Savannah Monroe, 18 años
Cuidad de New York
Viernes 1 enero del 2019
Limpio las lágrimas que han caído sin permiso, siento como todo el dolor y el sufrimiento de estos años comienza a sanar de apoco. Tal vez si es bueno decir tus problemas, o solo para alivianar la carga emocional. Zac coloca su mano en mi hombro y tengo el impulso de quitarla, pero resisto y lo miro, este tiene los ojos fijos en una pequeña cicatriz que tengo.
― Era un rastreador. Idea de un científico por mí me escapaba algún día, me la arranque con una navaja después que me libre de los policías en el hospital.
― Eres... tan dura ―dice este acariciando la cicatriz con su dedo, me quedo mirándolo por unos minutos, detallando cada centímetro de su rostro. Después de lo que creo son horas me mira fijamente, me sobre salto un poco y este sonríe tiernamente.
― Creo que deberías dormir un poco ―asiento y me acuesto en la cama, este me tapa con las sabanas y saca mi mano derecha para dejar libre el lugar de canalización.
― Gracias, Zac.
― No hay de que, ahora duerme un poco― asiento y cierro mis ojos, pero sé que el sueño no va a llegar pronto. Pero quiero acabar con este momento.
Después de no sé cuántas horas, me levanto con un dolor horrible en la mano. La miro y arranco la aguja y tiro de la manguerita esa que me baja el suero, me siento en la cama y observo el cielo, ya es de noche. Tiro de las sabanas y me pongo de pie en búsqueda de Zac, pero... ¡Esta casa sí que es grande! Miro el largo pasillo, pero este está totalmente vacío y sin señales de vida; genial ahora me voy a perder.
― Ethan, ¿Dónde está Zac, no quiero perderme? ―le pregunto mientras ciento como se aleja de mí y lo busca, rápidamente llega y me conduce hacia el otro lado de la estancia. La sigo por el pasillo y noto que todo el matiz es el mismo... aburrido― Esto parece un hospital ―le susurro a Ethan entre risas, cuando llegamos a la sala y enseguida me llega un delicioso aroma a comida, lo migo como un pequeño perro y llego a la cocina, noto como el vapor sale de una amplia charola.
― ¿despistarte ya? ―me pregunta Zac saliendo de la nevera con un montón de botellitas.
― Pues, si... ¿acaso fue por poco tiempo?
― Dormiste menos de dos horas ―responde dejando todo en la mesa y comienza a destapar una por una.
― ¿Cómo haces que huela tan rico? ―le digo acercándome y viendo todo lo que tiene ahí dentro.
― Pequeños toques ―responde entre rías mientras riega el contenido de las botellas sobre la charola, el aroma sale casi de inmediato y me estomago comienza a rugir con violencia así que lo sujeto― Descuida, ya falta poco para que acabe.
― Es tu culpa por torturarme de esa forma ―respondo encogiéndome de hombros.
― Muy bien ―responde revolviendo el contenido― si quieres, ayúdame a colocar la mesa.
― La mesa ―asiento y miro los platos― Ethan, no seas flojo. Baja esos platos ―oigo la risa de Zac, bajo la mirada y sonrió igual. Comienzo a sacar los vasos mientras Ethan lleva el resto a la mesa.
― ¿Lo usas para todo?
― Algunas veces, o cuando él quiere ayudar, es caprichoso.
― Entiendo. ― Zac sirvió la cena y resulto ser la cosa más rica que había probado en muchos años. Me comí dos platos repletos con todo el gusto y por pena, no pase al tercero. Luego de ellos son sentamos en el sofá, este busco un par de películas y resultamos bien una de acción
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Stranger
Teen FictionMi nombre es Savannah Monroe, tengo 18 años, y soy una de las personas mas buscadas por el gobierno de los Estados Unidos de América por tener una "Habilidad" especial. Mis padres me abandonaron en una clínica a los siete años dejándome a mi suerte...