Sin embargo me escondí para vigilarla. Cuando pensó que se encontraba sola, comenzó a llorar. Su llanto era muy fuerte, de inmediato escuche la voz de tikki reconfortándola.

todos los gatos ronroneanDonde viven las historias. Descúbrelo ahora