Capítulo 23. Tú visita me ha salvado.

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Al mirar por la puerta de entrada, lo vi, a él entrar por está. Santiago ¿que hacía aquí?
El enfermero al salir cerró la puerta, quedando yo y Santiago absolutamente solos.
Me miró con tristeza y preocupación, se sentó en una de las camas.
Me veía horrible, estaba toda trasquilada de la cabeza, mis brazos y piernas con más cortadas que nunca, mis ojos estaban rojos, en mi rostro yacían más cortadas, en mi cuello una que otra, mis labios partidos, mis manos sudorosas y temblorosas, con tan solo una bata de hospital que no me cubría nada del frío.
Era un monstruo frente a él, quien sólo se limitaba a mirarme
¿como pudo haber amado a una persona que se odiaba a si misma?
Después de este silencio, él habló.

-¿Como te sientes Vanessa?

-Perfectamente, bien -me limité a decir

-Siempre fuiste así de orgullosa

-Es bueno qué lo sepas

-...Vanessa, ¿Por que te hiciste eso?

-¿Hacerme qué? ¿Hacerle un favor al mundo desapareciendo de él? ¿Hacerme eso?

-No tienes por que ser tan dura contigo misma

-Al parecer me lo merezco...ya estarán todos contentos, lograron por fin que yo estuviese aquí encerrada ¿No es eso lo que todos querían?

-Era lo que todos queríamos, por tu bien, por que te queremos

Lo miré de una forma tan directa y cortante.

-Tú no quieres a nadie, a nadie

-La que no quiere a nadie eres tú Vanessa, si de verdad nos quisieras no habrías intentado hacer todo esto, por que bien sabes que con tu muerte nos harías sufrir a todos, más a tu madre

-Si lo que yo hice, lo hice por dejar de sufrir, no por causarles un dolor a ustedes

-Bien sabes que con tu partida de este mundo, todos íbamos a sufrir, todos -derramó una lágrima-. Sobre todo yo

-Yo sólo quería ser feliz...

-Pero no de esta manera, causándole sufrimiento a otros. No de esta manera

-No entiendo a que has venido cuando tu ya no me quieres

-Aún te amo, me cuesta olvidarte

-Pensé que, me odiabas

-No odiaría a una persona que solo a demostrado que se odia a si misma, creo que esas personas lo que menos necesitan es que más personas las odien. No odiaría a la persona que tiene mi corazón en sus manos -se sentó al lado mio

-¿Como puedes amarme tanto? -una lágrima resbaló por mi mejilla

-Por que sin importar nada, sé que detrás de esas cicatrices hay una persona hermosa esperando salir para ser feliz. Y lo será -tocó mi mejilla-. Aún no he perdido la fe en que así será -me acercó a él y me abrazó lo más fuerte que pudo-. Te amo Vanessa, y no importa cuanto te odies, te amo tanto que si es necesario, haré todo lo posible por que te quieras. Día con día vendré aquí y daré ánimos para seguir adelante, te demostraré lo linda que es la vida, y lo bello que es despertar cada mañana. Te enseñaré a amar la vida, y a amarte a ti también

-Ahora me doy cuenta, que lo único que siempre necesité era escuchar esas palabras de alguien a quien amo con todo mi alma. Quizás así mi vida, me dolería menos, sufriría menos, me amaría más -comencé a llorar en su hombro

-Llora pequeña, llora. Saca todo lo que te has estado guardando siempre, desahogate, saca esas lágrimas acumuladas, llora hasta que ya no puedas más. Que aquí yo estaré para abrazarte y consolarte, pero prometeme algo

-¿Que?

-Que cuando las lágrimas de tus ojos se acaben, cuando sientas que has llorado lo suficiente, cuando no te queden ganas de llorar, cuando sientas ese vacío en corazón que te indica bienestar, cuando entres en ese estado de calma...Vanessa, prometeme que después de eso...vas a sonreír y solo sonreir

-Si, Santiago -lloré aún más

-¿Prometido?

-Prometido

Pasé horas llorando a su lado, desahogándome, abrazada a él.
Mientras que él solo me acariciaba el cabello y me abrazaba aún más fuerte, recuerdo bien que me besó las mejillas, cada 5 minutos secaba mis lágrimas con las yemas de sus dedos solo para seguir llorando, me susurró cosas bellas al oído, besó mis muñecas, me acarició. No se cuanto tiempo estuvimos así pero finalmente había llegado la calma, ese vacío, esa etapa de bienestar, ese nudo en la garganta se desvaneció.
Ahora solo me quedaban los ojos llorosos, y un dolor de cabeza, que poco a poco fue desapareciendo también.
Cuando mi respiración se calmó, él solo dijo dos palabras

-Ahora sonríe

Elevé una sonrisa en mi rostro y lo abracé

-Gracias -susurré

-De nada -correspondió a mi susurro

-Te amo -dije yo

-Yo también te amo Vanessa

Poco a poco me fui quedando dormida entre sus brazos.

Quiéreme Otra VezDonde viven las historias. Descúbrelo ahora