Si es amor, que no haya distancia

476 36 8
                                    

Idea original: capítulo 5

POV Clara Anselmo

Dicen que cuando dos personas están destinadas a estar juntos, hay un hilo rojo, invisible, imperceptible a los ojos humanos, que los une. Es un hilo que se puede estirar como un chicle, doblar como una hoja, desteñir por el sol, pero nunca se puede cortar.

Ese hilo, que ya no sé de qué color es, es el que me une a Jorge. Y me encantaría, que el tramo que nos una, sea más corto. Poco menos de un metro. Para poder abrazarlo, besarlo, sentir su perfume tan varonil o simplemente para saber que lo tengo cerca.

Voy embobada en mis pensamientos. Cargo en mis brazos una caja llena de cancioneros. No toco la puerta y entro al despacho de la Madre Superiora sin imaginar que él iba a estar ahí.

- Clara –dice mientras se levanta de la silla- Ehh, Clara, te ayudo –me insiste ante mi silencio-

- Perdón, pensé que... no,no,no –digo nerviosa tratando de salir del lugar-

- Te puedo ayudar con la caja

- No, no, mejor vuelvo en otro momento -estaba por girar para escaparme de ahí pero me frena-

- No, no, no pero vení. Mira lo que pesa esa caja –me la saca de las manos haciendo que se rocen nuestras pieles-

- Apoyala ahí, son los cancioneros –le señalo el lugar tratando de no mirarlo a los ojos-

- Ahhh –sonríe- ¿Por qué te pones así?

- ¿Así cómo? –me secaba el sudor de las manos en el hábito, tratando de que no se note que temblaba-

- Así –señala mis manos- Te están temblando las manos

- Me tiemblan las manos porque... -buscaba una excusa- la caja está... están todos los cancioneros y estaba muy pesada

Subo la vista a su sonriente rostro. Sabía que mentía pero no dijo nada. Podía pasarme horas mirando el brillo de sus ojos cuando se ríe. Su pupila se achicaba haciendo que el celeste cielo abarcara casi la totalidad de sus esferas preciosas.

- ¿De qué te reís? –digo saliendo de mi obnubilación y tratando de parecer molesta-

- No, me río porque pasaron veinte años y seguís siendo la misma terca de siempre. Y –me apunta con el dedo- el gesto, el mismo gesto que cuando te pones nerviosa, todavía lo estás haciendo

- Yo no hice ningún gesto –me cruzo de brazos- porque no estoy nerviosa

- Sí, así mira –me imita-

- No –trate de contener mi risa- Yo no hago ningún gesto

- Clara, nos vamos a ver todos los días. Voy a traer a Pedro al colegio, lo voy a venir a buscar porque no quiero que se ratee, reuniones de padres. ¿Nos vamos a llevar así todo el año?

- ¿Todo el año?

No sabía si eso era bueno o malo. ¿Quiero verlo todo el año? Sí, sí que quiero. Pero también quiero seguir con mi vocación. Y que el aparezca como si nada haya pasado, con su delicadeza para hacerme sentir los sentimientos que enterré cuando lo perdí, me hace dudar hasta de mi nombre.

- Decime, ¿necesitas algo porque yo tengo que seguir haciendo mis cosas?

Quería evitarlo. Como sea. Aunque eso implicara tratarlo más para alejarlo.

- Sí. Hay datos que no me acuerdo como el dni de mi hijo o datos de mi mujer que no tengo ni idea

- Podes llevarte los papeles y mañana los traes. ¿Algo más?

Mi versión JorlaraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora