.Dos.

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-Bien... manos a la obra... -murmuró mientras tronaba los dedos. Eran las cinco de la madrugada y Sasuke estaba recogiendo cada bote vacío de ramen. Sus pies cuidaban donde caminar pero no se salvó de pisar una cucaracha. Todo su cuerpo recibió un escalofrió al sentir la crocante sensación. No aguantó y fue a bañarse rápidamente. –Odio las cucarachas...

No había podido dormir...

Bueno, sí había dormido pero una patada en su estomago lo despertó, Naruto realmente no entendía lo que era dormir de manera adecuada. Luego estaban esos ronquidos que ni moviéndolo de lugar se detenían. Cuando, al final, todo estaba en orden, miró el techo y la habitación, todo tan reducido y viejo.

¡Qué diferentes eran ambos! La soledad, estaba claro, también lo era.

Pasó una hora mirando al rubio dormir y sonreír como el tonto que era. Miró sus pestañas, su cabello, el nacimiento de éste... la piel canela, sus manos aferradas a la almohada que dejó de pertenecerle a Sasuke, ah...

-Hora de hacer algo... -se le ocurrió al ver que estaba pensando demasiado en él.

Por eso, a las siete y media de la mañana, salió a la calle para llenarse de verdaderas provisiones.

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Un exquisito aroma lo sacó del mundo de los sueños. Aun sin abrir completamente los ojos, Naruto llegó a su pequeño comedor y se sentó siendo guiado solamente por su instinto.

-Buenos días... que bien huele...

-Que maleducado, vete a lavar la cara primero. –dijo Sasuke sin importarle el hecho de que le tocara el paquete de periódicos y revistas como silla.

-Pero ya hace hambre, ttebayo...

-Vete a lavar la cara...

-No. ¡Gracias por la com...! ¡Aah! –un kunai le quitó los palillos de la mano. -¡Sasuke! –lo miró aun pálido por el susto. -¡¿Qué carajos te pasa?!

El nombrado pasó el bocado que ya había masticado lo suficiente, sin preocuparse de las reacciones toscas de su amigo. Se limpió la comisura de los labios y le dio un trago a su té.

-Vete a lavar la cara.

-¡A mí no me vas a dar órdenes, ttebayo! –golpeó la mesa realmente molesto.

-¡¿Todavía que te hago el desayuno?! –se quejó ofendido.

-Nadie te lo pidió... -hizo un puchero mientras se cruzaba de los brazos.

-Eres un.... –sus manos temblaron molestas. –Te limpié toda la casa...

-¡Tampoco te lo pedí, ttebayo! –tomó con la mano una de las bolas de arroz y le dio un descarado mordisco.

-¡Eres un idiota! –la mesa fue volcada por completo haciendo que todo cayera al suelo, Naruto solo pudo salvar otras dos bolas de arroz.

-¡No hagas berrinches! –le gritó con comida en la boca. -... ¿Sasuke?

Con la mandíbula forzada, el muchacho se puso sus zapatillas y salió presuroso de la casa. Naruto se quedó mirando aquella puerta aun abierta, de pronto dejó de tener hambre.

-... que tonto... -dejó caer la comida al suelo y se sentó otra vez. Suspiró derrotado mirando a su alrededor, hasta las paredes estaban limpias, los platos limpios, había comida en las repisas y... -¡No! ¡Soy un idiota! –por supuesto, la olla que estaba al fuego de su pequeña parrilla eléctrica, era ramen. -¡Sasuke! –salió corriendo a su búsqueda.

¡Casados!Donde viven las historias. Descúbrelo ahora