Cap. 7: El hombre de blanco y negro.

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-¿Me explicas ya las cosas?

Elena era una chica muy curiosa y todas las preguntas que tenía en su cabeza, hacían
que se estuviera volviendo loca.

-Por dónde empezar... -Elena, miraba al frente mientras ambos caminaban. Era muy guapa y Pedro no tardó en fijarse- Me llamo Pedro. Tengo 20 años. Cuando era un niño, mis padres murieron en un accidente de tráfico, y toda mi vida la he pasado con mi ¨nana¨
-Lo siento.
-No hay problema. No me puedo quejar de nada. Mi nana y yo siempre hemos estado muy unidos. Además, diga lo que diga, yo siempre fui su favorito.
-¿Había alguien más?
-Sí, mi hermano Jesús. El era mi mejor amigo y, de hecho lo sigue siendo. El era más revoltoso que yo. Yo siempre me quedaba después de comer a ayudar a mi nana pero él,... él se iba a jugar y nunca estaba quieto. Mi nana tenía mucha paciencia. Ella siempre fue una mujer muy alegre. Cuando se enteró de los de mis padres se entristeció, era su hija, era lo normal. A pesar de eso, siempre tenía una sonrisa en la cara para nosotros.
-Me encantaría conocerla. Por lo que me cuentas, parece una mujer muy luchadora.
-Si... A ella también le hubieras caído bien,... Murió hace 4 años.
-Oh,... lo siento. No lo sabía...
-No importa.

Ambos siguieron andando, pero esta vez, en silencio. Elena estaba un poco avergonzada. Habían hablado poco pero en ese poco había conseguido que Pedro
recordara las muertes de sus familiares.

-Cuéntame tú algo ¿no? Tengo entendido que te gusta bailar. Explícame eso.
Sin tener en cuenta el detalle de que Pedro sabía muchas cosas sobre Elena, ella decidió contestar:

-Sí. Me encanta bailar. Mi vida es el baile.
-¿Por qué te gusta tanto?
-No sé. Supongo que cuando bailo me libero. Cuando bailo es el único momento en el que no tengo que darle explicaciones a nadie. Es un momento en el que puedo ser yo, simplemente yo. Cuando bailo, todos los problemas salen de mi cabeza como si nunca hubieran entrado. Uno a uno. Siento como si todo estuviera bien y una sensación de paz invade mi cuerpo. Es algo... ¿cómo decirlo?... Es algo especial.

Pedro escuchó cada palabra que salía de los hermosos labios de Elena con atención. Le parecía fascinante todo cuanto ella le pudiera contar. Pero algo les interrumpió.
Entre uno de los arbustos, parecía moverse algo. Pedro paró en seco y puso el brazo izquierdo delante de Elena, para que esta parara también. Y de repente salió. Era un
hombre alto vestido con un extraño traje blanco y negro.

-¡Parar de inmediato! ¿Quién os habéis creído que sois para entrar por aquí sin permiso?
-Hombre... cuanto tiempo desde la última vez que nos vimos...
- ¡¿Pedro?!
-¿Te acuerdas de mi?
-¡Ja, ja, ja! –Una risa tan fuerte como macabra hizo que se vieran los dientes negros y rotos que aquel hombre tenía dentro de su boca- Veo que esta vez, vienes acompañado.
-Veo que esta vez, no estás atado a un árbol a punto de caer por un acantilado.
-¡Ja, ja, ja...! Querido amigo, esta vez, no te irás tan rápido.

De Detrás del Espejo [Pausada y editando]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora