Los hijos proscritos

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«Fascinado con su nueva adquisición, Morglú hizo varias pruebas transformándose en algunas criaturas, desde un enorme dragón igual a los creados en Rüskla –de gran tamaño y con la capacidad de escupir fuego a voluntad- hasta un insignificante ratón de cola larga, cuerpo pequeño y orejas redondeadas. El dios de la traición descubrió entonces otra habilidad que le significó un gran avance luego de mucho tiempo esperando que Erthum se los revelara, y dichos descubrimientos aumentaban el ego y la sed de poder del traidor, más aún al centrar sus pensamientos en querer tener a Vita, convirtiendo lo que alguna vez fuera un cariño sincero y sencillo en una obsesión de la cual nada ni nadie lo podría liberar. El cuervo le observaba espantado, nunca había imaginado que su amo se podría volver tan astuto al punto de maquinar tan bien un plan que de por sí no se veía para nada sencillo pero que pudo resolver en menos de un día.

Así transcurrieron los días hasta que el señor oscuro hizo una primera prueba, la que implicaba escalar el mismísimo Monte Wallhor y atravesar las líneas defensivas de los warsens que custodiaban el macizo desde las faldas hasta la cima, en donde se encuentra el Divino Paraíso. Impulsado por el simple deseo de llegar al reino celestial, Morglú se puso el casco Malian y una vez conseguida la invisibilidad salió cual flecha disparada desde la cueva cruzando todo el brazo occidental, desafió el frío del paso de Kalish, cruzó el Bosque de Namir y el majestuoso río Humel –o Kinara-, llegó al Santuario de Gatheril –o Grescar- hasta llegar por fin a las faldas del Monte Wallhor, el cual fue menospreciado por el traidor diciendo "Y pensar que yo hice un reino de macizos mucho más imponentes que esta simple roca alta que sostiene en su cima los cimientos del reino celestial. Yo en cambio hice un país lleno de tesoros, Rüskla aguarda riquezas brillantes en más cantidad que esta tierra de valles, ríos y piedra moldeada que hasta ahora no ha sido poblado, mis tierras eran excavadas por miles de servidores que me respetaban y me llamaban su señor, aquí nada más hay animales y una que otra bestia feroz a la cual se le atraviesa con una simple lanza y su carne es asada para un banquete ofrecido a los dioses, quienes nada más se llenan la barriga y hacen un par de ejercicios que los fatigan inmediatamente. Yo busqué mi independencia, trabajé una tierra fértil y la hice rica, di vida a una raza nueva y ellos trabajaron para mí, me engrandecieron, pero pronto mi creación se vio destruida por la envidia de mis sobrinos, fui exiliado, abandonado y olvidado, he visto como se han burlado de mí sin remordimiento, pero ahora van a saber que me han subestimado y conocerán mi ira". El señor oscuro se dispuso entonces a escalar el monte pasando entre las líneas de warsens que tan solo sentían una brisa pasar e ignoraban que se trataba del para ellos innombrable.

Alcanzada una vez la cima, Morglú no mostraba signo alguno de cansancio, pero si hizo reparo en que la noche había caído sobre los cielos de Irh aiia y por tanto los dioses se disponían a descansar, por lo que rápidamente buscó a Vita y la encontró caminando de la mano de Imper hacia sus aposentos, por lo que el traidor no tardó en seguirles sin antes cerciorarse de no ser visto. Una vez allí, el señor oscuro vio a la pareja acostarse en un lecho grande donde pronto el dios de la ciencia y el poder abrazó a su hermana y le empezó a susurrar al oído. "Ha caído la noche pero el color de tus cabellos igualan al brillo del sol". "Será por la luz que da la luna en esta noche estrellada" contestó Vita. "Tu belleza es única y nada ni nadie puede eclipsarla, cualquier tesoro brillante no se compara contigo, ni los sembradíos de trigo. Eres inmensamente bella" replicó Imper. "No desprecies las creaciones, mi señor –corrigió la divina-. Recuerda que de Padre Cielo y Erthum cuenta que nosotros vivamos en este reino y por tanto no podemos responder con soberbia ni desconocer sus obras". "Nunca he despreciado las obras de nuestros ancestros, tan solo he intentado halagarte –Imper se sintió un poco torpe y pronto dejó de abrazar a la diosa cuidadosamente-. Creo que iré a meditar un momento, vuelvo pronto". El dios del poder iba saliendo de la habitación, ante lo cual Morglú reacciona rápido y se interpuso ante su hermano para chocar con él, logrando pegarle en el hombro derecho y temió en seguida ser descubierto por su par, quien por suerte no hizo reparo en lo ocurrido y siguió su caminar.

Los Mitos de Iraya: La Condena de la Inmortalidad ©Donde viven las historias. Descúbrelo ahora