La soledad.

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Estoy en el ático; rara vez salgo de aquí, sino es para observar con atención a los agentes de bienes raíces que tratan sin éxito que alguien compre esta gran casa, enorme se podría decir, pero dista mucho de ser considerada una mansión. Es hermosa, de eso no hay duda. Es amplia y las paredes ya viejas por el tiempo (un siglo) de un color tan rojo como el propio vino, con cuadros de pinturas exquisitas casi en cada una, y muebles tallados de un café como el chocolate... En fin, es antigua, pero es preciosa.


Como ya puedes darte cuenta, la casa no es huida por su belleza. La casa no se vende por mí.

Los fantasmas somos criaturas de fantasía, nadie cree que existimos, pero lo hacemos, o al menos yo lo hago, pues no conozco a otros. No somos como dicen, no somos transparentes y flotamos, no estamos aquí por asuntos pendientes. Algunos, según investigué, (tuve que hacerlo en noche de luna llena, ya que es la única noche en la que puedo entrar a "la vida después de la muerte") están aquí (en el mundo de los vivos) porque deciden quedarse, en lugar de ir en busca de la paz, a esos yo los llamo "tontos", (una expresión que aprendí con el tiempo) almas que prefieren quedarse vagando por la tierra con miedo a buscar paz, sinónimo de miedo a lo desconocido. Y estamos nosotros, los que estamos aquí por una maldición.


Maldición, embrujo, mala suerte, como quieras llamarlo, estoy atorado en una casa hasta que alguien sin miedo a los fantasmas venga a ayudarme; lo he intentado durante mucho tiempo, (1 siglo, para ser exactos) y lo único que he conseguido don dos cosas:

>una mala reputación hacia la casa; ya que a nadie le agrada escuchar a un fantasma necesitado (resulta que, por naturaleza, estoy hecho para inducir miedo). Corren gritando en mi presencia.

>y, también, gracias al paso del tiempo, he adquirido una cosa a la que llaman "sarcasmo", estoy lleno de el, creo que lo adquirí con el tiempo.


En fin, soy el fantasma creado por una terrible maldición.

Las personas me pueden ver, si yo quiero que lo hagan, y luzco como cualquier ser humano normal. Y también puedo tocar el mundo de los humanos, y, por ende... A los humanos. Lo único que me delata es mi piel, y, que no puedo salir de la casa. Mi piel, pálida, por no mencionar blanca, está anti naturalmente fría.

He intentado hablar con la mayoría de la gente que viene por aquí (que no es mucha considerando que la casa está en medio del bosque) y la que ha habitado está casa, que salen corriendo nada más la mención de la palabra "fantasma", o, simplemente se ríen , hasta que me irrito y les muestro mi invisibilidad como prueba de la verdad, es en ese momento cuando salen corriendo y vuelven con la policía, que los toma por locos; me dan lástima.

Es un frío invierno, y las gélidas paredes que dejan entrar todo frío inminente, realmente no ayudan.

Fui guapo en mi vida pasado. Conservo mi estatura, y afortunadamente mi fornidéz, pero mis ojos azules como el océano en pleno verano (el que era mi principal atractivo) con el tiempo, la soledad y mi triste resignación se hicieron de un azul gélido. Mi piel, que antes era de un tono bronceado, ahora es pálida como la de un muerto, porque, técnicamente... estoy muerto. Pero cuando antes las mujeres me querían, ahora huyen de mi.

Los días son eternos, y mi soledad retumba cada vez mas en mi cabeza. No hay nadie con quien hablar ni con quien compartir mis penas. En las noches (por mas que lo intento) no logro dormir. A veces me siento en la silla al lado de la ventana, y observo a la luna pidiendo en mi mente una llave para el candado de mi maldición.

Cierro los ojos y pienso en la vida después de la muerte. Abro mis ojos tras escuchar un sonido parecido a un automóvil en marcha... que se acerca.

Me levanto rápidamente y voy hacia la ventana, la enorme ventana que se encuentra en el ático de forma circular. Es mi ventana favorita; con un diámetro de un metro. Permite ver el exterior en todo su esplendor, desde cada una de las estaciones del año en el diminuto bosque. Es una de las cosas que hacen soportable mi estancia aquí.

 Es una de las cosas que hacen soportable mi estancia aquí

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En el exterior se encuentra un automóvil gris, me ha costado actualizarme a las nuevas épocas que ha tenido el mundo, ya que casi nadie viene por estos rumbos, (aparte de los agentes y de los tontos que compran la casa a sabiendas de que hay un fantasma en ella) solo niños pequeños que dicen tener valor suficiente para entrar aquí, y, que cuando se aburren (no quisiera asustarlos con mi presencia, así que decido no aparecer) se sientan en el césped y sacan un pequeño aparato que emite luz y sonidos diferentes, lo llaman "tablet". Pasan horas allí, utilizando dicho aparato... para mi es un desperdicio de día. Los agentes de bienes raíces se pasan mucho por aquí y también llevan consigo esos aparatos.


Se estacionan en la entrada y no puedo creer lo que estoy viendo...

Han vendido la casa.

Blanco como el invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora