CAPÍTULO VI
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¡Disfruten!
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—Rukia...-
Su murmuro se perdió entre el bullicio que le gente emitía al gritar por la presentación que se llevaba a cabo frente a sus ojos. El pelinaranja no podía apartar los ojos del menudo cuerpo que se desenvolvía con maestría en el escenario. Su pecho se había apretado levemente y sintió como si su corazón hubiese saltado en su lugar. Muchas emociones habían vuelto en él solo al observarla y notar lo distinta que estaba, aquellos siete años la habían cambiado y no solo física sino también emocionalmente. El pasar del tiempo había cambiado a ambos.
Por otro lado, Rukia se concentraba en realizar bien su baile, si bien no era primera vez que se presentaba en el escenario sentía cierto nerviosismo, y aquello le inquietaba. Al pasar los segundos y minutos comenzó a observar a su público y sonreírles. Tanto mujeres como hombres, solteros o casados le devolvían la sonrisa. Las luces estaban atenuadas y sólo apuntaban hacia donde estaba ella, por lo tanto, no podía distinguir bien las caras de sus clientes.
El baile de iniciación estaba a punto de culminar. La pelinegra dirigió su mirada a su público otra vez y esta vez sí pudo observar bien. Ahí, parado frente al escenario se encontraba nada más ni nada menos que...
Kurosaki Ichigo.
Sintió su sangre helar como si fuera una lagartija, intentó que su nerviosismo no le pasara una mala jugada pero aun así, tropezó y cayó en los brazos de su rubia compañera. Yoruichi al percatarse de la situación, rápidamente se acostó en el suelo debajo de sus compañeras haciendo una pose bastante sensual. Al final, nadie se percató de que aquello no era parte del final.
Una vez las luces apagadas Rukia bajó del escenario rápidamente para meterse en bambalinas. El pelinaranja siguió con la mirada a la pelinegra al igual que sus pies. Inconscientemente había salido detrás de ella.
La Kuchiki se apoyó en el aparador de maquillaje y suspiró pesadamente, aquello era parte de su imaginación, sólo una mala jugada de su mente...sí, eso debía ser...
—Rukia. —La voz grave de Ichigo la sobresaltó, aquello era cien por ciento real —Quiero hablar contigo.
—No creo que sea el momento ni el lugar adecuado —aún estaba de espaldas. Incapaz de mirarle a los ojos.
Ichigo observaba la tersa espalda de Rukia. Mantenía su mirada fija en la vestimenta de ella, blanca y llena de lentejuelas.
—Mírame. —Aquello había sonado más como una orden que una petición.
Dudó. Reuniendo todas sus fuerzas y aun con la duda en su ser se dio la media vuelta para encararle. Le observó y algo se removió dentro de ella. Los siete años de ausencia se hacía notar en todos los aspectos. Frente a ella se encontraba un Ichigo con rasgos más duros de los que solía recordar. El color ocre de sus ojos se mostraba firme, aquellos ojos que antes era capaz de leer, ahora no podía ni siquiera saber que reflejaban.
—¿Ahora te dejas crecer el cabello? —fue lo primero que se le vino a la mente, quería evitar hablar con él lo que quisiera que el chico quisiera hablar con ella.
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Dos caminos, un destino.
RomanceY es que ambos olvidaron algo que nunca se debe olvidar...: que el mundo es redondo y cada camino se vuelve a reencontrar del que alguna vez se separó.