Capítulo 3: Viaje hacia la verdad

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Era tiempo de poner las cartas sobre la mesa y Carla estaba decidida a averiguarlo TODO, se pilló sus maletas, su ropa para unos días y un billete con destino a la verdad, el tren salía a las cuatro de la tarde, aún era temprano, compro una bebida en el kiosco de la estación y se sentó a esperar con un libro en mano hasta la hora de subir. A cinco minutos de la hora de subir los nervios de Carla iban en aumento, la gracia del asunto erradicaba en no saber si los nervios eran por averiguar la verdad del asunto...o las mariposas que se mostraban en su estómago solo de pensar en Josué... -¡Dios!, estoy demasiado nerviosa, espero que este en casa, no es que sea muy educado aparecer así como así y sin avisar...- Carla iba murmurando mientras se sentaba en el asiento del tren que mostraba su boleto, de vez en cuando levantaba la mirada y miraba por la ventana, desde luego ir sola en un tren era demasiado aburrido, pero gracias a dios cuando se dio cuenta ya habían pasado las 4 horas de viaje y había llegado a la ciudad, llamo a un taxi y le mostró la dirección del lugar al que quería ir, y en media hora ya se encontraba frente al edificio de la última vez. Se acercó a la puerta del edificio y pudo observó que nuevamente no había portero, sino un cuadro de mandos que pedía un código para poder entrar...exclusividad en estado puro... cómo no. ¿Cuál podría ser? Carla pensaba y ¿Y si quizás el código del ascensor, el primero que marco... era el mismo para entrar...? Por probar no se perdía nada. -¡Bingo!- exclamo la muchacha, en ocasiones podía sentirse orgullosa de su memoria fotográfica, la puerta se abrió y pudo entrar y con rapidez se acercó con las maletas y llamó al ascensor...entró y marcó el mismo código y añadió la puerta de la última vez, y si, el ascensor se movió. Se abrió la puerta y allí estaba nuevamente frente a ese pasillo, bien, la base del asunto estaba resuelta, pero la puerta para entrar en la casa ya eran asuntos mayores, no tenía la tarjeta para entrar...así que...tendría que llamar, llamó y llamó pero nadie respondió, Carla había manejado la posibilidad de que eso sucediese, pero su plan no iba a modificarse y no iba a volver con las manos vacías. Se sentó delate de la puerta y abrazándose a sus piernas decidió que permanecería allí hasta que el joven regresase. Pasaron las horas y Carla seguía plantada frene a la puerta de la casa esperando y esperando durante largo rato. Cerca de las 10 de la noche Se abrió la puerta del ascensor nuevamente y allí estaba el muchacho estupefacto ante el ''regalo'' que tenía sentado frente a su puerta. -Carla, ¿Qué haces aquí? Deberías estar en casa, con tu familia, con tus amigos, con todos ellos...- El muchacho se apresuró a ayudar a la agotada Carla a levantarse y se adelantó a abrir la puerta para dejar a la chica entrar. Una vez dentro cogió la botella de agua y se la ofreció a la muchacha, desde luego lucia sedienta y que llevaba mucho tiempo esperando...El muchacho se sentía...un poco feliz ante la acción de Carla, había hecho todo aquello por ella y eso lo hacía sentirse alagado. -Carla ¿Por qué estás aquí? Dime que tus padres saben dónde estás, dime que no te has fugado....- La cara del joven se puso blanca solo de la idea de que la chica se hubiese escapado de casa o algo por el estilo. –Te devolveré a casa- La expresión del muchacho se tornó seria con estas palabras. No quería que volviese a suceder de nuevo aquello, pero no sabía que aquello era lo que hizo que la muchacha se plantase en la casa de éste sin miedo a lo que podría haberle sucedido en el camino.

-¡¡No!! ¡No me iré de aquí hasta que se me explique que pasa aquí! ¡Ya estoy harta de que no se me explique nunca nada! ¡Tengo derecho a saber de qué te conozco, sé que te conozco...algo dentro de mí me lo está gritando...!- Carla había explotado, su mente había reventado, quería respuestas y las quería a la de ya, en condiciones normales era paciente y a veces incluso pasaba de que le dieran explicaciones, porque casi siempre acababa pensando que los temas no eran importantes. -Carla, por favor relájate, ¿de verdad quieres que te explique todo? Acabarás verdaderamente dañada, no quiero herirte, no quiero que me odies, si te lo digo me odiarás, por eso quedó todo en las sombras- La cara del muchacho que anteriormente estaba seria se había vuelto sombría y triste, desde luego se notaba que aquello le estaba costando el momento... Josué se dejó caer en el sofá apoyando sus manos sobre la cabeza mientras miraba el suelo...no sabía por dónde debía empezar, el día había sido largo y estaba cansado entre planos y reuniones y ahora esto, realmente el cuerpo ya no le daba para mucho más, tenía plan de ducharse con agua bien caliente y acostarse como si fuese el primer día que dormía en un buen tiempo. -Josué, siento haber aparecido así de verdad, pero...necesito saber de qué te conozco, suelo pasar de querer saber respuestas, pero...eres importante para mi...por eso es que necesito saberlo...Carla se sonrojó, aquellas palabras habían salido solas de su boca y habían parecido una especie de confesión mal organizada. La cara del joven se levantó con lentitud, en ese momento cuando se levantaba Carla pudo ver cuán cansado estaba, parecían ojeras aquello bajo sus ojos, y se acercó a él arrodillándose ante el para poder ver mejor su cara que había vuelto a mirar al suelo. Josué no quería que Carla viese su cara con lo que desvió su cabeza a otro lado provocando la preocupación de la joven chica que ya había notado el cansancio. –Josué, mírame...-Josué ignoró por completo la petición de la chica, y esta frunció el ceño alzando sus manos hacia las mejillas del joven y moviendo su rostro para que sus miradas se encontrasen. Los ojos del chico estaban brillando, la escena era perfecta, las persianas altas dejaban entrar la luz de la luna por el balcón, el piano negro anacarado brillaba también con la luz, y la cara llena de miedo y ternura de Carla hacían que el corazón del chico diese un vuelvo, no quería mirarla, no debía mirarla, temía tirarse sobre ella y abrazarla y evitar que esta se fuera y no volviera más. -No me iré.- Las palabras de Carla parecían haber leído el pensamiento del muchacho, quien abrió los ojos con gran sorpresa ante la mirada y las palabras que había soltado la muchacha. -Carla, temo perderte, mañana te lo explicaré todo, pero hoy...-Las palabras del joven empezaban a atragantarse y no salir de su boca, se quedaban atrapadas en la garganta y no salían. –Se...se mía...- Carla no sabía cómo reaccionar ante aquello, había quedado en shock y no sabía que decir a aquello, para el tiempo de responder estaba siendo arrastrada de golpe al suelo con Josué encima acercando cada vez su cara a la de Carla con la intención de darle un beso, y otro beso y otro más, luego la frente, el cuello, la clavícula, y cada vez bajando más. Carla estaba temblando, ella no pensaba que Josué fuese así, fue entonces cuando un Josué la miró a sus ojos llorosos y descubrió como estaba siendo con ella, aquello no estaba bien, había hecho aquello que había jurado no hacer. El horror iba tomando forma en la cara del muchacho, Josué se odiaba, él no quería aquello, él había jurado protegerla, aquello podía básicamente considerarse una violación. –No, no, no, no...-Empezó a decir repetidamente. Se alejó de ella para mirarla de forma más detenida y la abrazó dejándose caer sobre ella. –Lo siento de verdad, lo siento, esto no debería de haber sido así, yo no quería esto para ti, no debiste venir, no debiste venir...- Carla no podía consentir aquello...-Josué, ¿qué te pasa? ¿Por qué pareces tan aterrado? Me aplastas, pesas mucho...-

Carla podía sentir como la angustia rezumaba por los poros del chico, y cuando este intentó levantarse para separarse, Carla lo abrazó. –Sudas angustia...Deja de estar así, no pasa nada.- Josué no sabía cómo actuar ante el cariño que le estaba prestando la muchacha. A pesar de su ruin comportamiento ella lo estaba perdonando y le tendía una mano que al contrario que el rezumaba tranquilidad. –Deberías ir a dormir, pareces agotado anda, vete a la cama, de lejos se ve que no eres persona ahora mismo, ya me explicarás en otro momento que pasa, ahora solo descansa- Josué no sabía qué hacer, simplemente se incorporó dejando libre a la chica y se dejó caer, usando el sofá como respaldo, Carla notaba que él no iba a moverse de aquel sitio y que si era necesario se quedaba allí toda la noche. –Acuéstate en mi cama, ya sabes el camino- La voz seca de Josué demostró a Carla que aquellos actos eran de un niño aterrado por volver a cometer el error, pero ella no podía consentir aquello, ella no iba a permitir que el estuviese en esas condiciones. Se acercó al muchacho cogió de su mano y tiró de él, quien se dejó manejar como si de arcilla fuese, siendo guiado hasta la habitación, donde fue recostado. Tras esto fue a salir de la habitación, pero al apartarse de la gran cama cuando su muñeca fue agarrada y se tiró de ella hasta ser tirada en la cama al lado del joven. –No me dejes....- Las palabras resonaban sobre la cabeza de la chica, parecía aterrado estaba temblando, parecía un niño pequeño con terrores nocturnos, por lo que decidió quedarse a su lado y abrazarlo hasta quedarse dormido...

La desventura de Carla.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora