La llegada

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Me encanta el invierno, la belleza y tranquilidad de esta estación me consume, podría observarla por siempre. Observo a través de la ventana del coche como caen los copos de nieve poco a poco... sin ninguna prisa, burlando al tiempo y cumpliendo su destino al caer con suavidad. Es una de las principales cosas que me animaron a venir.

 Es una de las principales cosas que me animaron a venir

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He escuchado leyendas por parte de mi abuelo acerca de esa casa; Cuando era pequeña me contaba que había una maldición, y que la casa se lleno de fantasmas de antiguas generaciones. Claro que yo era muy pequeña y me tragaba todo lo que me decían. Pero ahora, cuando lo pienso, se me hace una tontería.

Casi no conocí a mi abuelo, por lo que no me afecta mucho su muerte, pero me siento extraña. Mi abuelo murió hace una semana y nos dejo  una casa que era de su abuelo, que se la dejo a mi abuelo, que nos la dio a nosotros; y que ¡suerte! para mi, (notese mi sarcasmo) pues mis padres nos enviaron aquí de vacaciones, ya que la casa ahora por derecho es nuestra. Creo que mi abuelo querría que la vendiéramos, porque el intento hacerlo durante muchos años, pero nunca lo logro realmente, pues los huéspedes nunca duraban mas de una semana; según decían estaba embrujada. Pero mi padre no quiere hacerlo, dice que "no podemos desaprovechar una oportunidad de conocer una de las casas mas antiguas..." no le asustan los fantasmas, de hecho, no cree en ellos, a diferencia de mi hermano de siete años (mi compañero de viaje) que, mas que una fantasía, los cree reales... esta obsesionado con ellos. A la sola mención de la palabra "fantasma" el ya estaba en el auto a punto de irse a pasar sus vacaciones en una casa embrujada. 

Yo a diferencia de el, pelee con palabras y argumentos mi estancia en esa casa; quería pasar mis vacaciones en una bella playa con mis amigas, Lily y Margaret, y tal vez con el chico mas codiciado de todos... Erik. Llevo mucho tiempo enamorada de el. Pero no soy una de esas personas que resaltan de entre todas. No soy fea, nadie lo es, absolutamente ningún ser humano en este mundo es feo, (a mi parecer) sin embargo, existen personas mas bellas que otras, yo no soy una de esas. Mi pelo, de un negro oscuro, cae en ondas hasta la mitad de mi abdomen; mis ojos, simples y cafés, mi cuerpo... bueno, creo que basta decir que soy una tabla de 1.65 cm, y mi piel es irregularmente blanca... Luzco enferma. Soy una belleza regular, y eso alimenta mi teoría de que "la belleza exterior esta sobrevalorada".   

Hemos llegado. No lo puedo creer, esta casa es hermosa, y muy grande. Empiezo a pensar que no me costara pasar unas cuantas semanas aquí. 

 

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   Nos estacionamos en la entrada y nos reciben unas grandes y largas escaleras. Antes de q tenga la oportunidad de abrir la puerta para bajar del auto, mi hermano, Tommy (Thomas) baja corriendo del carro, sube rápidamente las escaleras y llega hasta la puerta, donde se detiene unos segundos, se voltea, me sonríe, y entra a la casa. No puedo dejarlo ir solo, por la emoción puede golpearse con algo. Bajo del carro y tomo las maletas de las manos del chofer, le doy el dinero y agradezco.

Me tardo un poco en subir todas las escaleras, ya que tengo todas las maletas en mis manos. Entro y me sorprendo aún más que cuando la vi por fuera.

-¡Thomas!- grito, en cuanto dejo las maletas. Por dentro, hay un recibidor con dos cuadros con paisajes en cada una de las paredes. A unos metros más al fondo hay unas escaleras con una alfombra roja. Infinitas.

-Por aquí- responde Tommy. Dejo las maletas y sigo la voz de mi hermano el explorador. 

Abro unas cuantas puertas hasta llegar a donde el se encuentra. Lo veo parado en frente de una gran chimenea. 

-Ayúdame con las...-me quedo sin habla al observar lo que el se ha detenido a ver. Es un cuadro enorme encima de la chimenea. En el se encuentra una mujer... Una mujer bellísima. La joven lleva un vestido rojo con un poco de escote (el cuadro solo muestra la parte de arriba) que dejan a la vista una piel tersa y blanca, no pálida como la mía, sino blanca, me atrevo a decir como las nubes, tiene unos ojos, desde donde alcanzo a ver, de un hermoso ámbar, cabello peinado de color café chocolate y finalmente, una sonrisa pícara.

-¿Quién es ella?-pregunta Tommy, todavía atontado por el encanto de la joven del cuadro.

-Ella es Katherin Collingwood, la reina de esta casa- me da un horrible escalofrío, porque yo no fui quien respondió a la pregunta.



Blanco como el invierno.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora