Sin embargo, mi paciencia estalló el último día de marzo.
Salía de clases, HoSeok me contaba algo acerca de un recital que darían en un club el fin de semana e iba estar un grupo que le gustaba mucho, me invitó pero yo no pude contestarle, ya que divisé a TaeHyung apoyado en el auto de YoonA, sonriendo y moviendo su cabello contra el viento.
Conocía ese movimiento, lo hacía cuando coqueteaba.
-Tenme esto -le dije a HoSeok, pasándole mi mochila y mis libros para dirigirme a paso violento hacia Kim.
Cuando estuve frente a él, fue como si me hubiese visto después de años.
Se enderezó y se puso nervioso, pero no me importo.
Arreglaría las cosas a como diera lugar.
-TaeHyung, nos vamos a casa, ahora -le espeté.
YoonA dijo cosas, las cuales no escuché, no tenía ni tiempo ni paciencia para oírla.
-Tú no tienes derecho alguno para mandarme, soy mayor de edad, puedo hacer lo que quiera -me respondió, pasando su brazo sobre los hombros de YoonA y atrayéndola hacia su pecho.
Ella parecía estar en las nubes.
Lástima que las nubes estaban demasiado altas y las caídas eran dolorosas.
-No, no puedes. Soy tu prometida, así que estoy en mi derecho de reclamar lo que es mío -le dije con toda la seguridad que mi rabia fue capaz de sacar.
La cara de YoonA se deformó, eso no se lo vio venir.
-Entonces, ¿en serio te casarás con _____ la Descerebrada? -fue la pregunta que pactó su sentencia de muerte.
No soportaba que me dijeran así, me recordaba lo estúpida que era.
-No, ¿cómo crees?
¿Qué había dicho?
¿De verdad lo había negado?
Sentí que las lágrimas se agolpaban en mis ojos, el corazón se me volvía un nudo.
¿Cómo creían que KIM TAE HYUNG, el chico con las mejores notas, el más educado y adorable, se casaría con alguien como yo?
Eso era un incordio.
Mas no dejé las cosas así.
No me importaba si Kim se las daba de chico malo, de indiferente o peor, si se avergonzaba de mí.
Tampoco me importaba si con esto le daba una pista de que comenzaba a quererlo como algo más, mucho más.
Él era mío.
Y fin de la historia. No me había cambiado de cuarto y acostumbrado a sus besos por nada.
-Tendrás que comenzar a creer, porque TaeHyung es mi novio y no dejo que otras lo toquen -solté con gravedad.
Agarré a TaeHyung del brazo y lo jalé con todas mis fuerzas para que me siguiera.
Fue difícil, se resistió, pero no me di por vencida.
Cuando se dejó llevar, fui hasta el auto que ocupaba en la semana, uno negro y compacto para trasladarme dentro del pueblo.
-Eres una hipócrita -me dijo cuando estuvimos solos.
HoSeok nos había visto, aún cargando con mis cosas, pero le hice una seña para que no se acercara.
-Cállate -le dije entre dientes.
-Comienzo a ver la verdadera persona que eres, estuve ciego tantos años.
-¡Cállate y escúchame! -exclamé exasperada.Él se quedó mudo, sin saber cómo reaccionar.
-Yo no fui la que quiso todo esto, tú me propusiste matrimonio contra mi voluntad y tuve que aceptar. No me vengas ahora con que no quieres saber de mí, porque eso no va a ser posible. De la misma forma en que me dijiste en la cocina el día de tu cumpleaños qué harías de todo para enamorarme, te digo esto: Yo no te haré a un lado tan fácilmente como lo hiciste conmigo estas semanas.
Abrió la boca, asombrado de mis palabras, pero yo todavía no terminaba.
-Será mejor que te pongas los pantalones y continúes con tu plan, es inaudito que te hayas rendido al primer obstáculo.
Sólo por mirar a otro chico me ignoras.
-No voy a aceptar estas estupideces.
Me acerqué a él y quedé tan cerca de Kim que nuestras narices chocaban.
-Pon atención: Mañana iremos a ver a la hermana de Jin para organizar la boda. Si no estás allí, daré por acabado todo esto y nunca más en mi vida te daré otra oportunidad.
Estaba siendo impulsiva y violenta, pero no podía dominar mis emociones.
¿Qué si TaeHyung me importaba más de lo necesario?
A final de cuentas, sería mi esposo.
Sería mejor dejarlo en claro desde antes.
-______... yo... lo siento, me comporté como un idiota -me dijo después de unos segundos de shock.
Lo agarré del cuello y lo atraje hacia mí.
Lo besé como nunca antes lo había hecho, como si un fuego se propagara en mi interior.
Lo solté para mirarlo a los ojos y decirle en tono de advertencia:
-Ya era hora de que te dieras cuenta.
Y lo volví a besar, para que entendiera por completo que él era mío y que no pensaba compartirlo desde ese momento en adelante con nadie.