Un nuevo contrapeso parte 2

977 29 36
                                    

Lo prometido es deuda. Tras meses y meses de espera, aquí está... LA CONTINUACIÓN.  Al final me decidí por continuarla (no es que no quisiera hacerlo, es que soy muyyy vaga). Disfrutad, criaturicas mías, disfrutad!!

Call se despertó adolorido. Había dormido poco y mal, además de en una postura incómoda que le había dejado el cuello hecho polvo. Incluso antes de abrir los ojos, la conversación de ayer ya estaba en su mente. Se sentía como una mierda. Pensó sinceramente fingir estar enfermo para no ir a clase, pero estaba seguro de que el Maestro Rufus le pillaría. Así que se levantó de la cama y casi se cae al suelo al sentir el relámpago de dolor que le recorrió la pierna. Se tragó el grito que iba a soltar y se agarró a la cama para ayudarse a incorporarse. De la manera más lenta posible, se cambió el pijama por el uniforme y se aseó. 

Cuando abrió la puerta para salir del cuarto, casi pisa un bulto que estaba en el suelo. Dio un bote hacia atrás de la sorpresa, que fue aún mayor al descubrir que el bulto era en realidad Tamara. Estaba acurrucada contra la puerta, rodeándose las rodillas con los brazos y sin calcetines.

 Ahora que había crecido se había cambiado su pijama rosa de "Lucho como una chica" por otro azul y blanco con las palabras "El mejor amigo de una chica es su arma" que le dejaba al descubierto los brazos y las piernas. Las sábanas y las colchas del Magisterium eran tan calentitas que no hacía falta cambiar el pijama de verano por el de invierno, pero dormida en el suelo Tamara debía estar muerta de frío. Con cuidado de no despertarla, Call rozó su mejilla con los dedos. Estaba helada. Tamara se estremeció levemente, pero siguió dormida.

Call suspiró. Seguía cabreado y decepcionado, pero le era imposible dejarla allí. Arrastrarla hacia su cama no era una opción, y llevarla en brazos... a Call ya le costaba sostenerse a sí mismo, ¿cómo iba a sostener a otra persona? Aunque bueno, podía usar la magia del aire para hacerla más liviana. Ya había hecho levitar objetos antes, no podía ser tan diferente. 

Call se agachó al lado de Tamara y le pasó un brazo por debajo de las piernas y otro por debajo de los brazos. Se concentró en el aire que le rodeaba y sintió la familiar sensación de la magia recorrerle el cuerpo. Dirigió la corriente hacia Tamara, y casi al instante notó como su peso disminuía.

Contó hasta tres mentalmente y la levantó. Del dolor Call tuvo que volver a tragarse un grito. Aunque Tamara ahora pesaba lo mismo que Estrago cuando era un cachorro, el tirón de la pierna le hacía insoportable sostenerla mucho rato. Así que sin pararse mucho a pensarlo Call se adentró en su cuarto y con la mayor delicadeza que pudo depositó a Tamara sobre su cama, aún sin hacer. La chica masculló algo y abrazó la almohada. 

Call la miró. Su amiga (no estaba seguro de si seguía siéndolo) era muy guapa, y dormida su pose de chica dura patea-traseros desaparecía. Call no pudo evitar sonreír al comparar a la pacífica Tamara dormida con la bomba que era despierta. De pronto, el nombre de  "Constantine" regresó a su mente, y se le cayó la sonrisa del rostro.

Sin hacer ruido, Call recogió su bandolera y se la colgó al hombro. Tras dar una última mirada a Tamara, que se había arrebujado bajo las sábanas de tal manera que de ella solo se distinguía su pelo oscuro, salió del cuarto. No esperó a Aaron, quien aún estaba durmiendo, sino que se dirigió solo al comedor. No tenía ganas de escuchar los intentos de su amigo por hacerle sentir mejor.

En la enorme sala de piedra donde todas las personas del Magisterium desayunaban solo había unos pocos alumnos que por sus uniformes azules y su mirada de superioridad Call dedujo que eran del curso de bronce, y unos cuantos maestros hablando en una mesa en tono desenfadado.

Call reconoció  Alex Strike sentado solo en una mesa del final. Pensó en ir a saludarle, pero enseguida descartó la idea. Aún se sentía incómodo hablando con un estudiante  popular y mayor que él.  Pasó a su lado sin que este advirtiera su presencia al dirigirse a por su desayuno (rebanadas de una especie de pan verde untado en algo azul eléctrico y el té marrón, que había resultado ser un triste reemplazo del café), pero justo cuando regresaba y buscaba con la mirada algún lugar para sentarse Alex levantó la mirada.

Historias Del CallmaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora