En el centro penitenciario de Pionyang, en el departamento Vl, la reunión sobre la situación de los presos se celebra el primer lunes de cada mes. Los participantes son pocos: el director del establecimiento, el jefe de vigilantes, el juez de aplicación de penas, el asistente social y el médico, sin olvidar un psiquiatría supernumerario.
En la jungla de los establecimientos penitenciarios Coreanos, Pionyang ocupa, en efecto, un lugar aparte. Como tantas otras prisiones, está reservada a los reclusos de condena larga, enfermos, y arruinados por decenios de reclusión.
Pionyang albergaba un porcentaje considerable de detenidos, aunque está previsto que ese centro de acogida para moribundos sea demolido en un futuro próximo. Algunos pabellones se hallan casi en ruinas, la alambrada apenas ofrece resistencia, y las condiciones de higiene son las que cabe esperar de un lugar así.
El 14 de mayo de 1975, se estudió el caso del preso número 2047 B, un tal Choi Yeon-jun. Recluido en prisión preventiva el 18 de agosto de 1945. Habida cuenta de la gravedad de los hechos - homicidio y complicidad de agresión a una menor, dejando graves secuelas a la victima -, Choi fue condenado a una pena en consecuencia: treinta años de reclusión.
Tan solo unos meses bastaban para que el recluso, quedase libre.
En cierto modo, Yeon-jun saldó la cuenta. En el transcurso de su larga carrera como recluso, conoció no pocos establecimientos en sus traslados de prisión en prisión.
— Un preso ejemplar — masculló el director Kim hojeando el expediente.
El jefe de vigilantes, Min yoon-gi, que conocía bien a Choi, asintió con un gesto. No había más que añadir. En Pionyang, los vigilantes no temen a las agresiones ni los gestos muy violentos de los presos drogadictos; ni siquiera los mordiscos de los enfermos de sida, a diferencia de sus colegas de otros establecimientos.
— En plena forma, está en plena forma — afirmó Park, el médico, mostrando los resultados de su último análisis de sangre.
El turno de la mesa prosiguió. El asistente social, no tenía nada que decir.
— ¿Tiene adónde ir? ¿Familia? — insistió el director con impaciencia.
El asistente Jeon esbozó una mueva evasiva. Que el supiera, desde su ingreso, nunca había recibido correo. Ni una carta, ni un paquete. Choi era un solitario, como tantos otros desgraciados a los que una reclusión prolongada transforma en despojos, en muertos en vida cuya existencia todo el mundo ha olvidado.
— Bueno, después de todo, eso no nos incumbe, nosotros hemos hecho nuestro trabajo... — concluyó el director—. Así pues, sale en octubre, asunto cerrado, a menos que alguno de ustedes tenga algo que añadir, claro.
El psiquiatra se permitió toser. Todas las miradas se volvieron hacia él. Kim Tae-hyung no las tenía todas consigo. Había conseguido sus cuatro servicios semanales, de tres horas cada uno, después de haber eliminado a una veintena de competidores en el curso de entrevistas preliminares destinadas a clasificar a los aspirantes, que se habían presentado tras leer un pequeño anuncio aparecido en una revista del Ministerio de Justicia. En cierto modo, un concurso de oposición.
— Y bien, ¿tiene algo que añadir?— insistió el director, repentinamente irritado—. El expediente de Choi parece claro, casi intachable... ¿me equivoco?
Tae-hyung nunca hablaba porque sí. Los diferentes psiquiatras que habían examinado al recluso, habían llegado a la misma conclusión: a Choi parecía importarle un comino la pena que le había caído.
Sin embargo, esta vez decidió callar y pasarlo por alto.
— Bien, si nadie más tiene algo que añadir, pueden retirarse.
Abrumado, el director cerró el expediente. Con un gesto inconsciente, apretó la cinta que sujetaba la gruesa carpeta de cartón gris y la sopesó. Una vida, toda una vida, o casi, permanecía encerrada en ese legajo saturado de una tinta que comenzaba a palidecer y a borrarse.
El expediente de Choi se marchitaba y el hombre no tardaría en morir.
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범죄 slaughter -➽[TG&YB&YK]
Fiksi Penggemar[Taegyu/Yeonbin]-➽ Ambientado en el año 1975; Kang Tae-hyun, un importante escritor de la época, asiste al evento realizado por Jung Beom-gyu, un artista reconocido y su amante. Choi Yeon-jun, ex presidiario del centro penitenciario de Pionyang, une...