Corrupción (parte 1)

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La cama no dejaba de temblar. A cada sacudida, parecía que iba a romperse, aunque a los ocupantes no parecía importarles, al igual que a Anker no le molestaba que aquella mujer pecaminosa estuviera casada. ¿Cuántas veces se habían visto? ¿Ocho, nueve...? No era la única que le había pedido ese favor.
Las fotografías del matrimonio se encontraban vigilándolos y juzgando la poca integridad de él. "Esta va por ti", decía Anker mirando con sorna a esas fotos donde un hombre enriquecido aparecía.
Desde hacía tiempo incierto su mentalidad había cambiado. Había vuelto a ser como antes, incluso peor. Corrupción, estafas, peleas y asesinatos... Todo con tal de conseguir lo que quería.
Como siempre, se despidió de la señora y salió, aunque a la salida estaba aquel hombre de las fotos, que lo miraba con odio.
-¿Qué estás haciéndole a mi mujer?
- La pregunta sería que qué me hace ella a mí- sonrió- Que tu vara deku no se levante hace que busque muchachos por ahí. Ten cuidado con ella, no vaya a ser que pille algo raro.
El hombre lo agarró por la ropa, poniéndolo contra el muro. No le importaba el hecho de que Anker fuera mucho más alto, joven y ancho, ya que solo le podía la rabia.
-Escúchame, putero. Quiero que dejes a mi mujer de una vez y ya veré que hacer yo con ella. Si te vuelves a acercar a ella, yo...
-¿Qué harás? ¿Me matarás? He oído eso tantas veces... ¿Y adivina que? Los que lo dijeron están muertos.
Sus ojos no reflejaban miedo, sino una pasividad tan marcada que aterraba. El hombre le soltó para acto seguido entrar en casa. Lo habría matado, pero mejor si se ahorraba el limpiar sangre de su ropa.
Las almas que estaban dentro de su cuerpo se habían mezclado, creando a un ser sin corazón obedeciendo solo las ordenes de sus instintos y deseos. Para Ganondorf había sido demasiado fácil corromperlo, y algo demasiado fácil es aburrido, pero finalmente casi había conseguido enteramente el cuerpo del joven.
El mundo era suyo, él podía hacer lo que quisiera fuera de Hyrule ya que no lo reconocían que no lo reconocerían. Ni él mismo se reconocía, debía admitir.
Paseó hasta la taberna más cercana y gastó lo que aquella vieja le había dado después del "favor". Tras unas cuantas broncas y finalmente una pelea, acabó atrapado por el resto.
-¡Insensatos! ¿Es que acaso no me veis la mano? Soy la reencarnación del héroe de la leyenda.
Así era. Siempre se libraba con aquella excusa, dejando el nombre del héroe por los suelos, pero esa vez no le sirvió de nada.
-No, amigo. Esta vez irás a la cárcel- contestó uno con el cartel de "Se busca" de Anker.
"¿Cuándo comenzó mi búsqueda y captura? Ese cartel no es de Hyrule." pensó mientras era arrastrado, pero sin mucho esfuerzo se quitó a los tres hombres que le sujetaban de encima. Sus ojos reflejaban deseo por la sangre, mientras que reprimía ese impulso de matar a todos los de la tasca.
Un hombre del fondo aplaudió y se acercó a Anker. Tenía rasgos afilados y arrugas que gritaban su edad, cerca de cincuenta años. Uno de los derribados por Anker intentó pararlo, pero solo recibió una patada.
- Veo que sabes defenderte, joven. Seguro que necesitas dinero y un sitio donde dormir. Yo te los ofrezco a cambio de un pequeño favor.
Anker bufó y pasó de responderle.
- Será algo muy sencillo, de verdad. Solo necesito eso, un favor.
-¿Y cuál es ese "pequeño favor"?
-Necesito que mates a alguien. Supongo que no será problema para el hombre más odiado hace 18 años en Hyrule.
Ese comentario le molestó por certero.
-Supongamos que acepto. ¿A quién debería matar?
- A la princesa de Hyrule, Shere. Esa zorra anda a meterse donde no la llaman, y creo que si la matamos daremos un mensaje claro de que nadie debe meterse en nuestros asuntos.
El corazón de Anker se paró al escuchar ese nombre. No, a aquella niña a la cual había salvado no la iba a matar. Por otro lado, en su mente había una batalla porque la parte dominante quería encargarse del trabajo. Finalmente, Anker ganó.
-No lo haré.
-Sí que lo harás. No querrás que te delaten, ¿verdad?
-Hace tiempo que no temo eso. He matado mucho, más de lo que podría contar, por lo que si muriera no me importaría.
Dio la vuelta y marchó, pero algo estuvo reconcomiéndole el alma. No podía permitir que aquella joven fuera asesinada. Quizás fuera porque la ayudó, quizás por los ojos iguales a los de Zelda que poseía la niña, o simplemente porque le pareciera mona. Algo consiguiera que tras 10 años poseído por Ganondorf, volviera a gobernar su cuerpo.
"¿Qué debo hacer? Quiero ayudarla pero... No puedo presentarme así sin más ante los reyes, y menos entrar por la ventana, ¿o...sí?
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Penúltima parte de la Saga de Anker. El siguiente será publicado dentro de muy poco (o eso espero)
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¡Hasta la próxima!

Trifuerza Corrupta: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora