Capítulo 4: Encerrada.

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POV Camila:

Y ahí estaba yo, muerta de miedo y sufriendo por la reacción de mi madre. Nunca la había visto así. Ella se quitó los guantes mojados y llenos de jabón tirándolos al suelo. Alzó su mano y rozó sus dedos contra mi mejilla herida, gruñí de dolor y retiré mi mano.

- ¿Camila que te ha pasado? – dijo con un hilo de voz - ¿Problemas en clase de nuevo?

- No mamá, me caí – me excusé.

- No te atrevas a mentirme Karla Camila – wow era serio si utilizaba todo mi nombre.

- Mira mamá no es nada, en serio, fue una estúpida disputa – me intenté girar pero mi madre me cogió del brazo.

- Mija... no voy a permitir que te pase nada nunca... si me dices quién o quiénes fueron yo puedo actuar y protegerte...

La última vez que me protegió me costó una paliza... Los colegios no suelen hacer mucho caso hasta que pasa algo grave. Aunque nunca me habían pegado de esta forma... ¿Pero que iba a hacer? Tirarme a llorar a sus faldas como una niña pequeña solo la iba a destrozar más, tenía que ser fuerte y sí, me gustaría que mi padre y mi madre pudieran protegerme con alguna acción legal, pero era imposible. Y la situación no hacía más que empeorar cada vez que me mudaba. No, no era justo que mi madre y mi padre cargaran conmigo.

- Mamá en serio no quiero hablar de ello... déjame descansar ¿vale? Luego si quieres tenemos una conversación pero no ahora, no puedo – me deshice de su agarre y me fui escaleras arriba hacia mi cuarto.

Dejé a mi madre llorando sola en el salón, no paraba de sollozar y de aguantarse los gritos... lo peor de que me pegaran era cuando hacían daño a un ser querido como a mi madre, que se encontraba ya desesperada por este asunto. Oí como llamaba a mi padre por teléfono – Alejandro... es importante por eso te llamo. Es Camila... Otra vez... - comenzó a llorar en medio de la llamada que estaba manteniendo con mi padre en un perfecto español – Sí, de acuerdo, háblala tú por favor, yo no puedo ver a mi niña así – y después de un rato cortó la llamada.

¿Tengo yo verdaderamente la culpa de que mi madre esté así? ¡No! La culpa la tienen esas putas con su grupo de perros falderos. Me las pagarán algún día. Cogí mis cascos y me puse a escuchar música a todo volumen mientras cerraba los ojos y me tumbaba en la cama boca arriba, las lágrimas se fundieron con mi almohada al igual que mis pensamientos se fundieron con el sueño poco a poco olvidándome por un rato de mis problemas.

Un ruido repentino me despertó – ¡KAKI! – Dijo mi pequeña Sofía saltando en mi cama. Abrí los ojos y sonreí a más no poder. La abracé con mucha fuerza tratando de ocultar mi cara en su cuello. Las heridas me dolían pero tenía que fingir que no pasaba nada.

Sofía era mi pequeña princesa, era una de las cosas más maravillosas del mundo, desde que nació yo la adopté como si fuera mi hija en vez de mi hermana. La cuidaba, la mimaba, la ayudaba... todo lo que podía hacer por ella lo hacía.

- Kaki me estás estrujando ya – se soltó de mi abrazo y me miró extrañada – Kaki... ¿esas heridas?

- Me caí de la bici, por eso siempre te decimos papá, mamá y yo de llevar casco ¿A que no quieres acabar como tú hermana, eh? – era una dulce niña pequeña, a ella la podía engañar con una mentira piadosa. ¿Qué la iba a decir? ¿Qué a su hermana la habían partido la cara por nada? Para mí era demasiado pequeña como para saber el tipo de personas tan horribles que existen en el mundo. Además ya he metido a mis padres en mi vulgar vida como para arrastrar a Sofi con ellos.

- Wow... a partir de ahora siempre me pondré el casco en la bici – me tocó el labio y la ceja – Ahora vas a parecer una malota Kaki. Vas a dar mucho mucho miedo.

Mirror mirror [Camren]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora