5

88 2 0
                                    


<<Crush>>

- Cielos! Que fue eso? - desperté y pregunté a la nada. De la impresión casi me caigo de la cama.

Que acababa de pasar??!!


Al principio creí que lo había soñado.

No sabía que hora era. Donde estaba el despertador?

Decidí levantarme a ver si había pasado algo grave.

No había puesto ni un pie en el suelo cuando una voz tierna me respondió de la nada.

- Ibi tranquila soy yo - dijo susurrando en mi oreja en plena oscuridad.

- Ahhh!! - fue tan grande mi susto, que pude sentir como él también se sobresaltó. - Estas loco? Me podría haber dado un paro cardíaco.

- Baja la voz, tu mamá me va a descubrir. - Dijo susurrando y tapandome la boca.

- humum por ahag- Me quité su mano de mi boca. Como has entrado sin hacer ruido? - Pregunté extrañada.

- Se me olvidó decírtelo...verás...por las noches tengo la capacidad de desvanecerme y aparecer en cualquier sitio. - su voz sonó tímidamente burlona.- Esta habilidad es conocida como X-lugar. Hay muchas más, pero por ahora tengo esta.

Casi podría afirmar que se estaba riendo. X-Lugar? No se complicaron mucho con el nombre.

- Pues era un detalle importante como para olvidarlo. - dije molesta y me crucé de brazos.

- Lo siento. No caí en la cuenta - me dijo en un tono de arrepentimiento y puso una mano sobre mi hombro.
Le iba a decir que debería ser más cuidadoso con lo que hace y dice cuando Margaret sonó detrás de la puerta.

-Phoebe cariño, estas bien?! - preguntó con voz preocupada.

La puerta, a pesar de no ver su aspecto, parecía temblar a causa de los decibelios emitidos por su preocupación.
Podría haberla derribado con elevar el tono un poco más. De acuerdo no, igual exagero.

No obtuvo respuesta. Entonces entró.

Maxel! Le descubrirá - pensé fugazmente. Intenté moverme pero no veía nada y sería inútil.

En esas milésimas de segundo el corazón me latía a mil por hora. Creo que no había pasado un miedo similar des de aquel accidente de coche hace años.

Mamá encendió la luz de mi habitación .

La luminosidad de las paredes color malva me llegó a los ojos con una potencia tan fuerte que casi me ciega.

Me sentí como una presa bajo los focos de una prisión, en un intento de huir.

Me alegré de no haberla pintado toda de blanco. De haber sido así, posiblemente mi oculista hubie se tenido que graduar mis lentes/gafas.

Perdí la función de mi cuerpo por un instante y me encontraba petrificada.

De pie en medio de mi habitación con un pijama de unicornio que produciría vergüenza ajena hasta a una niña pequeña.

Pero es lo que tienen los regalos de cumpleaños. Que no todos se adecuan a tu edad, por mucho que te gusten.

Estaba allí de pie. En medio de la nada. Actuando como un elemento más que componía mi habitación. Pensando que sí no me movía, no me iba a ver.

Sí, como si mi mamá fuese un t-rex.

Riete, adelante.

Mamá se acercó a mí angustiada y me decía algo en un tono de alarma.

Atasifán: El Reino PerdidoDonde viven las historias. Descúbrelo ahora