He de confesarte... (parte única)

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Se miró al espejo, nervioso.
- ¿Tú crees que estoy bien?
- Claro que sí...-contestó su compañero de habitación aburrido de tanto explicárselo- No te obsesiones más.
Link volvió a verse al espejo. Un joven de 17 años le devolvió la mirada desde el otro lado.
Se peinó por octava vez en ese minuto el flequillo, tratando de alisar todos aquellos pelos rebeldes que le habían acompañado toda la vida.
-No te obsesiones, amigo. ¿Y qué si vas a quedar con Zelda? Ya os habeis visto bastantes veces y nunca te has obsesionado tanto.
-En primer lugar: No he quedado con ella aún, ya que le diré ahora para dar un paseo. Y segundo: Voy a confesarle mis sentimientos hacia ella. No puedo ir mal acicalado.
El chaval se rió un rato.
-No te preocupes, Link. Ella caerá a tus pies.
Pero Link no estaba tan seguro. Iba a confesarle sus sentimientos a la princesa de Hyrule, su alteza, futura reina. Además de eso, también era calificada como la mujer más hermosa y culta de todo el reino.
Fue con paso ligero, sintiendo como sus pies cada vez tocaban menos el suelo. En lo más profundo de su alma estaba emocionado, y además, esperanzado.

Zelda le esperaba sentada en las escaleras del jardín de palacio, como solía hacer.
-¡Santa Hylia, Link! ¿A qué venía tanto alboroto? Mi sirvienta dijo que necesitaba verme a esta hora. ¿Se puede saber por qué adelantaste la quedada?
Link extendió su brazo, sujetando una margarita en el puño. Sudaba, pero Zelda igualmente se sonrojó por el gesto.
-muchas gracias, de verdad. Que amable-sonrió, agarrando la margarita y acercándola a su pecho.
-Verás... Me preguntaba si querrías salir hoy por los alrededores del castillo. Hace mucho que no sales, y pensé que a lo mejor...
-¡Sí!- respondió, interrumpiendo al joven mientras este tartamudeaba- Llevo meses deseando salir. Podías haberme avisado antes, así llevaría unos ropajes más cómodos. Dame un momento, que vuelvo ahora- se giró, haciendo ondear su ligeramente ondulado cabello marrón claro con destellos rubios- Por cierto, Link. Estás hoy muy guapo.
Mientras Zelda estaba en su habitación, Link suspiró sintiendo como todos los colores se le subían a las mejillas.
Zelda regresó con un sencillo y flojo vestido azul claro. A Link le parecía hermosa de cualquier forma, pero ese día especialmente sentía que Zelda brillaba con luz propia. Ella aún tenía la margarita en la mano, como si fuera un tesoro.
-¿A dónde quieres ir?
Este le devolvió una sonrisa pícara, como si jugara a algo.
-Ya lo verás, princesa.
Caminaron tranquilamente por las callejuelas de la ciudadela. Link deseaba agarrar su mano, pero algo en él lo frenaba: la sensatez. Si al final del día Zelda respondía positivamente a la confesión que iba a brindarle, pasearía por todo Hyrule con ella de su mano. "Fantasear es gratis", pensaba.

Algunas veces Zelda se escondía para que Link la buscara por aquellos callejones llenos de casas y escondrijos. Siempre conseguía encontrarla, cosa que a ella le molestaba, por lo que cuando el tenía que esconderse, finalmente se descubría por pena a que Zelda no lo viera. Esos recuerdos pasaban por la cabeza fugazmente, recuerdos preciosos de hacia años, cuando eran pequeños. Ahora pensamientos lascivos sustituían a los inocentes que en esos años tenía.

Sus manos se rozaban continuamente, como si los dos desearan entrelazarse. Por cada toque, pequeñas descargar eléctricas se desprendían, poniendo a Link nervioso. Finalmente optó por agarrar con su meñique el de ella. Esperó una réplica a su osado comportamiento que nunca llegó. Ya no percibía el exterior. Solo existían ellos dos.
-¿Puedes decirme ya a dónde me llevas?
-Ahora mismo solo estamos paseando, Zel. No seas impaciente.
-Sabes que siempre he sido paciente, pero también curiosa. No es justo.
Este comenzó a reírse cuándo Zelda infló con aire los cachetes a modo de enfado.
-La próxima vez prepara una sorpresa para mí y solucionado.
-Vale- sonrió, con las mejillas ligeramente suborizadas por antes mantenerlas infladas.

Salieron de la ciudadela y cruzaron el puente que llevaba a la pradera Hyrule. Por suerte para Link, su destino no estaba muy lejos.
-¿Es Pico Nevado? Dime que no es Pico Nevado . Me muero si voy andando...- le comentó Zelda, dramatizando- o La Montaña de la Muerte. En cualquier momento nos cae una roca de la erupción o algo.
Zelda sabía a donde se dirigían, era obvio ya que habían ido anteriormente un par de veces, y ahora que era primavera, debía de estar en su mejor momento.

Trifuerza Corrupta: ExtrasDonde viven las historias. Descúbrelo ahora