El Comienzo

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Narra Omnisciente

Otro día soleado para pasear por el Cementerio. Un lugar extremadamente grande con un lago a la vista y césped recién cortado, algo magnífico. Mía deambulaba por la orilla del lago, aspirando el agradable olor de la hierba recién cortada.

Era un lugar sin duda mágico y espectacular para ella, le transmitía paz y sobre todo ahí se sentía como en otro mundo al cual nunca se pudiera imaginar en la vida.

— Hey tú —grita un hombre de baja estatura y delgado, logrando asustar a Mía.

Ella lo observar desde lejos como se dirige a ella.

— Te estoy hablando niña —le repite el hombre.

— Claro que lo escuche, señor —dice ella.

— Vete ya, cerraremos el cementerio —el hombre se gira sobre sus pies y se va.

Ella odiaba que siempre le hicieran lo mismo pero también comprendía que podían pasar muchas cosas ahí dentro. Mía sin ganas decide irse a su casa donde la esperaba su tía Charlotte, una buena mujer. Ella solo vivía con su tía ya que cuando nació la mamá se fue de la casa y su papá nunca estuvo ahí. Caminando por las calles frías se dio cuenta que ya eran las 4:23 de la tarde.

El cementerio lo cerraban a las 4:20 p.m. donde ya la conocían por ir siempre a ese lugar.

Algunos la llamaban extraña o rara porque siempre la miraban entrar ahí. Claro que tiene amigas y amigos, una de sus mejores amigas es Alicia y la otra Gabriela. Su único y mejor amigo, Harry.

Mía estaba enamorada de él, pero al parecer Harry no. Él tenía novia, Verónica, ella enserio era tan hipócrita, tal vez Harry no se daba cuenta pero todos sí. A Mía solo le bastaba ser amiga de él y ya.

En la calle donde iba siempre estaba lleno de gente, era una calle muy transitada, vivía en una de las residenciales cerca de un gran centro comercial.

Al estar cerca de su casa ve que un auto esta estacionado enfrente de ella. Nunca había visto uno así de reluciente y lujoso. Así que se apresuró para saber quién era el dueño de aquel auto.

— Ya regrese —grita desde la entrada de su casa. Se acerca a la sala y ve que su tía está hablando con un hombre vestido de un traje negro y por lo que ve uno muy fino.

— Eh Hola —saluda Mía con timidez.

— Mía, te presento al señor William —dice su tía Charlotte.

— Un placer conocerte Mía —dice William y se levanta para saludarla.

— Igualmente —contesta— ¿Qué hace él aquí? —se dirige a su tía.

— Él es mi abogado y está aquí para ayudarme con tú custodia —le responde.

— ¿Mi custodia? —dice sorprendida.

— Sí —aclara él.

— Tú padre está en la ciudad y reclama tu custodia —le informa.

— De ninguna forma me iré con él, ¿A qué viene? Ni siquiera estuvo cuando nací —explota Mía.

— Estoy de acuerdo contigo Mía —le recuerda su tía.

— Bien, para eso estoy aquí, para ayudarlas —interrumpe el abogado.

— Ya le dije todo abogado, espero que eso sirva —dice levantándose Charlotte.

— Me voy a mi habitación —se despide Mía.

El CementerioDonde viven las historias. Descúbrelo ahora