Strong|Zayn Malik|

Capítulo 2:Bienvenida a Londres

Zayn.

¿Soy yo o la he visto mucho antes? Esos ojos se me hacen familiares. Son de un color muy particular, hazel.

Me quedo observandola unos segundos, y al instante su ceja izquierda se eleva formando un arco junto a una mirada seria, haciéndome sentir intimidado, en parte.

—Lo siento—me pongo de pie y la ayudo a levantarse de inmediato—¿Te lastimaste?

—Para nada, ¿sabes? el suelo es muy cómodo, sobre todo cuando te empujan—ironiza.

—Acabo de salvarte de una muerte segura. De nada.

—Gracias por preocuparte, pero no lo necesito, y ya debo irme. Adiós.

—Espera.

—¿Qué?—su poca paciencia es notoria en cada gesto.

—Casi lloraste cuando te golpeaste al caer, perdón por eso, no medí mi fuerza.

—No es culpa tuya.

—Pero al menos hazme saber que no estás molesta conmigo...

—Ya pasó. Adiós, tengo cosas que hacer—sigue su camino.

—¿Vives cerca?

Me ignora.

—Lo menos que puedo hacer es acompañarte a casa, ¿no crees?

Ignorado otra vez.

—¡Me llamo Zayn! al menos dime cómo te llamas...

Me percato muy tarde de que me encuentro hablando sólo, ella está 2 calles adelante, caminando tan rápido como si yo fuese el violador del bosque o algo así.

Intenté ser amable con ella. Puede irse a la mierda.

Al llegar a casa, me llevo una sorpresa en mi cuarto al ver a Louis, tendido en mi cama mientras mira la televisión y devora una porción de pizza.

—Hola, bro—dirige su mirada hacia mí con la boca llena. Louis y sus buenos modales.

—Lou—levanto ambas cejas. —No esperaba encontrarte aquí.

—Vine a verte, tu mamá me dijo que habías salido, y pidió pizza mientras te esperaba.

—Ya veo. Hazte a un lado.

Louis se mueve un poco, dejándome espacio en la cama y me dejo caer a su lado.

Está muy entretenido con lo que sea que esté viendo.

Pensando mejor, tengo la sensación de que ya he visto antes a la señorita amargada. Pero no recuerdo en donde.

—Tierra llamando a Zayn...—dice mi amigo agitando su mano frente a mí.—¡¿Me escuchas?!—grita en mi oído derecho, haciendo que me sobresalte y casi caiga de la cama.

—¿Por qué hiciste eso?—me quejo con molestia.

Se encoje de hombros.

—¿En qué piensas?

—Sólo pensaba...

—¿Se puede saber en quién?—dice subiendo y bajando las cejas.

—Cierra la boca, no es por nadie—ruedo los ojos.

—Claro que sí.

—¡Louis!, ¡no pienso en nadie y deja de molestar con eso!

Hay un momento de silencio antes de que vuelva a abrir su gran boca.

—¿Cómo se llama?

—No quiso decirme su nombre...—mascullo en voz baja.

—¡Lo sabía! debí haber apostado...—dice para sí mismo.