1. Muerte Inesperada

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Unos pasos sonaban subiendo la escalera, mis oídos estaban despiertos, pero mi cuerpo no acababa de despertarse. Aporrearon la puerta de mi cuarto enérgicamente.

-Janet, ya estás tardando en levantarte para ir a la escuela- oí al otro lado de la puerta.

Dios... Otro día de instituto, lo único que me consolaba era saber que me quedaban tres meses para acabar ese infierno. ¡se fuerte! pensé para mi misma, y me desperté, me puse unos jeans negros y una camisa azul y después de lavarme la cara y hacerme una coleta, salí al duro día.

En el camino me encontré con mi amiga Leila, como siempre, en la esquina de la calle.

-Vaya pintas que me llevas amiga-me dijo Leila al ver mi cara.

-¿Qué esperabas? ¿Que me pusiera de punta en blanco para ir a clase?

-Uff chica, baja esos humos, solo digo que tienes mala cara. - respondió.

-Leila no estoy para tonterías, hoy tenemos examen de inglés y solo pienso en lo horrible que lo llevo, en que repetiré curso y acabaré muriéndome de asco en ese maldito instituto.

Ella sonrío de manera comprensiva.

-A ver a ver, doña negatividad, que siempre dices lo mismo, sabes que lo sacarás con un cinco raspado, y al final lo único que estarás perdiendo son minutos de estar feliz.

Leila era así, risueña, positiva, agradable. Por eso era mi mejor amiga, porque sabía sacarle el lado bueno a todo, porque nunca decaía.

- Esta bien amiga, esta bien, me dejaré de dramas y pasará lo que tenga que pasar.

Cuando llegamos a clase nos sentamos en nuestras mesas, seis horas de tortura ¡perfecto!. El profesor de historia entró y empezó a hablar de la segunda guerra mundial, de comentarios de texto que teníamos que entregar antes de fin de curso, y mil cosas soporíferas más que no podía aguantar, Leila cogió nuestra libreta de notas, una que teníamos expresamente para hablar entre nosotras, y empezó a escribir.

Leila: tía, has visto que guapo esta César hoy!!! No sé como lo hace.

Yo: Lei tienes que superar ese estúpido enamoramiento, el jamás se fijaría en alguna como nosotras

Lei: Dios Jane, que optimismo tienes (ironía) ¿nunca has visto películas de amor? chica friki-chico guapo es la pauta.

Yo: Cierto, en películas tu lo has dicho, en la vida real el es un auténtico imbécil que saldrá con la típica tonta con buenos atributos y nosotras nos quedaremos en casa comiendo helados y viendo... Esas películas jajaja.

Leila sonrió, si ella era especial en sacar las cosas buenas de la vida, yo era especial en ridiculizar las malas, sacarles la parte graciosa, usando la ironía como método de escape.

Leila: déjame soñar...

Yo: el despertar sera duro amiga :)
Dejamos las notas, ningún profesor del mundo se creería que dos alumnas van tomando apuntes como fanáticas cuando él no lo había pedido, y conociendo al profesor Lucas, nos haría leer la nota en medio de la clase y moriríamos de vergüenza.

Después de tres horas infernales y un descanso demasiado corto, para mi gusto, me dirigí al examen de inglés. Estupendo estupendo, mayor miedo, el inglés, yo odiaba a la profesora, ella me odiaba, yo era mala, ella lo sabía. Conclusión : crueldad por su parte.

Llegué y me senté en el último asiento, al lado de Joan, con la esperanza de que me dejara copiar algo, el me saludo con una sonrisa y yo saqué mi bolígrafo y me resigné.

La profesora entró y podría jurar que me buscó con a mirada.

-Janet por favor, ponte en el lugar de Sarah- dijo con una sonrisa que solo sabía poner ella, pero que no describiré por no faltar el respeto a una persona mayor.

-Esta bien, esta bien. - dije moviéndome lentamente.

Ella fue entregando los exámenes y le di la vuelta al mio, bueno, podría haber sido peor, unos verbos irregulares, redacción en futuro, me sonreí al pensar que la profesora seguramente paso una buena noche. Ya basta ya basta, pensé para mi misma, vamos a ponernos serios.

Comencé a hacer el examen y cuando llevaba una media hora alguien tocó la puerta. Era mi madre, y estaba muy seria, podría haber jurado que tenía los ojos llorosos. Me alarmé.

- Perdone, ¿qué desea? -dijo la profesora- estamos en medio de un examen.

- Es algo urgente, un asunto familiar. - dijo mi madre con voz temblorosa.

La profesora me dijo que me fuera, que en otro momento hablábamos de la prueba y yo, medio preocupada, por mi madre, y porque si esa mujer me iba a hacer un examen individual se iba a cebar conmigo, salí de clase.
Me subí al coche y mi madre empezó a conducir hacia la ciudad, vivíamos en un pequeño pueblo alejado de todo ese bullicio, y al decir que era familiar sólo pensé en mi tía que vivía en el centro de ella.

- ¿Qué pasa mamá?- Le dije después de un incómodo silencio.

- Mi madre se tragó sus lágrimas y me dijo, esperaremos a parar a comer algo, no quiero decírtelo conduciendo.

Quería haberle dicho qué porque no me lo dijo antes de subir, quería reclamarle, pero al verla así solo asentí.

Paró en una cadena de comida rápida y me dijo que tomara lo que quisiera, una hamburguesa y una cola, me senté y la miré.

-Mami, dilo ya, me estás preocupando ¿que hacemos yendo a la ciudad? ¿vamos a ver a la tía Mery?.

Mi madre miró a la nada, a ningún punto y habló.

-Tenemos que pasar a ver a tu tía Mery, sí, y ella esta muy mal y muy triste, por algo que ha pasado.
Esperé a que prosiguiera, y lo próximo que dijo me dejó sin palabras, ella no me dijo palabras suaves, ni me lo explicó de manera delicada, aún sabiendo que nunca había pasado por algo así, simplemente, tomo un trago de mi cola y dijo: - Marcos ha muerto.

Se detuvo el tiempo, o me detuve yo. Marcos, mi amigo, mi confidente, mi primo, se había ido, no estaba.

-No es verdad - le contesté.

-Si Janet, él, sé que lo querías, se que era tu primo favorito, pero Marcos se ha ido, se ha ido. Fue un accidente... Él se saltó un stop y simplemente... Pasó.

-Pero mamá, Marcos no conducía - me relajé en mi asiento.

-Marcos se sacó el permiso en secreto, iba a venir a verte el fin de semana, cómo sorpresa, ya sabes o mucho que te quería y que últimamente estaba muy ocupado con la carrera, y quería pasar unos días contigo pero... - la voz se le quebró.

Yo no hablé, no comí, no lloré yo no podría creerlo. Marcos no, Marcos no ha muerto, me repetí.

Vida MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora