Capítulo 4.

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Me levanté con un dolor de cabeza insoportable, el día estaba nublado y apenas empezaban a caer una gotas de lluvia.
Era miércoles, puesto que tenía que asistir a la escuela. Odiaba la escuela, no me gustaba para nada.
Me talle los ojos, y abri la ventana sintiendo como la lluvia amenazaba al día. Miré la hora en mi celular y marcaban las 6:00 a.m.
Fui al baño, para darme una ducha caliente.
Me quite la pijama, y la deposite en el sesto de la ropa sucia. Que parecía montaña. Reí al pensar eso.
Abrí las dos llaves, calculando que el agua estuviera tibia.
Me metí, sintiendo un escalofrío de los pies a la cabeza. Y me relaje por unos minutos.
Salí del baño, con una toalla enrollada en la cabeza y en el cuerpo.
Fui a mi armario y saque una sudadera negra, un suéter color blanco, un pantalón negro y mis converse blancos.
Me vestí y me hice una coleta muy arriba de la cabeza. Acomode los libros correspondientes y me heche la mochila al hombro. Corrí por mi celular porque estaba vibrando. Al mirar la pantalla aperecia como "Número desconocido" y conteste.

-Buenos días señorita Sellers -Una voz conocida me decía-.

-¿Quien eres? -Dije apuntó de colgar-.

-Lucas Wells -El corazón se me subió a la garganta-.

-¿Como sabes mi número? -Le pregunté sonriendo-.

-Facebook me hizo el favor -Lo oí reír muy a lo lejos-.

-Vaya señor Wells -Me sonroje-. Que interesante.

-Pensé que no ibas a contestar.

-Pues de hecho ya me iba a la escuela -Baje al comedor y deje mi mochila en el suelo-. Entró a las 7:00.

-Ah, que lástima -Dijo en tono jugueton-. Entonces nos vemos a las 8:00 p.m. En el parque. Junto al árbol mas grande.

-De acuerdo señor Wells -Respondí sonriendo-.

-Suerte en tu escuela -Oi por primera vez su risa-.
-Suerte a donde quiera que vayas Lucas -Rei como estupida-.

Colgué.

Y mi madre me miraba muy sospechosa. Con una ceja levantada y su sonrisa de siempre.

-¿Tu novio? -Me dijo burlona y se acercó a
mi-.

-No -Heche una carcajada-. Es un amigo.

-Ah, bueno -Me sirvio un plato de cereal-. ¿Es de tu escuela?

-No -Conteste comiendo mi cereal-. Es de New York.

-¿Donde lo conociste? -Se sentó junto a mi y junto sus manos-.

-Internet -Sonrei-.

-Ustedes y su internet -Torció los ojos-.

La plática con mi mama no duró mucho. Solo quería sacarme la sopa. Puesto que nunca lo logró.

Al llegar a la escuela, antes de bajarme del carro; me advirtió que entrará a todas las clases. Y bla, bla, bla.

Caminé por pasillos, hasta llegar a mi respectivo salón. Pero antes de entrar me detiene mi gran amigo Jack Ross, que se sienta 4 asientos mas atrás de mi. El es muy apuesto, es alto, tiene un cuerpo de atleta, su cabello rubio cae como cascada por su cara y tiene unos grandes ojos azules. Admito que esta bueno.
Me agarro del brazo y plantó un beso en mi mejilla.

-¿Que pasa Jack? -Lo miré a los ojos-.

-Pasame la tarea de ayer, paró de mejores amigos -Sus ojos pedían suplica-.

-Ayer falte, idiota -Me reí a carcajadas-.

-Oh, muy cierto -Se río y paso una mano por su cabello-.

-Ahora si me permites lo empuje a un lado-. Tengo que estudiar -Dije sarcástica-.

Jack paso un brazo por mis hombros y me sonrió al momento que entrábamos al salón y el profesor de matemáticas nos miraba.
Cada quien se fue a su respectivo lugar y yo me senté junto al lugar de Charlotte, que por cierto estaba vacío, ella no volvió a venir por segunda vez. Y así iba a hacer durante éste año y los otros 2 que faltaban de la preparatoria. Éramos apenas unas adolescentes de 15 años.

Las dos horas de matemáticas se me hicieron eternas, ecuaciones, ecuaciones y mas ecuaciones. Todo aquello me provocaba sueño.

Las clases habían terminado, en recesó me la pasé con Jack y me contó lo bien que le fue en Londres y sobre las chicas que había conocido.

Mi madre paso por mi a la escuela. Y no dijo nada en todo el caminó, sólo me preguntó como me había ido y que había hecho. Y yo le contestaba muy cortante. Ya que estaba muy agotada por las clases de gimnasia.

Al llegar a casa, subí a mi cuarto y me recoste en mi sillón que apuntaba hacia la ventana, aun llovía; el día estaba para morir. Y yo saldría en un par de horas con Lucas. Y no estaba muy de acuerdo con lo de vernos en el parque.
Porque no en un café o en un restaurante. El parque no se me hizo muy bien.

Y ahí me quede, mirando toda la tarde la lluvia y pensando en aquel chico de ojos hermosos.
No tenia ningún mensaje de el, ninguna llamada perdida, y no se había conectado. Comenzaba a preocuparme.
Y tampoco había bajado a comer. Y ni mi madre se tomo la molestia de hablarme o de pedir alguna comida rápida.
Y desde la mañana no había mirado a Josh, mi padre. Tal vez se había ido a trabajar desde temprano o se había quedado dormido.

Marcaban las 7:00 p.m.
El corazón se me subió a la larganta, solo tenía una hora para arreglarme.

Me di un baño de 15 minutos, ya que no estaba muy sucia.
Corrí a mi armario y saque un vestido negro con azúl marino, unas mallas negras y un sacó negro no muy largo; y por último unos zapatos de piso. Y me vestí lo mas rápido que pude.
Me hice una coleta muy arriba de la cabeza, como siempre acostumbró. Y me puse un poco de rímel en las pestañas para levantarlas, un poco de labial para no verme tan pálida.

Tome mi bolsa y metí mi celular, asegurandome de que no se saliera.
Antes de bajar me mire en el espejo, y sonreí satisfecha.

Baje a la sala donde mi madre se encontraba. Y me miro de pies a cabeza.

-¿Saldras? -Me preguntó echándose un puño de palomitas a la boca-.

-Si -Conteste acomodandome el vestido-.

-Okay -Me sonrió-. Pero vuelve antes de las 11:00.

-No lo prometo -Dije sarcástica-.

Pedí un taxi y llego en menos de 15 minutos.
Iba tan nerviosa, que comencé a morderme los labios y sentí un sabor a sangre. Auch. Ya quería verlo, abrazarlo por primera vez.

Antes de bajar del taxi, le pague al taxista. Y miré mi celular, marcaban las 7:57 p.m. Buena hora para llegar.

Fui al árbol mas grande, donde quedamos de vernos y me lleve la sorpresa de que no estaba por ninguna parte. Mi corazón latía a mil por hora y yo era la única a estas horas.

Desde muy lejos miré a una persona acercarse, no estaba segura si era el. Pero dio vuelta para otro lugar. Así que no era.
Me cruce de brazos por el frío y el viento que hacia, y el cielo amenazaba con llover.

-Buenas noches señorita Sellers -Su voz me puso los pelos de punta-. Nos volvimos a encontrar.

《A través de la pantalla》Donde viven las historias. Descúbrelo ahora