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"Torrevieja 47 km"
Leí en el cartel de la autopista. Como todos los veranos mis padres nos mandaban a mi, mi abuela y a mi hermano durante los meses de julio y agosto en nuestra casa de la playa en Campoamor.- ¿Abu, cuando llegamos? - preguntó mi hermano Lucas de 7 años de edad.
- Falta poco, tranquilo - contesté yo por mi abuela con una sonrisa, la cual mi hermano me la devolvió.
Unos cuarenta minutos después se podía divisar el mar. Mmm, que ganas tenía de ver a Irene, una de mis mejores amigas de ahí. Tras otros diez minutos llegamos a nuestra casa.
- ¡Bien soy libre! - grito Lucas bajándose land rover. Comencé a reír.
- Oye enano, ayúdame a llevar las maletas en casa y luego vamos a buscar a Emma y Ken.
- ¡Vale! - dijo tomando una maleta y arrastrandola por la acera
Emma y Ken eran los hermanos de Emmina, una gran amiga mía de Finlandía que vivía aqui desde hace años.
- ¡Lucas con ciudado que vas a romper la maleta! - gritó mi abuela con las manos sobre la cabeza, yo comencé a reír como una loca por la mueca de mi abuela - ¡Deja de reírte pequeña! Ayudale que va a romper la va a romper.
- Vale, vale ... - dije mientras me acercaba a mi hermano para ayudarle. Me pude fijar que la casa de al lado la habían comprado o alquilado ya que había un hombre corpulento
- Hola - saludó el hombre con un acento ¿inglés? Lo que me faltaba otro guiri.
- Hola buenas - saludé de vuelta con una sonrisa. - Enano, ve y pídele las llaves a abu -le pedí a mi hermano. Un minuto después apareció con un gran llavero. - Gracias.
Nada mas abrir la puerta prendí el aire acondicionado, y volvía ayudar a mi abuela con las demás maletas. Dos horas después me dí una refrescante ducha. A las 6 de la tarde había quedado con nuestra "peña" para reencontrarnos.
- Mierda ...- murmuré al ver que no tenía ninguna toalla - Joder... ¿que coño hago ahora?
Decidí coger la toalla para secarse las manos, bueno no me iba tan pequeña como yo pensaba. Fuí a mi habitación a cambiarme. Escogí un par de bragas azul y un sujetador a juego. Tras ponerme la ropa interior levanté las persiana y corrí las cortinas, puse música en mi móvil y mientras movía mi trasero al ritmo de Mika sentía que alguien me observaba. Tras darme la vuelta para abrir la ventana pude ver a un chico rubio que me miraba con una sonrisa en la cara y con una ceja levantada. Mierda. Grité tras tirarme al suelo. ¿Qué coño hacía mi vecino mirando por la ventana? Joder. ¿Qué ago?