3. La Llamada

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No sé por qué pero mis manos parecían de mantequilla, tanto que casi cojo el teléfono en el último tono.
Como pude, le di al botón verde y traté de sonar normal.

-Siií. - Qué demonios, eso sonó de todo menos normal.

-¿Janet, eres tú? - escuche su voz al otro lado de la línea.

- Sí. - contesté.

-¿Sólo vas a responder monosílabos? - podría jurar que estaba sonriendo.

- Em, no-. El rió.

- Pues lo estas haciendo guapa. - wait, ¿me acaba de llamar guapa?.

-Bueno has llamado tú, a ti te corresponde decir por qué. - por fin dije una frase coherente.

- Pues te llamé para saber como estabas y si llegaste bien.

- Estoy normal - lo normal que se puede estar en esta situación - y si llegué bien muchas gracias Abel.

- En persona parecías más simpática-. Dijo con tono triste.

- No es eso Abel, estoy cansada, ha sido un día duro, lo siento.

Dios, que estúpida estaba siendo, ese adonis de ojos grises se preocupaba en marcar mi teléfono y llamar para preocuparse por mi y yo básicamente lo estaba echando. ¿Qué pasa conmigo?.

- Si, es cierto ha sido un día duro, solo pensé que quizás querrías hablar.

-¿Sobre Mark? Le pregunté.

- O sobre otra cosa si querías distraerte. ¿Cuál es tu película favorita?.

-El efecto mariposa. - no lo dudé.

-Me la tendrás que enseñar. - respondió.

¿En serio acababa de decir de ver una película juntos? O dios mío...

- Sí, algún día.

Creo que el pensaría que no era muy normal, o que no sabia formular palabras, pero siempre me pareció muy impersonal eso del teléfono, prefería un WhatsApp, iconitos, y refugiarme en las letras.

-Bueno Janet, no te veo muy cómoda hablando por teléfono, este fin de semana, si te parece bien podríamos vernos. - se oyó dudoso

-Está bien, ya lo hablamos. - Ahora no quería pensar en eso.

Se oyó el pitido que anunciaba el final de la llamada, aparté mi móvil y mire hacía el techo. Nunca creí en hechos paranormales, en fantasmas ni en presencias extrañas, pero me habría gustado que en ese momento apareciera Mark, y me dijera que todo andaba bien, que estaba en un lugar mejor, y que viviera mi vida sin miedo al final, que cuando llegase, lo entendería todo.
Pero no, estaba sola con mil preguntas en mi cabeza, preguntas que, si bien habían rondado por mi mente alguna vez, nunca me había detenido a analizar.

Nunca creí en los sermones católicos, ni creí que había un Dios todopoderoso, y castigador, que te mandaría al infierno por tus malas acciones, nunca creí en un paraíso con siete vírgenes, ni en todas esas historias que diferentes ideologías prodigaban como la verdad suprema. Mi pensamiento siempre fue, te mueres. Fin. No hay bien, no hay mal, está la vida, y la muerte. Esa noche lloré en mi cama pensando, no en Mark, aunque suene egoísta, pensaba en mi, en mi muerte. Realmente me hubiera gustado ser una chica que se conformaba con las creencias de un más allá, pues hubiera vivido sin esta incertidumbre que si bien, el ser humano evita, yo me cuestiono, si antes de vez en cuando, ahora desgraciadamente, más a menudo de lo que desearía.

**

Me encontraba en un lugar oscuro y frío, gotas de lluvia caían sobre mi espalda, miré hacia el frente, y vi un chico sentado en un muro.

-¿Hola, donde estoy? - pregunté con voz temblorosa.

El chico no se dio la vuelta para hablarme, estaba empapado por la lluvia, pero no parecía importarle.

-Estás muerta.

La voz sonó como una psicofonía, como si no procediera del chico del muro, a pesar de mi miedo, quise correr, mirar al otro lado del muro, para ver su cara. Sin embargo, tenía las piernas pegadas al suelo.

-¿No quieres saber porqué estás muerta, Janet?. Insistió la voz escalofriante.

No quería saber otra cosa que la salida de esa maldito lugar, pero la lluvia y la neblina no dejaba ver más allá de unos metros, el cansancio mental me vencía, y me senté en el sueño, cubriendo mi cara, no quería estar allí, sentía el peligro. Sin previo aviso, sentí en mi oído esa horrible voz diciendo, estás muerta Janet, porque nunca estuviste viva.

Me desperté con el sonido de unos truenos, en mi cama, llorando ¿Qué demonios había sido eso? Ni siquiera recuerdo haberme dormido, esa voz, era tan clara a la vez que lejana.
¿Qué quería decir mis subconsciente?

Mientras todas esas ideas rondaban en mi cabeza, miré la hora 3:30 a.m. Vaya si había dormido, pero, cuando fui a bloquear el móvil, de pronto sonó, no había número, solo desconocido, y en ese momento, debatiendo si responder o no, la llamada se cortó, quizás solo fue una equivocación de alguien pensé aliviada, lo que no sabía es que esa sería la primera de muchas llamadas.

Vida MortalDonde viven las historias. Descúbrelo ahora