Especial: San Valentín

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Una locura. Sería la mejor manera de describir los últimos días de Daiki, desde que indirectamente Momoi le dio la idea de aprovechar el catorce de febrero para declararse, sucedieron varios acontecimientos, y cuando parecía que todo había sido en vano, las cosas resultaron bien. Paso la tarde del día anterior en compañía de Kuroko, su novio. Platicaron largo rato, fueron a cenar al Maji Burger y al despedirse, acordaron salir al día siguiente.

Al llegar a su departamento, frente a su puerta, lo estaban esperando; Satsuki, Kise y Midorima. El último aseguraba que fue llevado contra su voluntad, pero se mostraba tan interesado como los otros dos acerca de los detalles de lo sucedido. Los invitó a pasar, les contó de manera muy general lo acontecido, recibió las felicitaciones de Satsuki y Kise, y la afirmación de Midorima, que su éxito se debía al Lucky Item. Conversaron un rato más antes que tuvieran que irse, apenas su departamento quedó en silencio fue a acostarse, mañana volvería a pasar el día con Kuroko y no se daría el lujo de llegar tarde.

Acudió puntual a su cita. Once de la mañana en la cancha donde le enseño a tirar, Kuroko llegó dos minutos más tarde en compañía de Nigou, se saludaron con un pequeño beso, cambiaron y comenzaron con su pequeño encuentro. Daiki fue el ganador, algo obvio.

—Todavía debes mejorar tu técnica de tiros, Tetsu. —dijo cogiendo la botella de agua para beber de ella.

—No es tan fácil, además, las explicaciones de Aomine-kun dejan mucho que desear —acomodó una pequeña toalla amarilla alrededor de su cuello, y limpio su sudor.

Mientras a su lado Daiki jugueteaba con Nigou, Kuroko buscaba algo dentro de su bolso deportivo.

—Aomine-kun, extiende las manos, por favor —solicitó. Daiki obedeció sin preguntar nada, él sacó una pequeña bolsa transparente, la cual contenía un chocolate, aparentemente casero, mediano, y la colocó sobre las manos de su novio—. Feliz día de San Valentín.

—Gracias, Tetsu —revisaba emocionado su regalo, era una grata sorpresa—. ¿Lo hiciste tú?

—Sí, es algo sencillo pero quería dártelo, es nuestro primer catorce de febrero juntos —ahora él extendía sus brazos—. Ya puedes darme el mío.

—¿El tuyo? Ya te he dado un chocolate ayer, y el cupido ese de edición limita —se defendió.

—El chocolate lo hicieron Kise-kun y Momoi-san, referente al cupido fue una aportación de Midoria-kun. Estoy al tanto que el pastel que hiciste se quemó, pero tuviste el tiempo de hacer algo más. Porque tienes un regalo para mí, ¿Verdad?

—No tienes que preguntar, por supuesto que lo tengo. Lo que pasa es que lo olvide en mi departamento, tendré que dártelo la próxima vez que nos veamos —con esa mentira podría ganar un poco de tiempo. No esperaba la respuesta de Kuroko.

—Perfecto, tengo tiempo. Iré por el a tu departamento —cerró su bolso, lo cargó sobre su hombro, sujetó a su perro entre sus brazos y emprendió el camino.

Daiki se apresuró a guardar todo, corrió para darle alcance. Caminaba a su lado nervioso, debía pensar cómo salir de ese lío. Llegaron a su departamento y él seguía sin saber qué hacer.

—Espera aquí, Tetsu. Cierra los ojos y no los abras hasta que yo te diga, ¿entendido?

Kuroko asintió, tomo asiento en el sofá con Nigou sobre sus piernas y cerró los ojos. Mientras tanto Daiki entró a la cocina, debía pensar rápido, repaso con la vista cada cosa que había, ¿Una fruta sería un regalo aceptable? No, claro que no. ¿Galletas? Tampoco. Lo mejor sería decirle la verdad a Kuroko, giró para regresar a la sala, fue cuando encontró la solución.

—Algo cliché, quizá.

Dos minutos después Kuroko pudo escuchar los pasos de Daiki acercándose, se detuvo a poca distancia él. "Puedes abrir los ojos" le dijo, los abrió de inmediato. Quedó mudo.

—¡Feliz San Valentín, Tetsu! —exclamó alzando sus brazos. Se encontraba semi-desnudo, todo lo que llevaba puesto era un delantal blanco de medio cuerpo que cubría desde su cintura hasta un poco arriba de la rodilla— Yo seré tu chocolate.

Los colores del rostro de Kuroko subieron velozmente, en cuestión de segundo sus mejillas poseían un notable rubor. Sin decir nada colocó a Nigou a un lado, se levantó, dio dos pasos, sonrío y le propino un golpe en el abdomen del contrario, no con fuerza pero si lo suficientemente certero para sacarle el aire.

—Vamos Nigou —llamó a su perrito, este lo obedeció enseguida. Se encamino a la puerta—. En nuestra próxima cita más te vale llevarme algo, además, tendrás que comprarme mi batido de vainilla por un año. ¡Feliz San Valentín, Aomine-kun!

Salió azotando la puerta.

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-FIN-

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[Historia finalizada el 12 de Febrero de 2016 a las 23:25 hrs. México ]

Déjame ser tu San ValentínDonde viven las historias. Descúbrelo ahora