CAPITULO 32

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  En casa de Minho...

• ¿Me quieren decir por qué diablos han venido a robar con ropa blanca? ¡Un poco más y se ponen letreros luminosos por el culo! – gritó Kibum a los descerebrados de sus hermanos.

• Perdón, no sabía que había una etiqueta de vestimenta para cometer un robo – comento Jonghyun sin arrepentirse en absoluto de llamar la atención.

• ¡Pues si la hay! – dijo Kibum sulfurado – ¡negro, mierda, negro para que no te vean en la noche! ¡No blanco, ni amarillo! ¡Simplemente negro! ¿Es que no ven películas de ladrones?

• No me gusta ese género, ¿por qué tengo que admirar a un tipo que le roba a otro por diversión? Que se gane el dinero como todo el mundo: trabajando – dijo Jonghyun.

• ¡Pues no sabes lo que te pierdes! ¡Las de Ocen's Eleven son buenísimas! – comento Hyunjoong emocionado – Además, hay unas chicas que...

• ¿Hemos venido a robar o a hablar de cine? – interrumpió Kibum con enfado.

• Hombre, si tenemos esas dos posibilidades, yo prefiero el cine – bromeó Hyunjoong.

• ¡No, me van a ayudar! Para eso son mis hermanos – dijo Kibum.

• Está bien, si insistes... – se resignaron los dos mansamente al recordar las consecuencias de no prestar su ayuda a su querido hermanito.

• Bueno, ahora vamos a comprobar si alguna de las ventanas está abierta y me ayudan para que yo pueda entrar en la casa y les abro la puerta.

• La de la cocina está abierta – dijo Jonghyun.

• ¡Bien! Ayúdenme a entrar – ordenó Kibum dirigiéndose hacia la ventana de la cocina.

Jonghyun levanto a Kibum, y este intentó entrar, pero la ventana sólo estaba ligeramente entreabierta, así que al final Kibum quedó atascado y sin poder moverse hacia afuera o hacia dentro de la casa. Simplemente gritaba y pataleaba escandalosamente apremiando a sus hermanos a que lo sacaran de allí.

• ¡No te preocupes! Ahora mismo entramos – explicó tranquilamente Hyunjoong – Debo tener la llave por alguna parte – dijo tanteando sus pantalones.

• ¡No me digas que tenías una llave de la casa de Minho! – gritó Kibum – Entonces, ¿me puedes decir, Hyunjoong, por qué mierda estoy atorado en esta maldita ventana?

• Por impaciente – dijo Jonghyun mientras los dos lo dejaban pataleando para dirigirse con lentitud a la puerta de entrada.

Finalmente sus hermanos se dignaron a entrar en la cocina, pero en vez de ayudarlo fueron hacia el frigider y rebuscando en él, sacando dos cervezas frías que se tomaron con gran tranquilidad mientras estudiaban qué podían hacer para sacarlo de allí.

• La ventana está demasiado atrancada. Voto por dejarlo aquí e irnos a celebrar la despedida de soltero de Siwon por nuestra cuenta – propuso Hyunjoong alegremente.

• No sé... ¿A dónde podríamos ir? – contestó Jonghyun ignorando los gritos de Kibum.

• Hay un club en nuevo donde chicas hacen estriptis, y me han dicho que hay un espectáculo donde hacen pool dance – dijo Hyunjoong emocionado.

• No sé... no quiero que Taemin me mate por ver mujeres semi-desnudas – dijo Jonghyun, olvidándose de Kibum.

• ¿Y si lo llevas? Al fin de al cabo Kibum no tendrá su despedida... Y celebramos las 2 – propuso Hyunjoong.

• ¡Está bien, vamonos!

• ¡No pueden dejarme aquí así! ¡Les juro que los pondré junto a los más desagradables parientes de Siwon durante el resto de sus vidas! – gritó Kibum, histérico.

• Bueno, bueno... Ya te sacamos, sólo estábamos bromeando – dijo Hyunjoong resignado a quedarse sin ver el espectáculo de las chicas en tubo.

Los Kim comenzaron a tirar de su hermano hacia el interior de la casa hasta que oyeron el ruido inconfundible de la camioneta de Minho; fue entonces cuando los muy cobardes lo soltaron y salieron corriendo, dejándolo a él atrapado en la ventana de la cocina como un ladrón cualquiera.

Kibum les gritó, les suplico que volvieran para sacarlo de allí. Finalmente acabó maldiciéndolos e insultándolos mientras esperaba al dueño de la casa en una posición algo comprometedora.

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εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз ~ εїз

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• Este bonito trasero, yo lo conozco – dijo Minho, sonriente acariciando el trasero de Kibum sensualmente.

• ¡Estate tranquilo, Choi Minho! ¡No tienes ningún derecho a tocarme! – gritó él furioso.

• ¡Ah, pero si es el precioso trasero de Kim Kibum! Gatito, si querías ofrecérteme, no hacía falta que te pusieras en una posición tan complicada: con que me esperaras en la cama, bastaba.

• ¡No me estoy ofreciendo! – gritó Kibum removiéndose inquieto.

• ¿Estás seguro? La otra opción es que has intentado colarte en mi casa, ¡gatito malo! – dijo Minho dándole varias palmadas en el trasero.

• ¡Choi Minho, sácame de aquí! – pidió un lloroso Kibum.

• ¿De verdad estás atrapado? – preguntó Minho algo preocupado.

• Sí – lloró Kibum desesperado – y no puedo ni saltar ni entrar de la casa.

• Vale, tranquilízate bonito, yo te sacaré de ahí – dijo acariciando amasando el trasero de Kibum.

• ¡Deja de tocarme! – gritó Kibum entre lágrimas.

Kibum esperó impaciente a que Minho diera la vuelta a la casa y entrara en su casa. No tardaron mucho en oírse sus pasos decididos hacia la cocina, donde lo encontró encajado en la ventana situada encima del lavatorio gritando como un histérico, lleno de dolor.

• Tranquilo – susurró suavemente Minho mientras sacaba su caja de herramientas y se disponía a desmontar la ventana.

Tardo unos 15 minutos en desmontar todo el marco para que Kibum pudiera salir con facilidad. Lo alzo por encima del fregadero y lo sentó en la barra de la cocina para poder examinar sus heridas.

Subió lentamente el suéter de Kibum, donde encontró un leve enrojecimiento en la zona de la cintura y le aplicó una crema para calmar el ardor, luego le dio un beso rápido en los labios, intentando apaciguar sus sollozos y su nerviosismo.

• Ya está Kibum, ya ha pasado todo – murmuró estrechándolo con fuerza entre sus brazos.

• Menos mal que has llegado. Los burros de mis hermanos me iban a dejar así toda la noche.

• Pero si Hyunjoong tiene llave – dijo Minho confundido.

• Lo sé, pero se querían vengar de mí por obligarlos a acompañarme y no me lo dijeron – Kibum lloró desconsolado mientras se abrazaba con firmeza a Minho.

• Bueno, gatito, ya ha pasado todo, cálmate – pidió Minho limpiando gentilmente sus lágrimas con el dorso de su mano.

• Gracias, Minho – dijo cariñoso acurrucándose contra su fuerte pecho.

Minho sonrió satisfecho al verlo en el sitio al que siempre había pertenecido: sus fuertes brazos, que una vez más se negaban a dejarlo marchar.

• ¿Por qué has venido, Kibum? – preguntó Minho levantando su rostro para que se enfrentara a su acusadora mirada.

• Por el anillo – titubeó Kibum.

• Entonces ya sabes lo que quiero a cambio – dijo Minho señalando el dormitorio con la cabeza.

• ¡No es justo! ¡Eso es chantaje! – le recriminó Kibum alejándolo de él.

• ¡No me digas lo que es justo! ¡No es justo que tenga que ver cómo te casa con otro cuando tú y yo sabemos que es a mí a quien amas! ¡No es justo que me pase todas las noches muriendo de los celos pensando, imaginando si ésa será la noche que estarás en sus brazos! ¡No es justo que me rechaces por una estúpida lista, y no es justo que tenga que pasarme el resto de mi vida intentando olvidarte cuando sé que no lo voy a conseguir jamás, porque amo como un desquiciado! – confesó un inquieto Minho sin dejar de moverse en la cocina – Sólo te pido una última noche para guardar tu recuerdo, mañana te volveré a preguntar si quieres casarte con Míster Perfecto, y si es así, desapareceré para siempre de tu vida y no volveré a molestarte jamás.

• Sabes que no cambiaré de opinión, Minho – sentenció Kibum bajándose de la encimera.

• Déjame intentarlo – suplicó Minho acercando sus labios a los suyos.

• Nuestra última noche – confirmo Kibum ensimismado mientras besaba con delicadeza a Minho, dándole con ello una respuesta.

Minho lo atrajo fuertemente contra su cuerpo, profundizo el beso con una infinita pasión. Luego lo tomó entre sus brazos y lo llevó en silencio por las escaleras hacia su habitación.

Allí lo depositó en la cama que había hecho para él, en la habitación que hacía años compartieron durante las tórridas noches de verano en las que él podía evitar a sus hermanos.

• Al final convertirse este cuarto en tu dormitorio – comentó asombrado Kibum, ya que ésa era la habitación que él había utilizado cuando pasó sus días en esa casa.

• Sí, me traía muy buenos recuerdos – sonrió Minho.

• Es muy bonita – elogió Kibum fijándose en los hermosos muebles de madera que adornaban el lugar.

La gran cama tenía tallados a mano pequeños relieves de hojas de árboles; las dos mesitas de noche hacían un juego con la cabecera, y el armario de cedro descansaba en un rincón de la estancia rematando la belleza natural del conjunto. Un par de alfombras antiguas y hogareñas descansaban en el suelo, junto a la cama, y un gran espejo de cobre si situaba junto a la cómoda cerca del cuarto de baño.

• La hice pensando en ti, en que tú vivieras aquí, conmigo – dijo Minho pensativo, admirando la estancia.

• Minho, yo... – comenzó a decir Kibum, apenado.

• No digas nada, ni una palabra, Kibum, quiero que seas mío por última vez en la que debería ser nuestra cama, en el que debería ser nuestra casa.

Minho lo besó poniendo fin a sus protestas y lo tumbó con delicadeza en el colchón. El pelinegro profundizo el beso, agarrándolo del cuello y besándolo a la vez con la desesperación de saber que no habría un mañana.

Minho le quito la ropa con lentitud sin dejar de mirarlo continuamente a los ojos. Su suéter turquesa voló por la habitación, al igual que sus pantalones; su ropa interior no tardó mucho en seguir el mismo camino y muy pronto Kibum estuvo completamente desnudo debajo de él.

Minho admiró su cuerpo con cariño mientras con suavidad acariciaba cada una de sus cuervas, memorizándolas en su mente para sus futuras noches solitarias. Luego pasó a besar y a lamer cada parte de su delicioso cuerpo, no quería olvidar su sabor.

Acaricio su torso con adoración, lo beso con deleite y succiono sus pezones llenando su cuerpo de una intensa lujuria.

Kibum se arqueo impaciente contra su cuerpo cuando él comenzó a acariciar su entrada húmeda con sus expertos dedos, y no pudo quedarse quieto, pues deseaba tocarlo, besarlo, amarlo, como él lo estaba amando. Le quitó con timidez pero con impaciencia su camisa, luego su camiseta interior, que arrojo despreocupadamente a un lado, para acariciar ávidamente su musculoso torso. Tocó despacio sus fuertes músculos con sus delicadas manos y lo hizo estremecer cuando llego a la cintura de su jean, que desabrocho tembloroso, y sólo con la ayuda de Minho logró despojarlo del resto de sus ropas.

Kibum lo atrajo hacia su cuerpo excitado y necesitado y Minho lo penetro despacio, entrando en su interior con delicadeza procurando no lastimarlo, gimiendo ambos de placer, maravillándose con la manera cómo el interior caliente y húmedo de Kibum lo acogía.

Sus embestidas fueron lentas pero placenteras, haciéndolo gritar de necesidad y pidiendo más. Kibum arañó la espalda de Minho atrayéndolo más hacia su cuerpo, rogándole que no se detuviera, y él lo complacía entrando más profundamente en su interior y con más fuerza golpeando su punto dulce.

Llegaron al orgasmo a la vez y descansaron uno en brazos del otro como dos amantes fugitivos intentando no pensar en el mañana.

Hicieron el amor durante toda la noche, en todos los sitios, con desesperación porque el tiempo parecía acabárseles.

Cuando el sol comenzó a salir, ya vestido Minho lo abrazo una vez más entre sus fuertes brazos y le pregunto, mirándolo a los ojos. Evitando que las lágrimas que amenazaban con salir de mostraran.

• ¿Te casarás hoy?

• Sí – contesto Kibum decidido mirándolo a los ojos.

Minho sin dejar de mirarlo a los ojos ni un instante, le quito lentamente su anillo y lo sustituyó por el de Siwon, lo besó con ternura en los labios antes de decirle que se iba. Luego dio media vuelta, para que Kibum no viera como sus ojos se nublaban, salió, mientras Kibum se vestia. Por más que Kibum lo buscó por toda la casa para preguntarle qué quiso decir con esas palabras, no lo encontró.

La casa que tantos recuerdos guardaba estaba vacía ahora, y sin su presencia, parecía desamparada.

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Continuara...  

Rana Azul... Adaptación al MINKEYDonde viven las historias. Descúbrelo ahora