El extraño paciente (parte final)

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La joven abrió con cuidado la puerta hacia la habitación, procurando no causar sonido alguno. Era irónico que no quisiera hacer ruido para no molestar mientras que ella debía despertarlo.

-Eh... Disculpa, Anker...

El susodicho no reaccionó al escuchar su nombre. Estaba demasiado cansado como para moverse. "No debí haber salido ayer hacia el castillo... Y todo por verla otra vez". Poco a poco, volvió a sentir que el sueño se apoderaba de él, pero la suave voz de Lanare no se lo permitió.

-Venga... Mi padre quiere verte para la revisión de los martes.

-Estoy cansado. No puedo levantarme.

Ella quedó un segundo en silencio. No quería molestarle, pero debía hacerlo. Quizás si no hubiera sentido algo por él no le hubiera costado. Llevaba un mes con aquella sensación extraña en el pecho al verle, pero no quería decir nada ya que su padre le había advertido. "Tiene graves problemas psicológicos. No deberías sentirte atraída por él nunca"

-Dile que iré mañana.-soltó él, flojo.

La muchacha suspiró, algo molesta. Debía cambiar su estrategia.

-Escúchame bien, cerebro de almendra. Estás aquí de ocupa desde hace tres meses solo porque mi padre está interesado y se molesta en tratarte. Deberías ser algo más considerado y levantarte de una maldita vez, que para algo que tienes que hacer, por lo menos cúmplelo.

Su tono había sonado más hostil de lo que esperaba, pero no le importaba. El carácter pasivo de Anker le había resultado molesto.

-¿Y si no lo hago?

Lanare salió de la habitación. Trascurrieron un par de décimas de segundo cuando volvió, después de haber cogido velocidad, y saltó sobre Anker, aplastando su cuerpo aún tumbado.

-¡Vale, vale! Me levanto, pero quítate de encima.

La modorra del momento desapareció siendo substituida por el deseo de seguir respirando. Lentamente, se levantó de la cama y poco después partió hacia la sala del doctor.


-Hola, Anker. Pensé que no ibas a aparecer- le saludó el doctor, algo molesto por su grave tardanza. Todos los martes se repetía la misma historia.

- ¿Qué habrá que hacer hoy?

-Hoy poca cosa. Solo serán un par de preguntas, las habituales.

Asintió, algo confuso. Era extraño que solo debiera contestar a un par de cosas.

-Pero antes, debo decirte que a pesar de mis búsquedas sobre tu marca en la mano, no he logrado descubrir mucho más. Los textos sagrados mencionan la Trifuerza como un regalo de las diosas, y que cuando el Rey del Mal atacó, esta se fragmentó. Lo que no entiendo es por qué sigue separada, si se supone que se había vuelto a unir.

Solo recibió el silencio de Anker. No le importaba cuál era su procedencia, ni por qué tenía la marca. Él buscaba otras respuestas.

-Bueno. ¿Has vuelto a tener otro ataque de ira? Hace un mes que no tienes los síntomas, y se te nota más saludable mentalmente.

-No he padecido ningún problema, que tenga constancia al menos.

-¿Ni ataques de doble personalidad?

-No.

-¿Y qué me dices de esa voz que escuchabas a menudo?

Anker permaneció unos segundos callado. Ese tema le resultaba complicado. Hacía dos semanas que las voces de su cabeza habían callado de una vez por todas. Tenía una paz espiritual que llevaba más de quince años sin sentir. Aunque sentía deseos de ver a la princesa, eso solo le ocurriera ayer, ya que llevaba bastante sin pasar por allí. Estaba bien, feliz, sano, o al menos de momento, pensaba. Eso era lo importante.

Trifuerza Corrupta: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora