Torre Tarbeck era un impresionante castillo situado al sur de El Risco y a dos días y medio de Castamere hacia el sureste. Ambas pertenecían a las Tierras de Occidente. La Casa Tarbeck fue una casa antigua con muchísima influencia en estas tierras y, además, uno de los vasallos más poderosos, junto con los Reyne, de la Casa Lannister.
La muralla era de piedra sin argamasa y medía veinte varas de altura, rodeada por un foso lleno de agua con dos puentes levadizos de madera. Tenía dos puertas con rejas que daban a los dos caminos principales: uno hacia el norte y otro hacia al sureste que llegaba hacia Castamere. Dentro había una fortaleza impresionante también de piedra con dos torres. En total todo medía cuarenta varas de altura. La armería, la herrería, el mercado, el septo y otra serie de edificios se encontraban fuera de la fortaleza.
El patio de arena estaba abarrotado de personas que vendían sus mercancías, de niños corriendo detrás de unos cachorros de perros, del golpear del acero al rojo vivo de la armería y de las espadas de entrenamiento al golpear mientras un caballero daba órdenes.
Un maestre joven, de treinta años, entró corriendo en la fortaleza en busca de su señor. Era alto aunque le estaba creciendo una prominente barriga. Vestía una túnica gris de lana de oveja basta y la cadena de los maestres. Comenzó a subir las escaleras que daba al salón de audiencias donde, seguramente, estaría Lord Hoster de la Casa Tarbeck reunido con sus altos generales. El maestre Goski abrió la puerta y entró. El Lord estaba de pie ante una mesa lleno de mapas y papeles, mientras que a lo largo de la mesa había cinco caballeros con sus armaduras sentados y hablando todos a la vez.
–Mi señor, mensaje de Castamere. Nos acaba de llegar un cuervo –dijo al instante el maestre, pues era un mensaje urgente.
–Y bien, ¿qué noticias hay? – preguntó Lord Hoster. En su coraza llevaba el emblema de los Tarbeck: una estrella de siete puntas gironada de azur y plata en campo gironado de azur y plata.
–Las tropas de los Reyne se movilizan. Se han rebelado contra Lord Tytos y nos piden nuestro apoyo.
Lord Hoster ya conocía esa noticia, pues su esposa era una Reyne. Lady Fabia Reyna era la hermana de Lord John Reyne de Castamere. Para hacer la unión de las dos casas más sólida, la propia hermana del Lord era la mujer de Lord John, una entramada red matrimonial ideada por sus difuntos padres. Es por ese motivo por lo que había convocado a sus generales al momento.
–Entonces ya es oficial –respondió Lord Tarbeck.– Mi querida esposa me había dado solo indicios de un posible alzamiento pero ya tú traes la respuesta oficial. Manda un cuervo y dile a los Reyne que cuentan con nuestras espadas.
–Sí, mi señor –y el maestre salió con dirección a la pajarera para responder al mensaje.
Mientras tanto Hoster se quedó con sus generales.
–Bien, mis generales. Reclutad a todos mis hombres. Contratad mercenarios si es preciso, como está haciendo nuestro amigo Reyne. Pero no quiero a ningún hombre capaz de luchar sin convocar. En caso de que Lord Tytos ataque, atacará primero Castamere, pues está mucho más cerca de la Roca.
Hace tres años aproximadamente, Lord Hoster llevó a cabo un intento de sublevación a la muerte de su padre Brandon. Por ello se presentó ante Lord Tytos en Roca Casterly y fue apresado de inmediato. La noticia llegó a Torre Tarbeck junto con un batallón pequeño formado por Ser Stafford Lannister, cuñado y primo de Ser Tywin Lannister, y dos miembros más de la familia. Al conocer la noticia del cautiverio de su señor esposo, Lady Fabia Reyne tomó cautivos a los tres Lannister y amenazó a Tytos. «Dejad libre a mi marido. Si le ocurriera algo yo le haré el doble a mis leones prisioneros», fue el mensaje que mandó la señora de Torre Tarbeck a la Roca. La respuesta fue inmediata, se liberó a Lord Tarbeck sano y salvo, aunque Tywin quería mandarlo en tres trozos pero su padre era muy débil en ese aspecto.
Habían pasado ya tres días desde la carta, en los cuales Lord Hoster había reclutado a seis mil soldados de a pie y a dos mil quinientos a caballo. El Lord iba en su caballo marrón, con una armadura plateada reluciente con una capa azul. A su lado estaba su hijo de veinte años, Ser Brandon.
–Brandon, hijo mío, tú estás al mando de la fortaleza junto con mi hermano, Ser Manderly –estaba diciendo el señor a su hijo.– Tenéis una guarnición de soldados y arqueros, aunque creo que no lo necesitaréis. Además Lord Raynald Westerling vendrá con su hijo Ser Gawen. El Risco se ha unido a nosotros –se despidió de su hijo, dio la vuelta y se fue junto con su ejército en apoyo hacia Castamere.
Durante el camino, Hoster estuvo recordando la despedida de su familia...
–¿Por qué tienes que ir tú? –preguntaba llorando Lady Fabia– ¿Por qué no mandas a algunos de tus generales en tu lugar? No quiero perderte.
Hoster le agarró la barbilla, le secó las lágrimas que le caían por las mejillas con la otra mano, le miró a sus intensos ojos y le dio un beso en la boca. Cuando se despegó de ellos no sabía cuánto tiempo había pasado pero le respondió:
–Es mi deber como señor que soy. Pero no te preocupes, viviré lo suficiente para ver a nuestro nieto nacer.
La esposa de su hijo Brandon, Safrina, estaba embarazada y, según su hermana septa, su alumbramiento sería dentro de unas semanas. También abrazó a sus dos hijos pequeños. Primero a Katya, una doncella de dieciséis años y luego a Ronald de doce, que era escudero de su hijo Brandon. Por último se despidió de sus hermanas Ellyn de veinte y de Sifria, que se había hecho septa, la cual le bendijo en nombre de los Siete.
Fue la despedida más dura a la que el Lord se había enfrentado. «Menos mal que los veré dentro de poco tiempo», pensaba en aquel momento mientras se alejaba de las murallas. Pero ahora estaba al mando de un ejército y tenía que pensar como un general y como un gran señor. El día se había ido muy deprisa, ni siquiera se había dado cuenta, pero ya era hora de acampar.
–Ser Rodrick, vamos a acampar aquí. Avisa al resto del pelotón, que vayan montando las cabañas. Ser Roose, que talen árboles y monten un círculo de estacas. Si vamos a dormir que sea seguro. Randyll, monta aquí mi cabaña y luego encárgate de mi caballo –ordenó Lord Tarbeck.
Randyll, su escudero,era hijo de su hermano Manderly con su esposa Malissa, y era el único hijo que tenían. Montó rápidamente la cabaña, era sencilla pero espaciosa, y luego se ocupó del caballo para luego echarse a dormir.
ESTÁS LEYENDO
Las lluvias de Castamere: la rebelión del león (Fanfic Juego de Tronos)
FanfictionLa Casa Reyne se alía con la Casa Tarbeck para rebelarse contra Lord Tytos Lannister, de Roca Casterly, un hombre débil y al que todos sus vasallos humilla. ¿Cuáles son las causas? ¿Qué pasó con las dos antiguas y legendarias casas? ¿Quiénes eran su...