Epílogo

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— Eres una cobarde —suspiró— eres una cobarde al dejarme solo, pero tan valiente al hacerlo.

Harry miraba con detenimiento el nombre de aquella chica que lo había cautivado por un buen tiempo. Podía sentir la brisa golpeaba su cara, el lugar le daba escalofríos pero sabía que era el lugar favorito de su chica. Nadie más iba a decirle que se fuera de ahí, ella ya pertenecía a ese lugar que todos temen pero ella amaba con todo su ser.

— Varias cosas han pasado desde que te fuiste —hace una pausa y respira hondo— conocí a alguien, quiero que lo sepas porque a pesar de todo eres y serás mi mejor amiga. Está chica me hace feliz, y realmente me veo en un futuro con ella.

Pasaba su mano por aquellos rizos desordenados, suspiraba cada vez que era posible.

— Desde aquel día que vi tus ojos apagados y desesperados, fue como un puñal en mi estómago, no pude estar cuando más me necesitabas. Me dolió verte alejarte de mí, cada paso estabas más y más lejos, te busqué. Nunca me rendí ¿Sabes? hasta que te encontré —hace una pausa larga— Fue tarde, debí estar ahí contigo para protegerte de todo asqueroso que quisiera hacerte daño. Pero no lo hice, ese fue mi error, no poder estar cuando tu más me necesitabas. El 'hubiera' ya no existe aquí, ya no.

5 meses habían pasado desde aquel día, el último donde Harry vio a Mía. Donde debió detenerla y protegerla, lo intento, pero no fue suficiente. Nunca es suficiente. Nada es suficiente. Todo aquello que tuviste se fue y para siempre, las decisiones que tomas son tu triste realidad.

Hace apenas una semana encontraron a Mía, o al menos, el resto de su cuerpo. La noticia se hizo viral tras saber cómo murió en el bosque.

Según los noticiarios unos cazadores encontraron ropa en un punto desierto del bosque, uno de los perros que llevaban comenzó a olfatear el lugar hasta dar con una mano semienterrada. El grupo de asustados dieron aviso a la policía, al hacer los respectivos análisis supieron que era Mía.

Al desenterrar el cuerpo en descomposición pudieron ver que faltaban partes de sus extremidades como una de sus piernas. La autopsia revelaba que fue brutalmente violada y abandonada en medio del bosque, donde fue presa de animales salvajes del lugar. Pero lo más impactante fue ver que una de sus manos tenía atada una bolsa, donde hallaron los frascos de sangre con los nombres de sus amigos.

Todo el mundo estaba en shock al saber tal tragedia, gran parte del país seguía conmocionada, aquella chica había tenido un final atroz.

— Me dolió saber que te habías ido —lágrimas adornaban el bello rostro del rizado— Mía perdóname ¿Sí? Nunca quise dejarte sola, fui un estúpido, lo sé, pero perdóname. No sabes cómo me sentí al saber cómo habías muerto —recordar ese momento le causaba ira y dolor— perdóname por no protegerte, por no estar contigo cuando aquello pasó. Sé que te encuentras en un lugar mejor y que te ha de fascinar, pero no me olvides, no olvides que dejaste a un moribundo sin tu amor. No me olvides, porque yo nunca te olvidaré.

— Joven —llamó un hombre— tiene que retirarse, cerraremos el cementerio.

— Claro, deme un minuto más —habló Harry.

La tumba de Mía tenía muchas flores, demasiadas, varias personas habían asistido al funeral.

— Mía, lo último que te pido es que seas feliz ¿sí? Se feliz donde sea que estés —deposito una ramo de rosas blancas enfrente de la lápida.

Sin más, sale del cementerio rumbo a su casa. Pero algo que Harry no pudo ver fue a su amada parada atrás de un árbol observándolo. Desde una distancia Mía estaba observando cada detalle de Harry, escuchaba con atención las palabras de él.

— Sí Harry, te perdono. Se feliz tú también, porque donde estoy es un lugar de felicidad. Hasta pronto.

5 meses antes.

Estaba anocheciendo y Mía aún se encontraba en la orilla de aquella cascada, no se había inmutado en irse hasta que escuchó.

— Maldito Jhonn, ¿a dónde mierda nos trajiste? —dijo una voz masculina.

— No seas marica, esta será una gran aventura —habló otra voz.

Mía estaba estática en su lugar, logró divisar un gran árbol donde corrió y se escondió. Logró ver a un grupo de chicos ebrios, eran 7 chicos de aproximadamente 22 años. Tenía miedo de que le hicieran algo.

— ¿Escucharon eso? —preguntó otra voz. Mía había pisado varias hojas secas causando gran ruido.

— Ve a ver, Rick —habló uno de ellos.

Mía vio como uno de los hombres caminaba así donde ella, sabía que fue un gran error no haberse ido.

— Preciosa ¿qué haces aquí a estas horas? —habló él, a lo que ella gritó.

Todos corrieron a ver que fue, tenían rodeada a Mía, podía apreciarse en sus caras la lujuria.

— Jugaremos un rato, preciosa —habló un rubio.

Dos de ellos la sujetaron hasta derivarla en la fría tierra, los movimientos eran bruscos con el cuerpo de ella. Las lágrimas no tardaron en aparecer, Mía gritaba por que se detuvieran, suplicaba que la dejaran.

— No por favor —dijo suplicante.

— ¡cállate! —la golpeo un castaño.

Los gritos que daba Mía eran en vano, estaba tan lejos de la civilización que nadie podía salvarla de aquellos ebrios.

— ¡Harry! —Gritó— ¡Ayúdame Harry! —gritaba sin parar.

— ¡Cállate zorra! —otro golpe.

Cada uno abusó de ella, sin pudor, estaban matándola. El dolor que sentía en su pecho era tan grande que aclamaba al cielo para que la mataran en ese momento, no quería seguir sufriendo de esa manera. Se lo merecía por todo el daño causado pero también era injusto, eran inhumano aquella atrocidad por la que estaba viviendo.

Llorando en la fría tierra, se levantó y como pudo se puso la ropa encima. y corrió, corrió hasta donde las piernas ya no pudieron dar más, estaba cansada y adolorida, estaba destrozada. Se recostó en un árbol y cayó dormida. Pero al instante de haber cerrado los ojos se escucharon pasos, con la poca fuerza que le quedaba, corrió una vez más hasta estar en lo más profundo del bosque. Fue allí donde se despidió de este mundo.

— ¡Lo siento, maldita sea! —Gritó a todo pulmón— Soy un maldito asco, Dios, no me abandones ahora por favor. Sé que hice las cosas mal, y me merezco todo esto pero por favor acéptame así, es lo único que te pido. —Ahogada en sus lágrimas dijo— Llévame.

Con eso se enfundó en un profundo sueño donde sabía que no iba a despertar. Todo había acabado, la paz estaba a cargo, ya no sentía dolor, todo había acabado. La sensación de estar bien era agradable, por fin podía seguir adelante sin preocuparse de alguien o algo, sin importar los demás.

El vacío era agradable, tanto para quedarse siempre ahí, y fue eso lo que hizo. Vivir en el vacío.

A veces la vida no es tan justa para seguir viviéndola, o tal vez sea lo suficientemente justa, nadie lo sabe. Debes aprender que se gana o se pierde, tú escoges que hacer y deshacer, que olvidar y que recordar. Yo aprendí que no todo está perdido cuando las cosas van mal, siempre está esa luz esperando a ser descubierta. Solo tienes que aprender a buscar y encontraras las respuestas, y sobre todo, nunca te rindas.

Por cierto, los frascos de sangre fueron enterrados en la misma tumba de Mía.




Mía Charlotte Bake, 1995-2013.

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