4. Plan B

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Dio un gran bostezo apenas bajó del autobús. Eran las ocho de la mañana del sábado trece de febrero, deseaba seguir durmiendo, pero, tuvo que levantarse temprano para ir de nuevo a la casa de Satsuki. Según lo planeado, iría en la tarde para terminar de decorar y dejar todo listo para San Valentín, sin embargo, en la noche recibió un mensaje de su amiga diciéndole que se presentara a primera hora. A paso de tortuga, llegó al edificio donde se encontraba el departamento de Momoi, cuando estuvo lo suficientemente cerca logro divisar una conocida cabellera de color verde frente a la puerta.

—Midorima, ¿qué haces aquí? —preguntó apenas estuvo lo suficientemente cerca para ser escuchado, levantando la mano derecha en señal de saludo.

—Tus modales siguen siendo tan malos como en secundaria, Aomine. Saluda con un "Buen día, antes de interrogar a alguien —reprendió el aludido, se acomodó las gafas—. Con respecto a tu pregunta, Momoi me llamó ayer, pidió mi ayuda y solicitó mi presencia hoy.

Un mal presentimiento.

La puerta se abrió de golpe antes de que pudiera formular otra pregunta. No fue Satsuki quien los recibió, en su lugar, Ryota, con una sonrisa forzada en su rostro, los saludó e invitó a pasar.

El mal presentimiento aumentó.

— ¿Qué está pasando, Kise? ¿Por qué llamaron a Midorima? —cuestionó en voz baja.

—Será mejor que Momoi-chi te lo diga. Tú tranquilo, no pasa nada que no podamos solucionar.

Muy al contrario de lo que intentaba Ryota, aquellas palabras provocaron una oleada de pánico en Daiki. Varias teorías comenzaron a invadir su cabeza, una peor que la anterior. Unas gotas de sudor bajaron por su frente. Apenas tomó asiento entre Kise y Shintaro, Momoi hizo su aparición.

—Agradezco que acudieran puntualmente a la cita —habló con firmeza, parecía un maestro de ceremonias dando inicio a un evento—. El motivo de esta reunión de emergencia se debe a que los preparativos de la declaración de San Valentín de Dai-chan han sufrido un percance.

Disimuladamente, Aomine miró a Midorima, quien no mostró reacción alguna ante lo que acababa de escuchar; muy posiblemente, si habían solicitado su ayuda, le contaron todo. Regresó la vista a su amiga. Vamos, suéltalo de una vez, pensó. Todo ese aire de misterio lo desesperaba.

—Dai-chan, quiero que tomes la situación con calma —pidió antes de soltar la noticia—. De alguna manera, que no puedo terminar de entender, el pastel que preparaste el día de ayer...

Veía venir lo que seguía. Y a pesar de saberlo, quería guardar un poco de esperanza y creer que Momoi diría todo menos...

—Se quemó.

Satsuki cerró los ojos a la espera de un reclamo, o reacción de enojo por parte de Aomine. En su lugar, fue un silencio el que invadió la habitación, cautelosamente abrió su ojo izquierdo para ver qué pasaba. Kise y Midorima miraban al tercero, seguramente igual que Momoi, esperando su reacción. Daiki había apoyado sus codos sobre sus rodillas, entrelazado las manos para apoyar su barbilla y miraba a algún punto fijo.

—¿Dai-chan? —llamó, abriendo el otro ojo.

—Entonces, ¿cómo vamos a solucionarlo? —preguntó volteando a ver a los otros tres, tan calmado que costaba trabajo creer que fuera él.

—Vaya, tomaste el asunto mejor de lo pronosticado —comentó Shintaro, aunque no estaba realmente sorprendido. Según Oha-Asa, virgo tomaría con certeza las malas noticias, razonaría y buscaría soluciones. Oha-Asa no se equivoca.

Déjame ser tu San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora