1840 - Cuba
POV 3ª Persona
- Miguel ya está la comida - La mujer del terrateniente dijo tímida entrando en el despacho de su marido. Pero como siempre, se quedaba en la puerta para no interrumpir a su esposo.
- Ya voy - El terrateniente tenía sus ojos verdes inmersos en unos papeles sobre los nuevos esclavos que iban a llegar a su plantación.
Si, el terrateniente Miguel era un hombre con un poder tremendamente temible. Manejaba muchas plantaciones de azúcar con miles de esclavos a su disposición. Por esa época empezaban a perder poder los terratenientes esclavistas, pero no él, no este esclavista.
A parte de su poder también daba miedo su forma de ser: Un hombre fuerte, duro, astuto, frío, calculador, maltratador... y lo peor de todo era su inteligencia. Utilizaba su don en crear nuevas formas de no caer ante la deplorable situación en la que se habían encontrado otros terratenientes. Eso incluía más mano dura con los esclavos, incluso tenía uno trabajando personalmente para él día y noche. Era un joven de la calle, sus ojos verdes hicieron que el Terrateniente se fijara en él. Estaba extremadamente en forma y era muy moreno por lo que debía ser un vagabundo. Al pobre lo engañó prometiéndole de todo y al final acabó como otro esclavo más.
Cuando estaba a punto de levantarse para comer su esclavo personal apareció en su despacho, venía sudado y sin aliento.
- Amo tenemos un problema - El chico de tez tostada dijo sin temer por las consecuencias. Sabía que no podía interrumpir ni dirigirse a su terrateniente así o recibiría severos castigos, pero esto era urgente - Tiene que venir conmigo hay una enorme pelea entre los esclavos - al joven le dolía llamarlos así, él era una de esas personas y a la mayoría de ellos los conocía. Todos eran como una gran familia, si no fuera de esa manera, nadie soportaría estar así.
- ¿¡Qué!? - El hombre se preparó furioso para enfrentar a sus esclavos. Cogió su fusta y su pistola, solo por si acaso, y se dirigió con su subordinado a la escena.
El Terrateniente y el moreno llegaron rápidamente. Había una muchedumbre de gente de color, con ropa rasgada y mugrienta y de aspecto muy mejorable, debido a las largas horas de trabajo, gritando a dos hombres que estaban pegándose una paliza de muerte. El Terrateniente disparó al aire y todos se quedaron quietos en su sitio incluso los dos hombres que enseguida tragaron saliva haciendo un gesto de incomodidad notable.
- ¿Qué está pasando aquí? - habló con calma, pero la calma no era nada bueno en el Terrateniente. Aunque su voz estuviera llena de tranquilidad, él siempre estaría lleno de un aura oscura. La gente ahí lo sabía y lo temía por ello - ¡Qué me lo digáis bastardos! - golpeó a los dos hombres con su fusta y vio que apoyado en la pared había un objeto que no sabía que sus esclavos poseían.
- Este es el único culpable aquí - uno de los hombres señaló a su compañero - Quería llevarse la posesión más preciada de mi padre - el hombre hablaba con furia, pero también con cautela. Sabía que si su "amo", como se hacía llamar, se enojaba era capaz de matarlo. "Un esclavo imbécil menos, una lección más para los otros borregos" Decía siempre el terrateniente.
Miguel se fijó en la posesión de la que el esclavo hablaba. Apoyado en la pared se encontraba un espejo de caoba de cuerpo entero con toques de oro. Su Amo se acercó y lo tocó, se quedó embobado por su belleza, había algo en él que lo atraía.
- ¿Os peleáis por esto? - Su sonrisa asustaba a todos los presentes. El esclavo más anciano, que ejercía también como chamán, se acercó al espejo y puso su mano encima de la del Terrateniente.
- Es mío y cuando muera será de mi hijo y así sucesivamente - el hombre estaba calmado. Era el que controlaba y ponía paz entre los esclavos además de ser el más respetado.
- Lo quiero. Ahora es mío - Parecía un niño caprichoso.
- Máteme, cuando mi sangre corra por el espejo entonces será suyo - no hablaba con soberbia ni de forma desafiante. Solo ponía sus normas.
- De acuerdo - Miguel puso esa mirada. El hijo del viejo esclavo intentó ponerse al lado de su padre, pero este le separo de forma pacífica dándole una cálida sonrisa.
Solo se oyó un disparo. El anciano cayó al suelo llevando sus manos al corazón. El hombre despiadado que lo había disparado se agachó y sin compasión manchó su mano para luego incorporarse y esparcir la sangre del chamán por el espejo.
- Ahora sí que es mío - y sonrió sin compasión viendo como todos lo miraban con ese odio mezclado con horror. Amaba esa sensación de sentirse poderoso. Que la gente despreciara lo que él más amaba de sí mismo.
El terrateniente salió con dos esclavos a los que les obligó a llevar su nuevo espejo mientras todos los que quedaban ahí miraban horrorizados el dolor de un hijo perdiendo a su padre en sus brazos.
- No debiste haberle dicho eso Pa... - el hombre lloraba como si de un niño se tratase cogiendo a su padre e intentando que se quedara con él. Cosa que ya sabían todos imposible.
- Hijo... era mi hora de irme. Lamento lo del espejo, pero Miguel Jauregui va a tener que cargar con esto y con mucho más durante toda su vida. No desesperes, todos tenemos lo que merecemos - El anciano pronunció sus últimas palabras y mirando a todos con amor susurró "Manteneos fuertes" para morir en brazos de su hijo y delante de todos los presentes.
Lo que no sabía el Terrateniente Jauregui era que ese espejo iba a traerle más problemas que alegrías.
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Hey! Espero les guste.
Es corto, pero poco a poco vamos sabiendo más del espejo (7u7)
Pretendo subir el siguiente en poco, ya que estuve días sin actualizar y este les habrá sabido a poco u.u
Ya saben, si les gusta: comenten, voten y sobretodo sigan leyendo :3
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Mirror mirror [Camren]
FanfictionCamila está acostumbrada a huir de las constantes palizas que recibe después del colegio hasta que encuentra un patio trasero de una casa abandonada donde poder escapar cada vez que lo necesita. Después de meses conoce ahí a Lauren, la dueña del pat...