En una noche común, la joven Kikio y Inuyasha se entregaron a sus deseos sin percatarse de que alguien más los observaba en su íntima comunión carnal. El peso de repetir una y otra vez esa experiencia dolorosa por amor era abrumador para Kagome, sobre todo considerando que ella no pertenecía a esa época y se había enamorado de alguien que nunca podría corresponderle de la misma manera. Estaba cansada de sentir lo mismo una y otra vez, especialmente cuando había tantas otras personas en el mundo. Esa noche, decidió que ya no sentiría más amor por él.
La chica, sumida en un estado de ánimo sombrío, se dejó caer en el suelo y las lágrimas adornaron su rostro. Su fiel compañera, Kirara, la acogió en sus brazos mientras la luna observaba en silencio. El alma de Kagome se sentía vacía y el dolor de esos recuerdos la agobiaba.
A la mañana siguiente, Kagome guardó silencio y no habló con nadie, y a Inuyasha parecía no importarle. No sabía qué le molestaba tanto a él. No quería discutir con él, ya que los días habían estado tensos debido a los constantes obstáculos que Naraku les presentaba.
El viaje continuó y ahora se encontraban en un camino rocoso, ascendiendo una montaña en busca del palacio de Naraku. Después de mucho caminar, finalmente divisaron el palacio del infame enemigo. En un momento de pausa, todos se detuvieron para organizarse y descansar un poco. Pero justo en ese momento, el enemigo hizo su aparición, perturbando los breves momentos de paz. Todos estaban alerta, preparados para el ataque que sabían que vendría.
Naraku, con una sonrisa burlona, se dirigió a ellos: "Al parecer, me buscaban. ¿Qué tal si jugamos un juego?". Kikio estaba a su lado, atada y sin poder escapar. Su plan estaba funcionando a la perfección; había capturado a Kikio y planeaba poner a Inuyasha en un juicio emocional. Mientras mantenía a Kikio como rehén, Naraku miraba a Kagome con ojos llenos de diversión, deseando presenciar la desilusión en su mirada y captar toda su atención.
Inuyasha, furioso y desesperado por la seguridad de Kikio, exclamó con voz feroz: "¡Deja a Kikio!". Estaba dispuesto a atacar en el primer indicio de debilidad.
Naraku, con malicia, continuó provocando: "¿Qué pasaría si te diera a elegir con quién te quedarías? ¿Con la vieja miko de barro o con la nueva? Elige". Otra risa retumbó en el lugar, mientras Kagome esperaba en silencio lo que más temía. Jamás imaginó que sería su amado quien se convertiría en el enemigo más doloroso al atacar directamente a su corazón. Kagome no deseaba escuchar palabras hirientes de aquel a quien amaba, pero sabía que debía elegir a una de las dos mujeres para salvar a aquel mundo y a todos los que lo habitaban.
Inuyasha, desesperado y en un intento de evitar hacer daño a alguien más, respondió con determinación: "Elijo a las dos". Creía que podría hacer ambas cosas y así no lastimar a nadie más. Mantenía la mirada fija en Naraku, desafiante, mientras el villano sonreía malévolamente.
Naraku lanzó a Kikio directamente contra unas rocas, más cerca de él y más lejos de Kagome. Inuyasha reaccionó de inmediato, saltando para atrapar a Kikio en el último momento. Sin embargo, Naraku aprovechó la distracción y atacó a los amigos de Inuyasha, enviando toda clase de monstruos hacia ellos. En un acto desesperado por proteger a Kagome, Inuyasha se abalanzó sobre ella, tratando de evitar que fuera arrastrada hacia el precipicio. Pero, lamentablemente, cuantos más intentaban salvarla, más monstruos emergían de su propio cuerpo. Ni siquiera Kirara pudo hacer algo para ayudar.
Inuyasha fue atacado una y otra vez mientras sostenía a Kikio, incapaz de abandonarla debido a su debilidad. Naraku, regocijándose en su éxito, reía a carcajadas.
Mientras Kagome caía al vacío, una imagen de Inuyasha y el desesperado intento de sus amigos por salvarla se grabó en su mente. La risa tenebrosa de Naraku resonaba en sus oídos, provocando un intenso dolor emocional que sacudía todo su ser. Las lágrimas brotaban sin cesar, convirtiéndose en la única forma de desahogarse en medio de la agonía. Aceptar que iba a morir era una de las cosas más difíciles que jamás había experimentado. Los minutos que transcurrían antes de tocar el suelo parecían una eternidad. La brisa seguía azotando con fuerza, y la sensación de estar al borde de la muerte se hacía más intensa.
La conciencia de Kagome no pudo soportar más y finalmente se desvaneció. Una serpiente negra maligna la atrapó justo antes de que su cuerpo se estrellara contra el suelo. Sin embargo, había sufrido graves heridas debido al impacto y a los ataques previos de Naraku que no pudo esquivar.
Naraku se burlaba con crueldad: "Ajajj, eres lo peor. Has perdido algo muy valioso. Está muerta, uno menos de ustedes. Inuyasha, ¿Qué les dirás a los demás, a su familia? Ella murió por tu culpa. Ya no puedes sentir su aura, ¿verdad? Has dejado que lo diera todo por ti. Al menos tendrás a la miko de barro. Prefiero matar a la estúpida de Kikio. Hasta nunca, y gracias por la perla".
Desde aquel día, todo cambió.
El equipo se tomó un tiempo para buscar a Kagome en vano. El agotamiento los consumía y comenzaron a pensar que realmente había muerto. La culpa carcomía sus corazones, especialmente a Inuyasha, que se culpaba por no haber sido lo suficientemente rápido para salvarla.
Todos estaban sumidos en la tristeza. La anciana no encontraba palabras para consolar a los jóvenes, y a pesar de tener a su hermana a su lado, sabía que había perdido algo valioso. La perla también estaba en manos del enemigo, y todos se sentían un poco perdidos.
Pasaron cuatro largos años desde aquel fatídico día. Cada uno de ellos encontró un nuevo propósito y alguien especial en sus vidas. Sango y Miroku finalmente se convirtieron en pareja, mientras que Shippo creció y se convirtió en un adolescente con habilidades sobresalientes. Inuyasha y Kikio aparentemente encontraron la felicidad juntos. O al menos, eso es lo que parecía.
Seshomaru y Rin también estaban enamorados, pero la reserva de Seshomaru y la timidez de Rin dificultaban expresar sus sentimientos. Sin embargo, el camino los uniría de la manera que estaba destinado a ser, ya que el amor no puede ser negado eternamente.
En una lejana parte del mundo, habitaba una hermosa joven con extraordinarios poderes. Era conocida como "La Reina Flor de Loto" y estaba acompañada por un gato negro de tres colas llamado "Gato Lunar". Su belleza era legendaria, al igual que su reputación como sanadora y ser de gran amabilidad. Siempre brindaba ayuda a los más necesitados y llevaba una vida feliz. Pero había algo que siempre anheló: ser amada. La pregunta era: ¿Quién sería la persona especial que conquistaría su corazón?
La joven Kagome ahora era Aome. Cambió su nombre para evitar ser buscada por sus antiguos amigos, pues sabía que para ellos estaba muerta. Además, la persona que amaba ahora era feliz con alguien más. Pero, por más que intentara guardar su secreto, siempre hay alguien dispuesto a revelar la verdad. Así fue como las historias sobre la mujer milagrosa llegaron a oídos de la anciana de la aldea. Los chicos decidieron ir a conocer a esa persona con la idea de proteger a los aldeanos. Emprendieron un viaje sin saber con qué se encontrarían: un antiguo enemigo.
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Naraku To Love (Original)
FantasyEn el mundo de Inuyasha, todos conocemos al temible villano Naraku. Sin embargo, esta historia va más allá de lo que hemos visto en el anime. Nos adentramos en la mente y el corazón de Naraku, explorando sus pensamientos y emociones más íntimas. Cua...