4-Epilogo

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-Sí. Porque no –respondió Juanjo y sonreí falsamente.

Pensé que iba a sentarse junto a Juanjo que no quería ni verme, ni tocarme por lo que hice pero no.

-Me sentare aquí, junto a la bella dama.

-La vicha no prefiere ese sobrenombre.

-¿Vicha? –pregunto a Juanjo.

-Sí. La llamamos así de cariño, en el barrio todos nos conocemos y somos como hermanos ¿no?

-Sí. El barrio, es mejor que una mansioncita.

-Vicha –me reto Juanjo.

-¿Qué?

-No seas así.

-No, déjala voy conociendo quien en verdad es.

-Voy a pedir las bebidas –me levante.

-Voy contigo, no vaya a ser que esta vez coloques veneno en mi bebida.

Juanjo rio al mismo tiempo que él. Camine a la barra, este me siguió.

-¿Vas a seguirme todo el tiempo?

-Sí.

-Ni siquiera se tu nombre, no se quien sos, ni nada de vos.

-Te voy a responder solamente mi nombre, porque lo demás te lo contare cuando tú me cuentes el porqué de lo que hiciste.

-Ah, bueno.

-Mi nombre, señorita, es Anthony Santos alias "Romeo". Pero usted, me puede llamar Tony.

-Bien, Tony. Me podes llamar Vicha ya que mi nombre no lo vas a saber, no sé si corro peligro de que me denuncies.

-Si me cuentas todo, no. Pero si sigues así.

-Digo que me violaste.

-Okey, tienes un arma, pero, tengo dos.

-¿Cuál a ver?

-El dueño del lugar puso cámaras en todo el lugar, tiene la grabación donde estas poniendo la droga en la bebida y tengo esto –saca del bolsillo una bolsita.

-No –digo tocándome los bolsillos – ¿Como la sacaste?

-Cuando estabas en el baño, luego te fuiste a desayunar.

Asentí sin pensar en nada, estaba claro que no podía mentir ni nada. Tenía más armas que yo, pero, como es de saber, nadie me gana.

-Rubio –llame al camarero –Dos cervezas bien frías.

-A la vista –reímos.

-¿Lo conoces? –pregunto el ahora identificado como Tony.

-Sí, un vecino.

Asintió y pidió lo suyo, una vez que nos entregaron las bebidas fuimos donde estaba Juanjo con el celular.

-¿Con quién estas mensajeandote?

-Con la chica de mis sueños.

-No tenía que preguntar –me queje.

Pasamos toda la tarde ahí, pero, esta vez no tomamos mucho. Cuando Juanjo se fue, me pare y me fui por delante.

-¿Dónde vas?

-Tony, ¿Cierto? –Asintió –No tengo porque darte explicaciones.

-¿Tienes adónde ir?

-¿Qué te hace pensar que no?

-Que estuviste caminando por las calles sin rumbo.

-¿No puedo?

-Si empeora, puedes ir al hotel.

-¿Estas invitando a una desconocida al hotel donde te alojas?, primer fallo.

-¿Qué? –lo mire –Bien, bien. No estoy invitando a una desconocida, te estoy invitando a ti.

-Huy, gran cosa, eh.

-Solo piensa, nos vemos cuando empeore.

-No sé si voy a ir –grite cuando dio unos diez pasos lejos de mí. Volteo y me sonrió –Estas loco –susurre.

Camine por las calles, otra vez. El clima por ahora estaba de mi lado. Cerca del hotel había un parquecito. Estaba dudando, si irme y dejar el plan estropeado o ir al hotel e intentar llegar a algo que pueda solucionar todo. Me quede mirando a dos nenitos que estaban con sus papás, disfrutaban de los juegos, aunque estén mojados y reían. Cambie de dirección la vista, con lágrimas en los ojos. Solo a mí me tenía que pasar esto, justo en este momento tengo que ver esa escena y llorar. No puedo entender que es lo que hago mal. En primer lugar meterme en estos lugares, ser criminal y estúpida, también.

-Voy a arreglar todo –dije levantándome en paso firme y yendo al hotel.

Me dirigí al hotel, pero, al llegar no me decidía si entrar o no. Estuve varios minutos así hasta que se desato la tormenta, entre hasta el techito, nada más.

-Te estaba esperando –murmuro una voz masculina detrás de mí.

Me di vuelta sacándome el pelo mojado de la cara. Estaba empapada por la llovizna. Estaba ahí, sentado sin problemas, mirándome. Esa mirada de hace tres años atrás, tan pacifica, sin reproches ni nada, pero, cambio cuando dije:

-No tenía por qué pasar frio ¿No? Y si no querés estar un buen tiempo tras las rejas vas a tener que...

-Pasemos –dijo con un tono en la voz que parecía enojo.

-Bueno, al final quien tendría que estar enojada y con un cuchillo en la mano soy yo –dije molesta.

-Sigo sin entender porque tanto odio hacia mí.

-No lo sabrás pero yo sí.

Quedamos en silencio. Subimos por el ascensor. Estaba matándome de a poco, no podía quedarme encerrada con él. Trate de distraerme pero era imposible, lo miraba disimuladamente cada dos por tres. En silencio nos dirigimos a la habitación. Sentía que en ningún momento se percataba de que lo estaba mirando y que no me miraba. ¡Qué rabia! Ni siquiera sabe quién soy.

-Pasa –dijo abriendo la puerta.

-No arreglaste nada –murmure.

-¿Recuerdas que te seguí?

-Era solo por decir algo.

Se sentó en el sillón en busca de conversación pero no dije nada. Recorrí el lugar con la vista para no encontrarme con sus ojos cafés, acusadores ahora.

-¿Vas a quedarte en silencio? –pregunto.

-Sí. No sé si hablar o no.

Me miro sorprendido. ¡Oh, oh! Me parece que está recordando algo con mis acciones. Me percaté de que dije algo que no tenía que decir frente a él y cambie el tono de voz.

-¿Qué querés saber?

-Tu nombre.

Reí. Era obvio que quería saber todo y más ahora.

-Mi nombre ya lo conoces. Me conoces bien, pero tu cabeza no quiere recordar.

-No te entiendo.

-Me llamo...

PD: Muchas más pistas sobre quien soy.

Juegos de obsesión -Romeo Santos [PAUSADA]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora