No siempre la primera impresión es buena, eso le quedó claro a Emma al conocer a Thomas.
Pero cuando el deseo y el destino unen a dos personas, todo puede pasar.
Aislados en el prejuicio y la sociedad, encuentran un lugar solos donde pueden ser ell...
-Quieres una Coca-Coca? - Thomas interrumpió esos fugaces pensamientos
-Claro, seguro-
-Sabes? Haré una fogata, está helando y con nuestros abrigos no es suficiente, además aquí hay leña {asentí con la cabeza} entonces Emma, cuéntame de ti algo más aparte de ser enojona-
-No sé qué puedo contarte, mi vida es aburrida, no pasa nada extraordinario-
-No creo que eso sea cierto, todo es extraordinario si tú lo decides-
-Lo único que hago es levantarme, trotar, ver a mi padre, salir a veces con mis amigos, pintar y esas cosas...-
Había un poco de decepción en cada palabra, pero traté de no reflejarlo en mi rostro, aunque fue imposible.
-Viste a tu padre? Eso es maravilloso, no veo a mi padre nunca, ni él quiere verme. Tienes amigos, no estás sola. Además de levantarte un día más, eso debe ser algo maravilloso para ti-
-Bueno, no me quejo de mi vida, soy afortunada. Solo quiero aventura, ¿entiendes? Algo de locura, fantasía, cosas nuevas- miré el cielo con el deseo de sentirme así, nueva renovada y maravillosa, como las historias que quiero vivir.
-Puedo entenderte. Y déjame decirte que estas de suerte, porque tienes a un loco desquiciado frente a tus ojos-
La expresión de su rostro, y la fuerza penetrante de su mirada me hizo sonreír disimulando los nervios.
-Entonces deberíamos brindar por estar en un lugar como este Thomas- chocamos latas. En ese momento un gran fuego empezó a arder frente a nosotros. Acercamos las manos en silencio.
Nos recostamos mirando las estrellas, a descifrar diversas formas. Juro que en ese momento olvidé mi castigo, olvidé que ya era tarde, olvidé todo por completo. Solo podía pensar en el manantial de estrellas arriba mío, en la calidez que sentía mi brazo rozando con el de Thomas y en su tímida risa que se dejaba notar de forma inconstante.
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