CAPÍTULO XI

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Me siento en mi cama y me acabo de secar el resto de las lágrimas. Rebusco en mi escritorio una libreta, bueno, mi diario, supongo que no importa llamarlo así.

Me siento mal. Mentira, me siento fatal. Hoy por la tarde no pude reprimir las lágrimas. El corazón me dio un vuelco al ver a Cristóbal en una cafetería con Caroline mientras volvía a casa. Parecía que se lo estaban pasando bien, no quería interrumpirles y tener que pasar el mal trago de que me saluden. Julia tenía razón, tendría que haberme olvidado de él. Recordar todos los días de la semana pasada, cuando me abrazó, cuando me cogió de la mano, cuando me llevaba en su espalda, cuando me llevaba la mochila para que a mi no me pesara....

Se me vuelven a derramar las lágrimas, me duele la cabeza como sí toda esta semana hubiera estado reprimiendo todos estos sentimientos y ahora me devoraran entera. Me secó un poco por encima las lágrimas y sigo escribiendo.

No se que debería hacer, Cristóbal no tiene la culpa, creo. Él ya lo dejó claro bastantes veces "somos amigos", "somos compañeros"... Ese comportamiento supongo que era normal para él, pero para mi no. A partir de ahora, no quiero ser un perrito faldero de alguien que no sabe ni que lo tiene.
Todavía no se cómo olvídame de él, pero creo que lo mejor será fingir no estar enamorada. Me reconforta saber que cuento con el apoyo de Julia y de Tobías ahora que él también sabe de mis sentimientos.

Cierro mi diario dejando en él la huella de una o dos lágrimas y me dejo caer sobre la cama. Unas últimas lágrimas se liberan de mis claros ojos marrones y se deslizan por mis morenas mejillas antes de quedarme dormida.

SENTIMIENTOS CONFUSOS.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora