Prefacio

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Acababa de llegar del colegio y estaba entrando por el jardín de casa,  disfrutaba con el sonido de los árboles, con el viento, el olor a tierra y plantas. Amaba la naturaleza.

Cuando iba llegando a la puerta, lo vi, era un pájaro, amarillo y verde, muy bonito, estaba en el suelo, me acerqué a verlo, a oírlo, pero no emitía ningún sonido, no se movía, no batía sus alas intentando huir al yo acercarme, ¿por qué no se movía?.

Lo cogí en mis manos, el pájaro no dio ninguna señal de vida.
Abrí la puerta de la entrada de casa con el pájaro en la mano y me dirigí a la cocina, donde mi madre estaba cocinando.

- Mamá mamá, dije con voz triste, ¿por qué el pajarito no vuela?. - ella me miró con cara de preocupación.

- Hija, cuantas veces te he dicho que no cojas cosas del suelo... dudó - el pájaro no se mueve porque esta muerto.

Me quede mirándola ¿muerto? ¿cómo muerto? No comprendía a mamá, y le pregunté.

-Mamá ¿que quiere decir eso?.-
Ella tomó unos minutos para contestar, se sentó en su silla, y me pidió que me acercara.

-Cariño, es difícil de explicar, con siete años no creo que seas capaz de comprenderlo, pero intentaré que lo entiendas. Llega un momento en la vida cariño, en la que los animales y las personas han de irse de este mundo, y entonces se dice que están muertos.

No lo entendía, y ella lo notó.

-Pero mamá, ¿no volverá nunca!?.

-No cariño, pero el tampoco quiere volver, está en un lugar mejor.

-¿Qué lugar es ese? - tenía mucha curiosidad- y, si el pájaro estaba aquí, ¿Cómo podía estar en otro lugar?.

-Es un lugar donde no se necesita el cuerpo físico, esta en el cielo de los pájaros, con muchos pájaros que también han muerto, batiendo sus alas.

-Pero mamá los pájaros ya viven en el cielo - le dije poco convencida.

-Cariño, es un cielo mucho más allá del que podemos ver, un cielo que esta fuera de nuestra vista, al pájaro le llegó su tiempo de marchar.

-¿Yo también moriré y me iré al cielo mamá? - yo no quería irme de mi casa, ni dejar a mi madre, ni a Mimí, mi gato, no quería irme. Empecé a llorar.

-Cariño escucha, para eso falta muchísimo tiempo y cuando seas mayor comprenderás las cosas, solo disfruta de la vida que tienes, y no te preocupes por la muerte, tenemos que aceptarla, pero no pienses en ello, disfruta, ríe, cae y levanta, pero no te preguntes por eso, olvida y se feliz.

La respuesta de mamá no me convenció, pero no quería preocuparla más.

**

Aquella fue la primera vez que me oí hablar de la muerte, y no sabía lo ligada que estaría a ella el resto de mi vida, con el tiempo olvidé esa conversación, la borré de mi memoria, pero en estos momentos en los que me llevaba ella, la muerte, recordé con lucidez esa conversación, y después de comprender que por fin iba a descubrir, lo que llevaba preguntándole toda mi vida, iba a tener respuesta en pocos momentos, y qué quedaría sólo para mí, me dejé llevar y, segundos antes de morir, lo último que oí fue un pájaro.

Vida MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora