No recuerdo

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La joven Kagome se encontraba en la orilla del río, durmiendo plácidamente hasta que los rayos del sol la despertaron. Abrió los ojos y se percató de un campo de fuerza que la protegía, proveniente de un amuleto que llevaba consigo. El campo desapareció, permitiéndole levantarse. Kagome notó que estaba desnuda y rápidamente se vistió con su ropa interior, tratando de cubrir su desnudez con el resto de sus ropas. Sin embargo, algo llamó su atención en el suelo.

Allí encontró un kimono azul con una falda corta, junto con unas botas marrones y unos guantes para el arco. También había un collar con un diseño de una ooz, así como un lazo azul. Kagome se vistió con las nuevas prendas y apreció lo cómodas que eran. Guardó el amuleto en su bolso y se dirigió hacia donde estaban sus amigos.

En su interior, Kagome sentía una mezcla de vergüenza y satisfacción al llevar puesto el hermoso kimono azul con falda corta. Al llegar al campamento, sus amigos la esperaban con cierta preocupación, ya que no había regresado después de su baño. Shippo fue el primero en hablar.

Shippo: ¡Señorita Kagome, qué bueno que ha vuelto!

Sango: ¿Qué sucede, Shippo? ¿Por qué te detienes al hablar? ¡Kagome! -Sango miró hacia la dirección de Shippo y se sorprendió al ver a Kagome vistiendo algo diferente a su habitual atuendo.

Todos se quedaron mirando a la bella joven con su hermoso kimono azul de falda corta.

Kagome: Gracias chicos por esa mirada de asombro. Tenemos que irnos, ¿Dónde está Inuyasha? -dijo mientras buscaba a Inuyasha con la mirada.

Shippo: Se fue con Kikio y dijo que lo esperáramos. -miró a Kagome con preocupación ante su comentario.

Sango: Bueno, yo no lo esperaré más. -dijo mientras terminaba de recoger su bumerán gigante.

Miroku: Tienes razón, yo tampoco esperaré más. -afirmó mientras se ponía en pie.

Inuyasha apareció de repente con algunas frutas en sus manos.

Inuyasha: Ya podemos irnos. ¿Y esa ropa? -Inuyasha olfateó a Kagome y le preguntó- ¿Por qué hueles a un hombre? ¿Qué hiciste anoche, Kagome? Hueles raro. -La miró a los ojos tratando de identificar el aroma masculino que había detectado.

Kagome: ¿Por qué te importa? Solo camina rápido. Estoy muy cansada porque alguien se fue lejos y no hizo su turno de observación.

Pasaron días y meses. Ya habían conseguido la mitad de la perla y se habían encontrado con su nuevo enemigo, Naraku. En su intento por obtener más fragmentos de la perla, se enfrentaban constantemente a los monstruos enviados por Naraku. Muchas veces resultaban heridos en el proceso, ya que Naraku evitaba atacar directamente a Kagome debido a su enamoramiento por ella. En cambio, él enviaba a sus monstruos para que lucharan contra ella.

Estos ataques a distancia dificultaban el uso del arco de Kagome para ayudar a sus amigos. A menudo, tenía que utilizar sus habilidades para defenderse de las extensiones de Naraku y así salvarse, mientras sus compañeros se ocupaban de enfrentar al enemigo principal.

Naraku, por su parte, no podía apartar la mirada de Kagome. La encontraba fascinante y hermosa con su kimono azul. Sentía un deseo irrefrenable de morder su cuerpo y disfrutar de su fragancia. Quería tenerla para sí mismo, pero sabía que era casi imposible debido a la presencia de Inuyasha. Sin embargo, se le ocurrió una idea descabellada. Jugaría con los sentimientos de ambos, solo para poder tener el corazón de Kagome para siempre. Naraku estaba dispuesto a manipular a los dos y sembrar la discordia entre ellos con el fin de obtener lo que deseaba.

En medio de la noche, Kagome caminaba sola por un sueño húmedo, su mente turbada por la presencia constante de aquel hombre que, a pesar de ser su enemigo, aparecía en sus sueños de manera erótica. Esta situación la mantenía inquieta y nerviosa, sin poder encontrar tranquilidad ni a nadie con quien compartir su confusión. Sin embargo, Kagome sabía que debía mantener la calma y resolver los problemas que la aquejaban.

De repente, sintió una presencia maligna a su alrededor y se puso en posición de ataque, preparada para enfrentar cualquier amenaza. En ese instante, un gato negro de tres colas emergió de donde Kagome apuntaba con su arco. El felino también se encontraba en posición de ataque, pero, para sorpresa de Kagome, se mantuvo tranquilo. Intrigada por su actitud, ella bajó el arco y el gato no hizo ningún movimiento amenazante.

El gato volvió a su tamaño normal y Kagome se acercó lentamente, mostrando respeto y observando al lindo felino, que se asemejaba a Kirara. Después de unos minutos de calma, el gato subió al hombro de Kagome y comenzó a lamer su oreja. Kagome rió y acogió al gatito en sus brazos, pero no sabía qué nombre ponerle. Mientras reflexionaba sobre ello, decidió regresar al campamento junto a los demás. Pasaron la noche tranquilos, ahora convertidos en dos gatitos yokai nekomata, aunque se diferenciaban por la cantidad de colas que poseían.

¿Cuándo y dónde será el próximo ataque de Naraku?

Naraku To Love (Original)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora