Domingo 31 de Enero de 2016

19 4 0
                                    

Hola!

Emmm, pues no hay mucho que contar, la vida es aburrida los domingos, sobre todo si no voy al Templo...

Ja, ¿Sabes de qué me acorde? De ti, es un tanto patético, pero bien sabes que yo suelo ser patética la mayor parte del tiempo. Solo espero, Juan Carlos, que sepas porque me he acordado de ti precisamente en Domingo.

Pero bueno, ya que no tengo mucho que contarte, reflexionemos un rato sobre la vida...

Ah, soy patética, lo más patético es que te hablo tan familiarmente, como si no hubiese estado llorando por ti hace a penas unos días, por que sí, Juan Carlos, llore por ti.

Fue feo sí, lo admito, por un momento conserve la esperanza de que todo tuviera solución, pero desde que dejamos de hablar aquella vez y después de que estuvieses diciéndole a media escuela que yo estaba enojada contigo (Como si eso fuese algo posible), después de que yo te hablara y tú actuaras  de modo extraño, me di cuenta de que en realidad tú y yo eramos tan parecidos que no hacíamos más que chocar, y aunque resistiéramos a los primeros choques, no tardaríamos en terminar destrozados, y yo no podía permitir eso.

Pero, a pesar de todo ello, jamás perdí la esperanza de volver a ser los de antes, porque a mí me hacían falta las conversaciones en la madrugada, me hacia falta un motivo para entrar a FB -debo de admitir, que cuando deje de hablar contigo FB perdió todo sentido -me hacia falta reír con alguien, me hacia falta alguien, y se alguien eras tú Juan Carlos.

Jamás jugamos basquet juntos, y tampoco echamos reta... nunca me enseñaste a sacar... y lo que es peor, no estas hora conmigo... me odias, cuando habías jurado hasta el cansancio que no podrías hacerlo... Juan Carlos, siempre anhele que todas las cosas anteriores pasaran, pero como he dicho antes, los sueños no se hacen realidad.

Te seré honesta, no recuerdo en que momento empecé a ir entre clases a las canchas con tal de verte, no puedo imaginar un mundo en donde no te busco por las ventanas, un mundo en donde no disfruto salir de clases para verlos jugar voléy, no recuerdo en que momento fue que empecé a colarme en su taller, no recuerdo en que momento las clases empezaron a importarme tan poco, no recuerdo en que momento fue que empecé  a hablarle a la gente tanto de ti... no recuerdo un mundo donde no sé que es ser feliz... no recuerdo la vida antes de ustedes. Y, a pesar de todo, tengo que aprender vivir sin todo lo que he mencionado.

Y no querido, no te estoy culpando de nada, si bien fueron tu culpa tus promesas, pues insististe en ellas aunque yo te advertí de lo peligroso que podría ser, pero en si todo el embrollo este fue mi culpa, y si no fuera porque tú eres el embrollo, no tendrías nada que ver en él.

En realidad tengo poco o nada que reprocharte, pero si mucho que agradecerte pero  creo que ya te he agradecido mucho y   como no te he reprochado casi nada, empezaré con los reproches.

Nunca entendí porque te empeñaste tanto en salvarme, no ganabas nada, era obvio que perderías mucho, ¿Por que lo hiciste? Creo que jamás encontrare la respuesta a esa pregunta, yo no la sé, y dudo mucho que quieras darmela.

¿Por qué prometiste todas aquellas cosas, y te empeñaste tanto que yo las creyera?, sí bien sabías que no podías cumplir a esa promesa. Una vez me dijiste "Mamá esta mal", el que estaba mal eras tú, mi madre había dicho que tú me mentías, y para comprobar su teoría, hoy ya no estas a mi lado como prometiste estarlo.

Me dijiste que me querías, pero Juan Carlos, nadie jamás lo ha hecho, ni lo hará, ni siquiera mi propia madre pudo hacerlo...

Aran.

Cartas a un ÁngelDonde viven las historias. Descúbrelo ahora