Capítulo 9

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Narra Omnisciente

Los días pasaban y cada vez se tornaba más fastidioso saber que la vida de dos personas importantes para Mía estaba en peligro.

— Mía —dijo Dan llamando su atención.

— ¿Qué quieres?

— Tengo algo que decirte y es muy importante —dijo él escogiendo con cuidado sus palabras.

— Te escucho.

— Ayer nos informaron —hizo una pausa— tu amiga...

— ¿Qué sucede con Alice?—no dejó que él terminara la oración.

— La encontraron muerta en su casa, ayer en la tarde —finalizó. Dan al ver la reacción de Mía se asustó, ya que ella no respiraba. — ¿Mía?

— ¿Por qué no me dijeron ayer? ¿Por qué demonios no me dijeron? —dijo en susurro.

— Porque...—no sabía que decir.

— Son unos monstruos —dijo con lágrimas en sus mejillas.

— Lo siento tanto, quise decírtelo pero no me lo permitían —quiso excusarse.

— Lárgate —dijo con odio.

— Mía, yo...

— ¡Dije que te fueras! —gritó.

Dan no soportaba verla tan dolida y más por la culpa de él, quería consolarla en estos momentos pero sabía que no era ético. <<Si tan solo fuera fácil>> pensó Dan.

Ya habían transcurrido tres horas desde la noticia, estaba anocheciendo y ella no pensaba salir de su habitación, no después de que le ocultaran algo tan importante. Tenía que hallar la manera de salir de ese lugar, solo quedaba Harry y no iba a permitir que algo le pasara. Estuvo observando el hospital durante los días que había estado ahí, sabía que a las 11:00 todos estaban en su habitación incluyendo médico, enfermeros y guardias. La seguridad no era la mejor.

— Es ahora o nunca —dijo para sí misma.

— Sabes que no logras nada saliendo de acá —dijo esa voz fastidiosa.

— Déjame en paz.

— Deberías de agradecerme por cuidar de tu estúpido noviecito —dijo burlón.

— ¿Agradecerte por Harry? y no es mi novio —dijo con repulsión.

— Sí ¿Sabías que Alice estaba intentando ganarte la jugada?

— Espera ¿A Alice le gustaba Harry? —preguntó con evidente sorpresa.

— ¡Oh por Dios niña! —Exclamó la voz con una leve carcajada— sí que eres estúpida.

— Ella no... Eso no es posible —se tomó del cabello y empezó a tirar de él— Estas mintiendo.

— ¿Cómo te mentiría sobre eso? —dijo ofendido aquella voz.

— Vete, sal de mi cabeza —dijo Mía agarrándose la cabeza y dando vueltas.

— ¿Con quién hablas? —dijo Dan desde la puerta.

— Vete —decía en susurros hasta que empezó a gritar.

— ¡Mía! ¡Reacciona, deja de gritar! —dijo desesperado Dan— ¡Un calmante!

Llegaron dos enfermeras, una de ellas la sostuvo mientras la otra inyectaba un calmante en el brazo de Mía.

— Cálmate ¿Si, princesa? —repetía Dan al lado de Mía.

— No me hagas esto —dijo Mía antes de quedarse dormida.

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